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(TRABAJO – INTELIGENCIA ARTIFICIAL – FUTURO – MERCADO) Andrés Krom del diario La Nación de Argentina se pregunta si hay que darle crédito a los que hablan que se perderán millones de puestos de trabajo y ya empiezan a pedir asignaciones universales para evitar el hambre y las revueltas de las víctimas de esta cuarta revolución industrial.

“La inteligencia artificial va a eliminar entre 50% y 65% de todos los trabajos existentes en los países en vías de desarrollo, incluyendo la Argentina”, dijo el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, durante su última visita a Buenos Aires, en agosto de 2017.

Cuando se teoriza sobre el futuro del mercado laboral, abundan los pronósticos apocalípticos, como los de la consultora McKinsey, que estimó que entre 400 y 800 millones de personas perderán sus empleos de cara a 2030, o los del autodenominado “orador futurista”, Thomas Frey, que eleva la cifra para ese mismo año hasta los 2000 millones. Sin embargo, empiezan a multiplicarse las voces que piden separar ciencia de ciencia ficción y afirman que esta revolución tecnológica exigirá más empleos, no menos.

Separando realidad de mito

En el imaginario popular, la inteligencia artificial (AI, por sus siglas en inglés) aparece profundamente vinculada a los robots que popularizaron la literatura y el cine, como HAL-9000, de 2001: Odisea del espacio y los replicantes que emulan y buscan destruir a los humanos en Blade Runner.

La definición real de AI es acaso bastante menos espectacular: se trata de la rama de las ciencias computacionales que busca simular comportamientos e inteligencia humana en sistemas informáticos. Para esto se valen del machine learning (aprendizaje de máquinas), las técnicas usadas para entrenar el aprendizaje de las computadoras.

“Es un conjunto de enormes cantidades de datos que se procesan de manera automática gracias a la tecnología”, señala a LA NACIÓN Ezequiel Glinsky, director de Nuevos Negocios de Microsoft Argentina-. Es a partir del procesamiento inteligente de esos datos que una máquina podría llegar a imitar a los seres humanos.”

“Usamos AI para amplificar la inteligencia humana”, comenta Carolina Golia, arquitecta de Soluciones Cognitivas de IBM Argentina. “Si puedo conocer en diez segundos las últimas novedades que se están publicando en el mundo de un campo en particular eso me permite ampliar rápidamente el conocimiento y, en función de eso, tomar mejores decisiones”, argumentó.

Alberto Alexis Sattler, gerente de tecnología de Accenture, agregó: “Estamos en una etapa de AI débil. La de hoy no es realmente una inteligencia artificial sino que son servicios o piezas de software que, combinadas, dan la sensación de eso. Estamos lejos de una AI real, consciente de sí misma, que pueda aprender.”

Aunque a veces se usan de forma intercambiable, cabe remarcar la diferencia entre AI y automatización, el hardware o software capaz de realizar automáticamente tareas preprogramadas, a menudo repetitivas y monótonas, como las que hacen las máquinas de ensamblaje de la industria automotriz.

¿El fin del trabajo?

Entonces, ¿Hay que darle crédito a los que hablan de millones de puestos de trabajo perdidos y ya empiezan a pedir asignaciones universales para evitar el hambre y las revueltas de las víctimas de esta cuarta revolución industrial?

“Cuando se lanzó el cajero automático se esperaba que muchos empleados bancarios se quedaran sin empleo y ocurrió todo lo contrario, fue necesaria más gente alrededor para atender las máquinas.”

 

Para los expertos consultados por este diario, es una exageración total. “No apoyo esa visión apocalíptica”, sentencia Golia. “Cuando se lanzó el cajero automático se esperaba que muchos empleados bancarios se quedaran sin empleo y ocurrió todo lo contrario, fue necesaria más gente alrededor para atender las máquinas.”

“La mayoría estamos de acuerdo en que ocurrirá lo contrario, se van a generar más puestos, algunos más específicos de AI pero, en general, serán más trabajos comunes”, dice Sattler.

Para Glinsky, la AI acelerará los cambios en la oferta laboral. “Cada nueva tecnología presentada generó preocupaciones sobre el impacto que tendría en los empleos. El surgimiento de los primeros autos implicó menos empleos relacionados a la producción de carruajes tirados por caballos pero, al mismo tiempo, implicó el surgimiento de más y nuevos empleos relacionados a la fabricación de llantas”, añade.


Los cinco puestos con mayores posibilidades de ser reemplazados por una máquina eran los de telemarketers (99%), contadores (98%), cajeros (97%), carpinteros (72%) y bibliotecarios (65%). Por el contrario, las carreras con mayor chance de sobrevivir fueron la de cirujanos (0,4%), los maestros escolares (0,4%), los ingenieros (1,4%), los abogados (3,5%) y los matemáticos (4,7%).

Nuevos puestos, viejos puestos

En el futuro del empleo: ¿Qué tan susceptibles son los trabajos a la computarización?, el economista Carl Benedikt Frey y el profesor de machine learning Michael A. Osborne, hicieron un ranking sobre cuáles eran las chances de supervivencia de algunas de las principales profesiones humanas ante el avance de tecnologías de AI y la automatización.

En este marco, determinaron que los cinco puestos con mayores posibilidades de ser reemplazados por una máquina eran los de telemarketers (99%), contadores (98%), cajeros (97%), carpinteros (72%) y bibliotecarios (65%). Por el contrario, las carreras con mayor chance de sobrevivir fueron la de cirujanos (0,4%), los maestros escolares (0,4%), los ingenieros (1,4%), los abogados (3,5%) y los matemáticos (4,7%).

No sorprende entonces que los perfiles relacionados a ciencia, tecnología, ingeniería y matemática (STEM, por sus siglas en inglés) serán altamente demandados. “Todo lo que tenga que ver con ciberseguridad, encriptación y análisis de datos será requerido -asegura Golia-.

“Dos o tres empleos van a ser absolutamente necesarios”, augura Sattler. “Vamos a necesitar maestros que le provean imágenes a las máquinas para que aprendan a identificar objetos. También explicadores que harán el nexo entre la tecnología y el negocio y agentes de mantenimiento que vigilarán que no surjan problemas en los algoritmos.”

Glinsky, por su parte, pronostica que el avance de AI demandará más “científicos de datos, ingenieros y expertos en robótica” y creará además otros empleos “que hoy ni siquiera imaginamos”.

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