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A continuación, y de la mano de Harvard Business Review, repasamos 3 enseñanzas que nos deja sobre la mesa el escándalo de las emisiones de Volkswagen:

LECCONES-CRISI-VW
1. Ser “verde” tiene un impacto monumental en las ventas.

Volkswagen y sus embustes ponen de relieve lo relevante que es el factor medio ambiente en el universo “marketero” actual, un universo en el que no basta con parecer “verde” sino que es absolutamente vital serlo de verdad. El fabricante automovilístico germano quiso presumir de ser una marca “verde” y para conseguirlo recurrió a un engañifa que, una vez revelada, amenaza con dejar hecha añicos su reputación como marca. ¿La moraleja? Que ser “verde” está de moda, sí, pero más vale tomarse en serio la moda de marras. De lo contrario, la moda (o más bien la falsedad disfrazada de moda) devorará tarde o temprano a nuestra marca. Las mentiras (Volkswagen lo sabe muy bien) tienen las patas muy cortas.

2. Proteger el medio ambiente fomenta la confianza y la confianza ese un capital preciosísimo en manos de la marcas

Hace unas décadas el valor de mercado de las marcas está estrechamente vinculado a sus bienes tangibles (edificios, maquinaria, capital financiero, etc.). En 1975, por ejemplo, los bienes intangibles representaban únicamente el 17% del valor de mercado de las marcas, según el prestigioso índice Standard & Poor’s 500. Más de 40 años después, las tornas han cambiado y los bienes intangibles están detrás del 84% del valor de mercado de las marcas. Los bienes intangibles tienen que ver mucho con los sentimientos del consumidor, con la confianza que éste deposita en las marcas, y en la construcción de esa confianza la protección del medioambiente (que es desde luego mucho más que moda) es un pilar esencial.

3. La confianza es hija de la transparencia y la transparencia es hoy por hoy la norma en el universo de las marcas

Es francamente sorprendente que Volkswagen intentara hacer pasar sus coches diésel por “limpios”, pero aún más sorprendente es que la multinacional alemana pensara realmente que sus triquiñuelas no saldrían nunca a la luz. En una era en la que la hiperconectividad lleva la voz cantante, en la que se recopilan a diario teras y teras de datos y en la que miles de cámaras siguen cada uno de nuestros pasos, la transparencia es inevitablemente la reina y debe formar parte del ADN de las marcas.