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La tendencia es concebir a la oficina como un ecosistema capaz de crear un espacios de trabajo híbridos.

Por Javier Mosquera – director de 3g office Argentina

Julio es Gerente General de una empresa y ronda los 60 años, Paula es mando medio de 45, Tomás un Team Leader de 30 y Mercedes una pasante de 20. Julio prefiere un espacio de oficina privado y acorde a su nivel jerárquico. Paula navega en un espectro más amplio de espacios y, aunque le gustan las áreas de equipo, cree que debe haber espacios privados. Tomás, típico millennial, se siente cómodo en espacios informales dentro de un entorno moderno, social y sin jerarquías. Mercedes, que creció con las redes sociales y puede hacer múltiples tareas como nadie, se entusiasma con los espacios desestructurados y abiertos para la socialización.

Los cuatro conviven en el mismo espacio pero tienen distintas formas de pensar y trabajar, propios de los modos e intereses culturales de cada generación. La convivencia laboral es complicada. Se producen choques y conflictos: las viejas generaciones sienten que los jóvenes consiguen rápidamente lo que ellos esperaron por años, y mientras esperan recibir, las nuevas generaciones exigen. Gestionar una fuerza laboral multigeneracional con diversas edades y expectativas es difícil. Esto sumado a la digitalización y el trabajo en equipo, implica un verdadero tsunami en las organizaciones.

Con una fuerza laboral multigeneracional, cada vez son más los responsables del capital humano, talento o cultura, impactados por este tsunami. Uno de los principales recursos para la transformación cultural es convertir los espacios en “trampolín” para que las personas desplieguen su potencial.

La clave pasa por concebir la oficina como un ecosistema capaz de crear un espacio de trabajo híbrido que incluya espacios privados, áreas comunes, puestos de trabajo y salas insonorizadas.

 

Un ecosistema

La clave pasa por concebir la oficina como un ecosistema capaz de crear un espacio de trabajo híbrido que incluya espacios privados, áreas comunes, puestos de trabajo y salas insonorizadas, brindando a los empleados la oportunidad de moverse libremente entre la variedad de espacios durante el día, y que al mismo tiempo facilite la colaboración y la innovación.

A medida que las oficinas permiten que los empleados trabajen e interactúen de forma remota en múltiples ciudades, es clave contar con espacios dedicados a colaborar con quienes no están físicamente presentes. Estos espacios de foco ayudan a concentrarse en tareas y a proporcionar privacidad en reuniones P2P.

Este nuevo enfoque permite a las empresas implementar entornos que satisfagan las necesidades de una fuerza laboral multigeneracional y dinámica. Sin embargo, para que un espacio de trabajo híbrido funcione, es necesario observar a los usuarios, capturar sus necesidades y sus estilos de trabajo a través de un riguroso trabajo de briefing basado en datos objetivos, mediciones, encuestas y estudio de arquetipos. Acompañar a los usuarios durante el proceso permitiéndoles que conozcan los distintos espacios, para qué servirán y cómo se usarán, permitirá que la transición sea más llevadera. La comprensión general del layout evitará conflictos, minimizará resistencias y proporcionará la base común que los empleados multigeneracionales necesitan para una mayor colaboración y comunicación.

El espacio puede ser un gran facilitador del cambio cultural. Pero la transformación real de una organización sólo se consigue cuando se integran las tres dimensiones del cambio: tecnología, personas y espacios. Y esto sólo tiene sentido cuando el foco está puesto en los usuarios y sus necesidades reales. Si no, son meros plug-ins.

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