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Por Enrique Dans, profesor en Sistemas de Información en el IE Business School.

EXITO-TESLA
El lanzamiento del Tesla Model 3, el primer vehículo de la marca pensado para un segmento de mercado más amplio, con un nivel de precio que comienza en los $35,000, ha desencadenado una oleada de reservas que alcanza ya los 276,000 automóviles a razón de mil dólares (o euros, si se hacen desde Europa) por cada reserva. Todo indica que la compañía subestimó gravemente la demanda resultante del anuncio, que ha resultado ser entre el doble y el cuádruple de lo inicialmente esperado, lo que llevó a que en algunas de sus tiendas se formasen colas de varias decenas de personas, algo nunca visto en la industria del automóvil.

Para una marca hasta ahora extremadamente exclusiva como Tesla, ¿qué supone ese número de reservas? Por poner el número en contexto, el modelo de automóvil más vendido en un país como España durante el pasado año 2015 alcanzó una cifra de alrededor de 35,000 unidades. La marca que más vendió fue Volkswagen, con unos 88,000 vehículos considerando todos sus modelos. Para Tesla, que 276,000 personas se hayan apresurado a pagar mil dólares por un vehículo que no verán, en el mejor de los casos, hasta finales de 2017 significa un aporte de liquidez interesante, aunque los analistas especulan que la llevará a precisar de aportes de liquidez para financiar semejante incremento de producción.

¿Qué lleva a más de un cuarto de millón de clientes a pagar mil dólares por un vehículo en cuyo rango de precio final hay otros competidores producidos por compañías automovilísticas tradicionales – el Nissan Leaf, el Chevy Volt o el BMW i3, por ejemplo – y que no van a recibir hasta más de un año y medio después? Primero, todo indica que las prestaciones y especificaciones del vehículo son más brillantes que las obtenidas por otros fabricantes, y que la experiencia de conducción, según los que lo han probado, resulta una experiencia muy positiva. Sabemos que el coche es una berlina con espacio para cinco adultos sentados cómodamente, que tiene una aceleración muy brillante, autonomía para unos 350 kilómetros, capaz de abastecerse gratuitamente en las estaciones de carga rápida de la compañía (con una red de cobertura muy amplia en los Estados Unidos y en toda Europa… salvo España), que puntuará altísimo en las pruebas de seguridad como sus hermanos mayores, y que vendrá equipado con todas las prestaciones de autoconducción, listo para que su software sea actualizado progresivamente para hacerlo cada vez más autónomo (no olvidemos que cada vehículo Tesla contribuye con su experiencia de conducción autónoma a una base de datos de aprendizaje común, y que el propio Elon Musk ha afirmado creer que los vehículos de conducción no autónoma terminarán en algún momento siendo prohibidos.

En una sesión de preguntas y respuestas espontánea surgida en Twitter, Musk ha afirmado que el aspecto final del vehículo no será exactamente igual que el mostrado en la presentación. Que habrá un significativo rediseño de la cabina, que había sido criticada por parecer excesivamente espartana y centrarse únicamente en una pantalla táctil de tipo iPad situada en el centro del salpicadero, que la llevará a “parecer una nave espacial“, aunque algunos analistas afirmen que la sencillez del diseño inicial se debe a que toda la experiencia de conducción está rediseñada en torno a la idea de conducción autónoma, para invitar al usuario a simplemente “relajarse y dejarse conducir“.

Todo indica que la puesta en el mercado del Model 3, por tanto, podría acelerar significativamente la llegada de un parque cada vez mayor de vehículos con cada vez mayores prestaciones de conducción autónoma, y que, de hecho, Elon Musk habría calculado que muchas de esas prestaciones serían desarrolladas entre el anuncio del lanzamiento y la puesta en el mercado de los primeros vehículos. Una popularización que sin duda iría en consonancia con el escenario calculado por muchos de popularización de la conducción autónoma en torno a cinco años, en 2020, y que además, conllevaría una expansión mayor de la esperada de los vehículos eléctricos, lo que podría llegar incluso a desencadenar una crisis del petróleo.

En ambos casos, tanto la mayor popularización del vehículo eléctrico como la de la conducción autónoma, estaríamos hablando de avances significativos, capaces de reducir significativamente cuestiones como los niveles de contaminación o la mortalidad en accidentes de tráfico. Con los niveles de precio previstos, cabe esperar seguramente una popularización inicial basada en fanáticos de la marca y consumidores aspiracionales, pero que podría dar paso a una segunda oleada de clientes simplemente conscientes de sus ventajas, o incluso profesionales de la conducción o flotas corporativas, cuando no servicios de titularidad compartida. Todo ello en base a las acciones de Tesla como marca, sin introducir aún las posibles reacciones competitivas de otros fabricantes.

Sin duda, un futuro interesante, y una más que posible aceleración de escenarios que algunos calculaban más lejanos. La marca está donde quería estar: marcando tendencias, y siguiendo al pie de la letra la estrategia que se marcó en su momento. Decididamente, el lanzamiento del Tesla Model 3 es algo más que el simple lanzamiento de un automóvil…