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En los Estados Unidos, unos veinte bancos comenzarán a principios del próximo año a utilizar Zelle, una plataforma que tiene su origen en la asociación, hace cinco años, de tres bancos importantes, JPMorgan Chase, Bank of America y Wells Fargo.

3-HOME-WEB-25-10-2016
La reacción de los bancos ante la pujanza de las aplicaciones de pago móvil parece estar siguiendo un patrón de consolidación: tanto en los Estados Unidos como en España, sendas agrupaciones de bancos se han lanzado a la tarea de desarrollar y lanzar plataformas comunes, Zelle y Bizum, respectivamente, con la que intentar hacer frente al incremento de popularidad de otras opciones.

En el entorno de los pagos entre particulares, aplicaciones como Venmo (propiedad de PayPal), Snapcash (propiedad de Snapchat) o Square Cash en los Estados Unidos, o como Twyp (propiedad de ING) en España están aumentando rápidamente su popularidad. Si bien la mayoría de estas opciones comenzaron su actividad en el ámbito de los pagos entre particulares, muchas de ellas se han extendido ya para permitir opciones como el pago móvil en establecimientos comerciales o incluso el cashback, la obtención de dinero en metálico en comercios, una opción muy popular desde hace muchos años en los Estados Unidos, pero hasta el momento prácticamente inexistente en España. Lógicamente, en ese ámbito se encuentran con otras opciones con popularidad igualmente creciente, tales como Google Wallet + Android Pay, Apple Pay o Samsung Pay.

En los Estados Unidos, unos veinte bancos comenzarán a principios del próximo año a utilizar Zelle, una plataforma que tiene su origen en la asociación, hace cinco años, de tres bancos importantes, JPMorgan Chase, Bank of America y Wells Fargo. Tras largas negociaciones, la primera plataforma, conocida como clearXchange, que tras ser adquirida por Early Warning, ha terminado por evolucionar hasta la actual Zelle, que tan solo el pasado mes de septiembre ha obtenido el beneplácito de competidores como Citigroup. En España, veinticuatro bancos han logrado ponerse de acuerdo para lanzar Bizum, una plataforma con marca común pero que funciona como plataforma, de manera que cada banco podrá poner en ella los servicios que comercialmente estime oportunos.
La forma de competir, mediante la consolidación de intereses de una plataforma de bancos diferentes, plantea un nivel elevado de escepticismo. Por lo general, este tipo de asociaciones suelen tener una gestión muy compleja y una notable lentitud de ejecución con respecto a soluciones gestionadas por una sola compañía que no necesita alcanzar ningún tipo de consenso complejo entre competidores. En el tiempo que los bancos norteamericanos se tomaron para llegar a lanzar Zelle, Venmo creció hasta llegar a mover $7,500 millones en transacciones en 2015 y $3,200 millones tan solo en el primer trimestre de 2016. En España, el lanzamiento de Bizum está aún en sus inicios, pero por el momento, no parece que esté despertando un interés demasiado significativo, posiblemente a la espera de que los distintos bancos comiencen a darle visibilidad.

¿Pueden los conglomerados formados por diferentes bancos conformar alternativas que planten cara a servicios planteados por compañías aparentemente más ágiles y con procesos de toma de decisiones más rápidos? ¿Funcionará el modelo de plataforma común con servicios desarrollados y ofrecidos de manera independiente que plantean los bancos, o terminará por desencadenar un caos difícil de gestionar y que llevará a situaciones de frustración al cliente? ¿Qué ocurre cuando un solo banco te plantea que uses Bizum, pero al tiempo apoya la implantación de otras alternativas como Apple Pay o Samsung Pay, o incluso tenía ya su propia alternativa desarrollada individualmente? ¿Deben los bancos apostar por ofrecer todas las opciones disponibles, por convertirse en “el anillo para reunirlos a todos”, como hoy mismo acaba de plantear MasterCard? ¿Qué lleva a los bancos, en países como Australia, a protestar contra los modos “intransigentes, cerrados y obsesivamente controladores” de Apple, frente a la apertura a la negociación de compañías como Google o Samsung en el mismo ámbito? ¿Cómo plantearnos el futuro de los bancos si les cuesta defender uno de los segmentos más sencillos y atractivos, el de los pagos, ante la pujanza de empresas del ámbito tecnológico?

Los casos de los Estados Unidos y España, con patentes similitudes en su planteamiento, ofrecen la posibilidad de analizarlo en dos mercados con un estado de desarrollo muy diferente: uno relativamente maduro y con alternativas ya razonablemente implantadas, y otro completamente incipiente y aún con escasa implantación y pocas opciones disponibles. Nos queda mucho por ver…