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(ENTREVISTA – TRABAJO – EMPRESA) Un experto explica en la revista GQ dónde has cometido errores en tu entrevista de trabajo.

Ha llegado el día; hoy tienes la entrevista. Nervios. Es a las 11, pero te despiertas antes de las 7. Sin dejar que suene la alarma. ¿Para qué, si casi no has pegado ojo? Es normal: ese trabajo te interesa de verdad. Tus funciones, el prestigio de la empresa. El sueldazo que te pagarán. Y la posibilidad de perder de vista al imbécil de tu jefe. Por eso, lo tienes listo para triunfar. Y vas a la entrevista. Y lo petas. Y sales de ese despacho como si te hubieras comido un pavo. El trabajo es tuyo. No pueden dárselo a otro. ¿No?

Pasa un día.
Dos.

Una semana.
Dos.

Y nadie dice nada. Ni un correo, ni una llamada. Crece la ansiedad. Y te preguntas: ¿Qué puede haber fallado?

“Meter la pata es sencillo. Por lo que decimos, por lo que no decimos y también por cómo respondemos, por cómo usamos el lenguaje verbal y el no verbal. Todo debe estar medido al milímetro”, afirma Julio García Gómez, experto en habilidades de comunicación y con amplia experiencia en labores de contratación en grandes empresas del sector audiovisual. Y hay muchas respuestas, esgrimidas frente a las preguntas clásicas –y ya con un punto naftalínico y hortera– y formuladas por el mejor de los gestores de recursos humanos o por un idiota venido a más que se ha comprado un par de manuales de coaching y se cree un directivo de Silicon Valley.

Por eso, y con ayuda de García Gómez, recopilamos: estas son las contestaciones que debes evitar si quieres que te contraten:

“Porque su empresa es la mejor”
Hacer la pelota parece un buen recurso, y se utiliza como respuesta a la pregunta de ‘¿Por qué quieres trabajar con nosotros?’. Pero es un error: “Ante este interrogante, debemos argumentar y repasar cuáles serán nuestras aportaciones a la empresa, poniendo ejemplos concretos”, aconseja el experto. Alabar a la empresa no está de más, pero en su justa medida; si te excedes, te arriesgas a que el contratador entienda que esa es una contestación ‘tipo’, y desperdiciarás la posibilidad de venderte, “el mayor objetivo en la entrevista”, según García Gómez. Por eso, mejor será que utilices fórmulas como “porque creo que puedo aportar mi experiencia a la empresa, captando nuevos clientes o colaborando en planes de expansión, como he hecho en mis trabajos anteriores”.

 

“Ganar muchísimo dinero”

No es lo que dirás, pero quizá sí lo que pienses. “Ante la pregunta de ‘¿Qué estás buscando en tu nuevo trabajo?’, el entrevistado suele decantarse por vaguedades, cuando lo que se espera son, de nuevo, respuestas contundentes”, afirma el experto, que detalla dos posibilidades: “Si tenemos amplia experiencia, estará bien dejar claro que esperamos poder desplegarla y ponerla al servicio de la empresa; si acabamos de empezar, el contratador valorará mucho que se le responda diciendo que la mayor motivación es integrarse en la compañía para desarrollar nuestras ganas de crecer y poner la experiencia obtenida, más tarde, también al servicio de la buena marcha de la empresa”.

 

“Que está entre las cinco primeras del sector”

¿Sólo eso? Esta es otra cuestión clásica, ‘¿Qué conoces de nuestra empresa?’ “La labor de investigación previa es fundamental; no basta con saber dos o tres datos, sino que conviene recabar toda la información posible”. Proyectos concretos, número de trabajadores, red internacional… Hoy todo está en Internet y conocer la historia, trayectoria y actividad actual de la empresa se percibirá como una muestra de interés. Y más: “No hay que tener miedo a preguntar. Podemos decir que conocemos la actividad de la compañía, pero que queremos saber más. Las preguntas deben ser bidireccionales; así, demostraremos mayor interés”, asegura García Gómez.

“Mala, lo quiero matar”

Tampoco vas a responder esto, aunque sea cierto, cuando te pregunten por tu relación con tu anterior jefe. “De nuevo, existen muchas fórmulas para decir la verdad. Quizá no os llevabais bien, sentías que te ninguneaba, pero será mejor responder de forma natural, huyendo de apreciaciones personales”, invita el experto. Si el director sólo se reunía contigo una vez al mes, dilo, pero añade que, en tu opinión, trabajar por una relación más estrecha con tu supervisor es una de tus pretensiones en tu posible nuevo trabajo.

“Soy demasiado perfeccionista”

Venga, va. No vendas como defectos lo que, en realidad, son virtudes, si te piden que enumeres tres. “Además, hay que huir de los tópicos; ya se presupone que eres trabajador y perfeccionista. Trata de evidenciar rasgos positivos derivadosde tus defectos, pero sin pasarte”, sostiene el experto. ¿Cómo? Diciendo, por ejemplo, que ante la tesitura de trabajar en equipo o en solitario prefieres la segunda, pero que eres adaptativo y que estás acostumbrado a trabajar con más compañeros.

“¿Y a usted qué le importa?”

Respuesta impulsiva ante preguntas personales. “Aunque está prohibido, algunos contratadores siguen preguntando por aspectos íntimos”, confirma García Gómez. Y aquí, de nuevo, la diplomacia debe ser tu arma, y se permiten las respuestas abiertas. ‘Casarse entra en mis planes en el medio plazo, aunque eso no supondrá una merma en mi compromiso con la empresa’. Evidentemente. El que está en pecado es el contratador, así que permítete ser un poco difuso. Y piensa si realmente quieres trabajar para él; quizá esa pregunta denote aspectos que no conocías de la empresa.

Con estas respuestas, estarás más cerca de la llamada definitiva. O, al menos, de superar esa etapa y pasar a la siguiente: “En ocasiones, para conseguir el trabajo se establecen hasta cuatro filtros”, repasa el experto, que aconseja aplicar el sistema STAR en las entrevistas grupales en las que se presenta un caso práctico: “Ante las situaciones planteadas, mejor responder siguiendo el modelo ‘Situación-Tarea-Acción-Resultado’, STAR, que consiste en establecer respuestas y planteamientos concretos sobre el caso para, de nuevo, evitar las divagaciones”.

Y si no te contratan, peor para ellos; tú tendrás la conciencia tranquila y sabrás que has hecho todo lo posible para conseguir el trabajo. Quizá el problema no sea tuyo. Y quizá, no entrando a esa empresa, te estés salvando de terminar haciendo una locura…

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