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Nadie duda que el mundo está cambiando y por lo tanto necesitas cambiar las viejas formas de trabajar que son del pasado y que surgieron para resolver problemas que ya no son relevantes.

Por José Cabrera, Presidente Honorario y miembro del Consejo Asesor de Sun Microsystems Ibérica

Hasta ahora, nuestras reflexiones sobre la Era de la Colaboración se han centrado en la Innovación Empresarial, a la que hemos definido como un auténtico “imperativo de negocio”, es decir, una condición sine qua non para la supervivencia de las empresas en un mundo de cambios acelerados.
Nos faltaba, sin embargo, abordar la dimensión personal de la innovación. Y eso es precisamente lo que pretendo hacer en esta y en la próxima conversación.
Mi idea es ayudarte a construir un mapa de innovación personal; un mapa-guía que podrás utilizar para hacer frente a la incertidumbre y la volatilidad de este entorno complejo y cambiante en el que estamos viviendo.

La necesidad de innovar
El punto de partida es el siguiente: en una época como ésta, marcada por los cambios acelerados, no puedes conducir mirando por el espejo retrovisor. Es decir, no puedes confiar en salir adelante utilizando aquellas herramientas que sí te han funcionado con anterioridad, pues lo que nos aguarda es completamente diferente de lo que hemos conocido hasta ahora.
Te guste o no, el mundo está cambiando, y necesitas cambiar las viejas formas de trabajar, que sólo tenían sentido en el pasado y que surgieron para resolver problemas que ya no son relevantes en la consecución de tus objetivos.

Las personas que se muestren incapaces de cambiar van a compartir el mismo destino que aquellas empresas ancladas en el pasado: dejarán de ser competitivas y relevantes en el nuevo contexto.

Transformar las empresas, transformar a las personas
Tal y como irás descubriendo a medida que avances en la conversación, existen similitudes interesantes entre la innovación personal y la innovación empresarial.
La innovación empresarial transforma las industrias. Y, de manera análoga, la innovación personal transforma a las personas, y les permite mejorar sus capacidades para interactuar con la nueva realidad.
Son, en cierto sentido, dos caras de la misma moneda. No basta solo con que las empresas innoven. También las personas deben hacerlo. Al fin y al cabo, las personas que se muestren incapaces de cambiar van a compartir el mismo destino que aquellas empresas ancladas en el pasado: dejarán de ser competitivas y relevantes en el nuevo contexto.

Esta vez no valen las repuestas a corto plazo. Ha habido ocasiones en las que esconder la cabeza, o aguantar el chaparrón, ha sido suficiente para salir adelante. Por desgracia, o por fortuna, este no es el caso. En esta ocasión no bastará con que “sobrevivas” a los cambios encerrado en tu antiguo refugio.
Piensa que, esta vez sí, ha llegado la hora de que abandones tu “zona de confort”, de que salgas de la cueva para analizar las tendencias, las pistas sobre lo que está por venir; para que explores el futuro; para que trates de comprender e interiorizar la nueva realidad, y seas capaz de aprender y desarrollar la nuevas capacidades que necesitas para abordar el futuro.

¿Qué es la innovación personal?
La innovación personal sigue siendo un concepto relativamente poco desarrollado, y que muy comúnmente asociamos con el desarrollo personal, o incluso con las herramientas de “autoayuda”.
Muchas veces, cuando reflexionamos sobre nuestros objetivos personales y sobre los cambios necesarios para alcanzarlos, lo hacemos bajo presión, cegados por la inmediatez, por la urgencia del día a día, por las obligaciones, las presiones sociales, el miedo y la inseguridad; es decir, centramos la reflexión en los riesgos y obstáculos que se interponen en nuestro camino.

Otras veces, en cambio, nos aproximamos a las nuevas realidades desde nuestra pequeña “burbuja cotidiana”, y ese aislamiento, esa falta de perspectiva, nos impide entender qué está ocurriendo, y también cómo va a afectarnos y a condicionar nuestro futuro.
La realidad es que la presión emocional que sobre nosotros ejerce el miedo al fracaso nos impide innovar, y la incapacidad para ver la realidad con otros ojos nos impide divisar el espectro completo de soluciones viables. Como consecuencia de todo esto, somos incapaces de ver las oportunidades que los cambios pueden aportar a nuestras vidas.

Innovar no resulta, pues, nada sencillo. Pero…
…¿y si nos atreviésemos a cuestionar el statu quo de las cosas, para innovar y crear valor en todo lo que hacemos?
¿Y si pudiéramos arrancar ese viaje hacia el cambio y la innovación empezando, simplemente, a partir de la curiosidad y la observación de lo que ocurre a nuestro alrededor?
¿Y si pudiésemos explorar los nuevos territorios sin miedo, liberados de los prejuicios del pasado, dispuestos a crear nuevas realidades, nuevas oportunidades de desarrollo?
¿Y si, en vez de escondernos en nuestro refugio, pudiéramos interactuar con la nueva realidad, o lo que es lo mismo, pudiéramos participar en las nuevas conversaciones, para compartir y crear valor en las nuevas redes globales, tal y como tanta gente está ya haciendo?
¿Y si pudiéramos reinventarnos como personas para redescubrir –tal vez- una nueva versión de nosotros mismos, una versión mejorada, que nos ayude a ser relevantes en el nuevo contexto?
¿Y si pudiéramos reinventarnos como personas para redescubrir –tal vez- una nueva versión de nosotros mismos, una versión mejorada, que nos ayude a ser relevantes en el nuevo contexto?

Como ves, las primeras ideas que se me ocurren para el reto de la innovación personal son, en realidad, un montón de preguntas. Y no creo que podamos atribuirlo a la casualidad. Nos encontramos en una época de cambio e incertidumbre, y tal vez no existan, ya, respuestas cerradas y concluyentes sino, más bien, preguntas adecuadas; preguntas que nos inspiran, que nos obligan a plantearnos nuestra visión del mundo, y nos ayudan a forjar una actitud frente a las cosas.

Una cuestión de actitud
Poco a poco nos vamos acercando al corazón de la cuestión. Y es que, para mí, la innovación personal no consiste, exclusivamente, en un desarrollo puntual, en un cambio concreto o en una determinada mejora.
La innovación personal es una “actitud especial” que se revela en todas nuestras acciones: un compromiso con ser cada día mejores en todo lo que hacemos; la capacidad de vernos no por lo que somos hoy, sino por lo que podemos llegar a ser; una manera de abordar el futuro con todo nuestro potencial; la curiosidad y la apertura de miras necesarias para interactuar con el mundo exterior, sin miedo a equivocarnos, conscientes de que aprendemos de nuestros errores y que solo explorando lo desconocido podemos encontrar nuevas perspectivas y descubrir nuevas realidades que nos ayudarán a lograr un cambio profundo en nosotros mismos y en nuestras vidas.

Se trata, pues, de innovar para vivir una vida más rica; una vida que nos permitirá desarrollar todo nuestro potencial como personas.
La innovación personal así entendida es un proceso perpetuo de renovación y auto-transformación. Y esto es, precisamente, lo que te propongo.

Gestión de la incertidumbre
Para comprender la realidad actual –tan compleja y cambiante- lo primero que debes hacer es dividirla en tres planos:
Entorno predecible. Comienza por identificar tu “entorno predecible”, que es el más conocido, el más cercano a ti. Es en este plano donde todavía hoy podemos seguir aplicando, en mayor o menor medida, las herramientas que hasta ahora nos han permitido anticipar los acontecimientos. Tu mapa actual de la realidad es, sin duda, muy válido para moverte en este entorno, tal y como hasta ahora has hecho.

Nuevas tendencias. Luego está el “entorno de las nuevas tendencias”. En él conviven variables conocidas –aquellas con las que estamos acostumbrados a trabajar, y que podemos predecir– con otras variables discontinuas, que no nos son extrañas, pero que tampoco podemos controlar del todo, pues varían según el contexto, y pueden llegar a asociarse para crear algo distinto.
Tu mapa actual también te servirá para identificar aquellas nuevas tendencias que ya habías intuido y que han comenzado a cuestionar tu realidad; es decir, que han puesto en duda la fiabilidad de las herramientas que hasta ahora utilizabas para abordar los problemas, o la misma forma en que interactúas con los demás (por ejemplo, cuando descubres que la información ya no puede ser tratada como antaño, porque es tanta y tan cambiante que memorizarla es una pretensión ridícula; o que los más jóvenes de tu familia y de tu organización son muy diferentes a ti, que se manejan a toda velocidad con los dispositivos digitales, que se divierten de manera distinta, que buscan cosas distintas en el trabajo y en el tiempo libre, etc.)

Dimensión de ruptura. Por último, cabe hablar de la “dimensión de ruptura”, posiblemente la más característica de la nueva era. Es esta una zona muy abierta e inestable, difusa, difícilmente interpretable. Sabemos que puede tener un gran impacto final en nuestras vidas, pero no somos capaces de medir cuál.
Esta dimensión de ruptura –que no figura en tu mapa actual– es la zona en la que abundan los cisnes negros del profesor Taleb; a saber: fenómenos impredecibles y de gran impacto que escapan a la estadística, y, en general, a todas nuestras herramientas de predicción; sucesos que no puedes anticipar, que súbitamente irrumpen en tu vida y son capaces de determinar tus decisiones y, muy probablemente, tu futuro.

Esta zona de ruptura –desconocida e impredecible por definición- es la que más se parece a lo que nos espera, es decir, al futuro, del que si algo sabemos es que será cualquier cosa menos una repetición del pasado.
Esto implica que lo que hemos aprendido hasta ahora no va a servirnos para gestionar el futuro, y que, en definitiva, lo que no sabemos sobre el futuro es mucho más que lo que sí sabemos.
Ni que decir tiene que cada una de estas dimensiones requiere de herramientas y enfoques diferentes, o lo que viene a ser lo mismo, que solo pueden ser interpretadas correctamente si para ello contamos con el mapa mental adecuado.

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