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A la hora de dirigir una empresa, saber en qué tipo de perfil encajas es importante para poder mejorar tu estilo de liderazgo. PUBLICADO EN LA EDICION No 9 de INCompany

 

Si bien no existe una sola manera de liderar una organización o un grupo de personas hacia un objetivo determinado, una verdad indiscutible es que las empresas suelen adaptarse al estilo de trabajo de sus líderes.
Por eso te presentamos los diez estilos de liderazgo que con más frecuencia se encuentran en organizaciones de todos los tamaños. ¿En cuál te pondrías tu?

El líder autoritario
Es aquel que ejerce una gran presión sobre sus empleados, quienes a su vez suelen tener pocas oportunidades para participar o aportar sugerencias que contribuyan a la buena marcha de un proyecto. Suele ser un estilo de liderazgo ineficaz, ya que que a la larga genera que los empleados se sientan desmotivados y acaben muchos de ellos abandonando la organización. Por si fuera poco, este estilo de liderazgo produce que se desaproveche el talento natural de los miembros del equipo, por lo que al final toda la empresa sufre las consecuencias de una mala dirección.

El líder burócrata
El burócrata es un líder que bajo todas las circunstancias de su actuar se pega a las normas de manera casi religiosa. En ciertas organizaciones es muy recomendable contar con este tipo de liderazgo, sobre todo si existe un riesgo para la seguridad o salud de los trabajadores. Empresas que trabajen con sustancias tóxicas o con maquinaria peligrosa, deben contar entre sus componentes con este tipo de líderes cautos y que respetan en todo momento la normativa vigente. En otro tipo de situaciones o empresas este tipo de liderazgo puede conducir a una parálisis de la organización, ya que ni se asumen riesgos ni se reacciona con rapidez ante las situaciones cambiantes del mercado o las circunstancias empresariales.

El líder carismático
El líder carismático es aquél que es capaz de transmitir altas dosis de entusiasmo a los miembros de su equipo, a la vez que tiene una gran capacidad para arrastrarles hacia la consecución de un objetivo común. Sin embargo, como toda la atención de la organización suele estar centrada sobre la figura del líder carismático, el resto del equipo queda relegado en un segundo plano meramente operativo, por lo que puede darse el caso que un proyecto acabe fracasando si el líder decide “abandonar el barco”.

El líder democrático
Aunque el líder democrático tendrá siempre la última palabra, está abierto a recibir todo tipo de sugerencias y propuestas provenientes de su equipo de trabajo. Este tipo de liderazgo tiene dos ventajas principales: aumenta la autoestima de los miembros de una organización y desarrolla su talento en áreas determinadas, con lo cual todo el equipo sale beneficiado. Todos se sienten involucrados en un proyecto común, creen en lo que hacen y trabajan con entusiasmo. Exige un procedimiento de trabajo que consume mucho más tiempo que los anteriores pero normalmente los resultados son mejores. Es un estilo muy recomendable cuando es esencial desarrollar un buen trabajo de equipo.

El líder “que deja hacer”
Es un líder que generalmente no controla directamente el trabajo que desarrollan sus empleados o su equipo de trabajo pues confía “ciegamente” en las competencias y habilidades de cada uno de los miembros del equipo para llevar a buen puerto un proyecto determinado. Es un estilo de liderazgo que da buenos resultados cuando todos los miembros están involucrados y saben lo que tienen que hacer. No obstante, pueden registrarse situaciones sorprendentes cuando este “dejar hacer” llega demasiado lejos y el control que se tiene sobre un proyecto demuestra ser claramente insuficiente.

Orientado hacia el equipo
Es un líder cuya máxima prioridad es organizar, motivar y dirigir a los miembros de un equipo concreto. Fomenta el trabajo en equipo, la creatividad de sus miembros y tiende puentes que mejoran la comunicación. No obstante puede caer en una especie de relacionista público que no focaliza su atención hacia lo que hay que conseguir.

El líder “en la sombra”
Generalmente son personas que no son reconocidos como líderes por sus compañeros de trabajo/equipo (ni por ellos mismos) pero que en la práctica acaban asumiendo esa función, bien porque existen carencias en el “liderazgo oficial” o por la empatía natural que suscita entre los otros miembros. Es un estilo de liderazgo que se asemeja mucho al democrático, ya que todo el equipo se ve involucrado en la toma de decisiones. El equipo entero se inspira por los valores y los ideales que proyecta (a veces sin ser consciente) el líder en la sombra. Como contrapartida, en ambientes muy competitivos este tipo de personas pueden acabar sintiéndose desmotivados al sentirse apartados del “liderazgo oficial”.

Orientado hacia el proyecto
Suelen ser personas muy orientadas hacia la realización de un trabajo concreto. Muchas veces descuidan el apartado humano que implica todo equipo de trabajo y, en el peor de los casos, comparten características con los líderes autoritarios. Asumen toda la carga del proyecto, dividen y organizan, asignan roles y supervisan los resultados. Sin embargo, como hemos observado, suelen preocuparse poco del bienestar de sus empleados y se encuentran con serias dificultades a la hora de motivar a un grupo de personas.

El gestor
También conocido como líder “transaccional”, este tipo de líder parte de una premisa básica: los miembros de un equipo deben obedecer las órdenes de un líder que les paga por realizar un determinado trabajo y premia o castiga a los miembros de su equipo en función de su progreso. En este sentido, puede establecer un sistema de incentivos en aras de conseguir determinadas metas o incluso penalizar a las personas que no alcanzan los objetivos prefijados. Es un tipo de persona que se enfrenta a limitaciones a la hora de entender y potenciar conceptos como trabajo en equipo, creatividad o desarrollo personal.

Liderazgo transformador
Un verdadero líder, capaz de inspirar a su equipo con una visión de futuro compartida por todos. Son fácilmente reconocibles, tienen una gran capacidad de comunicación y saben delegar responsabilidades entre los miembros de su equipo. Aunque tienen un entusiasmo contagioso, a veces necesitan ser motivados por otros miembros de su organización. Muchas organizaciones necesitan de líderes gestores como el referenciado con anterioridad y transformadores. La combinación de ambos puede representar el equilibrio entre realismo e idealismo que muchas empresas demandan.