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Si se analiza lo que ha ocurrido, en los dos últimos lustros, podríamos sentir hasta escalofríos porque, sólo fijándonos en la última década, deberíamos decir que ha sido casi de vértigo histórico. Los cambios, a los que nos hemos enfrentado, han sido de órdago: únicos, sucesivos y súbitos.

Por José Manuel Casado, Distinguished Clinical Professor del IE Business School, Presidente de la Consultora 2.C, consejero de la ESCP Europe y ex Socio Director de Accenture.

 

SOBRE EL AUTOR
José Manuel Casado. Presidente de 2C (Casado Consulting) empresa especializada en consultoría de Organización, Estrategia de Capital Humano y Gestión del Cambio, ex Socio Director de Accenture,y consejero de la ESCP Europe. Es Distinguished Clinical Professor del IE. Doctorado en Sociología Industrial, Master en Organización y Dirección de RR.HH. y PDD por el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE).

En la presentación de nuestro encuentro de marca personal o reputación, celebrado en el mes de abril de 2010, proyectaba una primera transparencia en la que ponía una foto de Barack Obama y otra de Eminen (Marshall Bruce Mathers III). Decía algo así: «cuando el presidente del país más poderoso del mundo es de color, y el mejor rapero es blanco…algo está cambiando». Y vaya si está cambiando. Ya verá.
Si se analiza lo que ha ocurrido, en los dos últimos lustros, podríamos sentir hasta escalofríos porque, sólo fijándonos en la última década, deberíamos decir que ha sido casi de vértigo histórico. Los cambios, a los que nos hemos enfrentado, han sido de órdago: únicos, sucesivos y súbitos. Hace apenas una década, en los años de 1998 y 1999, al tiempo que una bolsa exuberante mostraba las más abultadas cotizaciones de la historia, asistíamos a un crecimiento sin precedentes en la implantación de soluciones empresariales, abanderado por el comercio electrónico (e-commerce) y la agobiante preocupación por dar respuesta al temido efecto 2000, aunque a la postre resultó casi inofensivo. Al poco tiempo, la burbuja dot.com explotó casi a la par que lo hicieran los aviones que no aterrizaron en un maldito 11 de septiembre de 2001; una fecha que alumbró la globalización del terrorismo, inundando de dolor los corazones y tiñendo de sangre las calles, no sólo norteamericanas, sino también españolas y londinenses, aunque eso fuera posteriormente, tras los terroríficos actos, inexplicables, desde la propia razón, del 11 de marzo de 2004 y del 7 de junio de 2005, respectivamente.

La economía sufrió, desde el primero de estos tristes acontecimientos, una pequeña depresión que se mantuvo hasta que en 2004 comenzó una nueva recuperación que duraría hasta mediados de 2008. Es, durante esa última recesión, cuando la empresa comenzó a desmitificar y a valorar en su justa medida todo lo que comenzase por «e» (e economy, e-commerce, e-business, etc.). También fue por aquellas fechas, hacia el año 2003, cuando estalló el famoso caso Enron, que puso en tela de juicio el valor de una ética y responsabilidad casi olvidadas por el gobierno de las grandes organizaciones durante una bonanza económica sin parangón y que parecía no tener fin. Comenzó la Guerra de Irak y la seguridad del planeta se puso en entredicho.
Posteriormente, la inestabilidad del precio del crudo en 2007 acarreó también una fuerte volatilidad para las dos monedas más importantes del mundo y todo confluyó en un escenario de incertidumbre económica que podríamos decir que casi comenzó el 17 de marzo de 2008, cuando J.P. Morgan compró por 236 millones de dólares
Bear Stearns, el quinto banco de inversión de Estados Unidos y uno de los más afectados por la crisis del crédito desatada por las hipotecas basura o subprime, respaldado por la Reserva Federal estadounidense (FED), y que se materializó en la crisis que se denominó, como ya hemos apuntado, de las hipotecas basura.

Desde septiembre de 2008, el miedo parece haberse apoderado de los mercados y de la mente de los directivos, haciendo más real que nunca el conocido presagio del ilustre Franklin Delano Roosevelt: «a lo que hay que tener miedo es al miedo». Al final, la extensión global de la caída económica es tal, y en tan corto período de tiempo, que toda esta serie de acontecimientos ha dado como resultado un entorno de negocio en el que es muy difícil o casi imposible predecir qué es lo que va a suceder en los próximos meses.
Pero, también en los últimos tiempos, asistimos a la emergencia de nuevos fenómenos que cristalizan en realidades, que están trastocando muchos de nuestros más arraigados principios de gestión, y el futuro parece más imprevisible de lo que ya era. Decía el afamado Paul Valéry que «el problema de nuestro tiempo es que el futuro ya no es lo que era», algo especialmente cierto en lo que al mundo de los negocios se refiere. En el cambio de concepción han influido muchos elementos que han transformado la faz de la Tierra, haciéndola, como dice Thomas Friedman, mucho más plana, a lo que yo no dejaría de añadir también el calificativo de líquida.
A ello han contribuido, de manera determinante, fenómenos como la caída del Muro de Berlín, la universalización y democratización de la Red, la configuración de herramientas de automatización de los procesos de la empresa o workflow, el acceso libre a los códigos fuentes con ejemplos exitosos como el de Linux o Wikipedia; la aparición innovadora de fórmulas como la internalización de servicios o insourcing, la externalización de servicios, en otra empresa (outsourcing) y en el extranjero (offshoring), el nacimiento de buscadores como Google, Yahoo! o MSN, y la velocidad en el trasiego y traslado de datos e información con suficiente estructura como para tomar decisiones. Estos acontecimientos, queridos amigos, han cambiado el mundo y la forma en la que en él se trabaja.

A estas alturas, a nadie se le escapa, por evidente –como en 1949 dijera el sociólogo austrohúngaro Karl Polany refiriéndose a aquella época–, la gran transformación que se está produciendo: nos referimos al cambio de poder en el mundo, debido a lo que Antonie van Agtmael llamara mercados emergentes. De acuerdo con Fareed Zakaria es posible que el sistema internacional emergente sea bastante distinto al que conocemos.
Primero fue Grecia, basándose en la sabiduría, y después Roma; posteriormente, fue
España, que dominó el mundo hacia al año 1500; más recientemente Gran Bretaña
y hoy todavía Estados Unidos, son los países que, a lo largo de cierto tiempo, han establecido las reglas del juego económicas y casi políticas de la historia.
Hace unos cien años existía un mundo multipolar dirigido por un grupo de países europeos en el que el Reino Unido comenzaba a entregar el testigo del poder a unos
Estados Unidos que emergían para quedarse con el rol de líder durante más de un siglo; aunque algunos podrían argumentar, con cierta razón, que durante gran parte de estos últimos cien años ha existido un orden bipolar durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Desde la caída del llamado Telón de Acero, que tuvo su signo crítico en el derribo del Muro de Berlín en 1989, hemos vivido hasta hoy en un mundo unipolar dominado por el Gran Hermano de los Estados Unidos.
Desde hace unos 30 años, las acciones y fuerzas políticas y económicas, como la caída de la Unión Soviética, la proliferación de bancos centrales independientes, o el control de la inflación, y tecnológicas han devenido en la generación de un contexto internacional más abierto, líquido e interconectado. Nos vamos aproximando a un mundo post-norteamericano y multipolar en el que se tienen que reescribir parte de las normas y fundamentos que nos ayuden a relacionarnos en un espacio global con estas nuevas características.

Algunos datos de la tesis
¿Dónde está el edifico más alto del mundo? El 4 de enero de 2010 se inauguró en
Dubái el rascacielos Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, con 828 metros de altura, que pronto se convertirá en uno de los símbolos de Dubái para el resto del mundo, como ya lo es el Burj Al Arab, el único hotel de siete estrellas del planeta, que también se encuentra en esta latitud. ¿Qué nacionalidad tiene el hombre más rico del mundo? Es mexicano y se llama Carlos Slim. ¿Sabe de dónde es la mayor sociedad cotizada en Bolsa? Pues es china. Pero no sé si conoce, además, que las mayores refinerías se están construyendo en la India o que los mayores aviones se fabrican en Rusia. En fin, podríamos seguir poniendo ejemplos sobre lo que está ocurriendo en el mundo, pero para empezar con éstos, es más que suficiente.
En las próximas décadas el ascenso de los países emergentes se producirá sobre todo a expensas de Japón y de la vieja Europa, que parecen estar inmersos en un lento declive provocado por su demografía. India y China, que serán la segunda y la tercera economías más importantes del siglo XXI, ya se han convertido en dos im- portantes máquinas de deflación que generan para el mundo entero servicios (India) y productos (China). Excepto en lo militar (el ejército estadounidense domina por tierra, mar y aire y gasta más que los siguientes cuatro países, lo que casi representa el 50% del gasto de defensa mundial) y aún en lo económico, Estados Unidos está dejando de sentar las bases del orden internacional.
En estos momentos, los países emergentes generan más de dos terceras partes del crecimiento mundial, mientras que Europa sólo un 13% y Estados Unidos un 17%.
Los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) ya están en el pelotón de cabeza. Brasil y
Rusia son los dos grandes proveedores de recursos naturales, India es la fábrica de ordenadores del mundo y China la gran fábrica mundial de manufacturas. Les daré un dato: hace poco más de 30 años las manufacturas de estos países no llegaban al 20% del total de sus exportaciones, los productos agrícolas suponían el 50% y el resto eran minerales. Actualmente, las manufacturas son más variadas y superan ya el 80% de sus exportaciones en maquinaria, productos farmacéuticos, químicos, tecnologías de la información, etcétera.

Definitivamente, lo más importante de lo que está ocurriendo es el cambio de poder que se está produciendo. Convendrá conmigo en que actualmente el poder económico se está dispersando tanto que hasta hablamos de multipolaridad para significar que las economías emergentes representan casi la mitad del Producto Interior Bruto
(PIB) mundial (en Paridad del Poder Adquisitivo o PPA) o que las multinacionales de los mercados emergentes alcanzan el número 92 en la clasificación Global Fortune
500. Pero, además, se prevé que en unos 20 años, la cuota del PIB mundial de estas economías haya aumentado hasta el 61% en términos de PPA (Paridad del Poder
Adquisitivo), siendo las seis grandes economías emergentes o Big 6 (China, India,
Rusia, Brasil, Corea del Sur y México) las que pondrán en jaque al hasta hace muy poco todopoderoso G7, integrado por Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino
Unido y Estados Unidos.
Es más, según una solvente proyección de Goldman Sachs, en el año 2040, cinco de estos mercados, los conocidos como BRIC (Brasil, Rusia, India y China) más México, obtendrán un rendimiento económico mayor que el del G7, los siete países occidentales que han dominado el mundo durante tantos y tantos años.

Los caminos para el futuro
En esta situación hay cinco temas que están encima de la mesa de los despachos de los altos directivos de las corporaciones y que ocupan la agenda de preocupación, o deberían hacerlo, de los líderes o consejeros delegados de las grandes compañías a nivel mundial, y que son los caminos que hay que andar con pasos de gestión precisos y calculados para poder aspirar a la ganar el futuro; y que son los siguientes:

I. Emergencia de nuevos consumidores. Estamos presenciando un rápido surgimiento de nuevos mercados de consumidores; la mayoría de los cuales pertenecerán a las economías emergentes e impulsarán el crecimiento del consumo mundial durante los próximos 20 años. ¿Había pensado que más de 5.000 millones de personas viven en esos países y comienzan a ser nuevos consumidores? Les recomiendo el texto La fortuna en la base de la pirámide: cómo aumentar las opciones mediante el mercado, del recientemente fallecido C. K. Prahalad5, en el que podrá ver cómo hay más 4.000 millones que desean iniciar un consumo con señas de identidad distintas a las de los países desarrollados.
Por otra parte, actualmente cada año se incorporan a la clase media de estos países más de 80 millones; casi dos Españas. Es más, según previsiones de la industria del lujo, India y China serán dos de los territorios en los que, a medio plazo, más crecerá la demanda de estos artículos.
Pero, además, si uno se fija en las economías desarrolladas, observará en renglones gigantes las posibilidades de negocio que ofrecen los nuevos consumidores como son la inmigración o las personas mayores. Sólo como dato, permítame que les recuerde que vivimos en uno de los países más viejos del mundo; que en el año
2050 España será el país más viejo de Europa y nuestra media de edad será de 55 años. Sin embargo, la mercadología o marketing y la publicidad de la mayoría de las empresas ignoran a estos mayores, pero habitualmente adinerados, y nuevos consumidores.

II. Flujos de capital. El mundo se ha hecho mucho más líquido y el capital fluye cada vez más desde las economías emergentes hasta los mercados desarrollados para adquirir acciones y valores de renta fija, pero también las inversiones en mercados de capital de economías emergentes crecen rápidamente. Fíjese, por ejemplo, en empresas como Mittal, Tata, Levono, Samsung, etc., que son auténticos emporios competitivos de talla mundial. Sólo para que se haga una idea, el año pasado parece que había unos 800 multimillonarios, de los cuales cerca de 40 eran rusos y más de 25 indios ¿Qué le parece?
Como resumen de estos dos primeros caminos, podríamos decir que Estados Unidos consume dinero en exceso y China e India consumen materias primas en demasía.
Una manera de entender este nuevo mundo es concebir a China y la India (más de 2.300 millones de habitantes) como grandes máquinas de deflación global que producen bienes globales, como es el caso de China, y servicios globales, como India, por una mínima fracción de lo que costaría producirlo en Occidente.

III. Batalla por los recursos. Además asistimos a un vertiginoso crecimiento de la demanda de energía, y otras materias primas, impulsada por las economías emergentes (recuerde los más de 5.000 millones de nuevos consumidores). En este escenario, China e India son las principales responsables de asegurar recursos en África; pero la seguridad del suministro de energía también constituye un mayor desafío para Europa y Estados Unidos, lo que está provocando un fortalecimiento de la influencia geopolítica en las economías ricas en recursos como, por ejemplo, Rusia y Venezuela. Como ejemplo de esta dependencia sólo hay que recordar el incidente del gas ruso de finales del invierno y principios de primavera de 2009 que puso en jaque el suministro de media Europa. Mencionar también como dato que cada semana se abre en China una nueva central eléctrica que, como el lector sabe, produce dióxido de carbono en cantidad y que impacta en otro de los temas emergentes en los países desarrollados y más polémicos para el futuro del mundo como es el del calentamiento global. Que convenzan ahora a la numerosa población de estos países emergentes, mucha de la cual vive todavía sin luz y sin calefacción y casi agua, que si seguimos así cambiará la temperatura del planeta.
Para tomar conciencia de esta autentica batalla por los recursos basta señalar, por ejemplo, que la mayoría de los países están poniendo en marcha políticas agresivas de energía nuclear. Los 436 reactores en operación producen el 17% de la electricidad mundial. A principios de 2010, 56 unidades se encontraban en construcción en países como China, India, Bulgaria, Japón, Rusia, Corea del Sur, Finlandia o Francia.
Todos ellos, conscientes de los problemas energéticos, medioambientales y ahora económicos construyen nuevas plantas nucleares porque consideran que la energía nuclear es una fuente esencial para el presente y futuro de sus países. A estos reactores en operación y construcción se sumarán las centrales ya planificadas, que ascienden a 200, destacando el programa 2010 del Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE), donde en la actualidad hay unas 30 solicitudes en proceso de autorización. En fin, una verdadera lucha por tener la energía que se necesita para satisfacer las necesidades de una población a la que le gusta vivir cada vez mejor.

IV. Nuevo contexto para la innovación. También se está globalizando la innovación y está dejando de ser ámbito exclusivo de las economías desarrolladas. Grupos de I+D surgen en todo el mundo como, por ejemplo, Corea del Sur, China, Polonia, etc., y comienza a dibujarse una especialización regional y por países, facilitada, en parte, por las decisiones de políticas públicas y los diferentes principios normativos.
Asimismo, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y otros saltos de etapas tecnológicas aceleran el nacimiento de la cadena de valor en las economías emergentes. A la hora de buscar ideas y tecnologías innovadoras, las empresas son cada vez más conscientes de la importancia de mantener el contacto con los clientes, socios, proveedores, inventores aficionados, investigadores académicos, científicos, intermediarios de la innovación y otros agentes externos. Estos grupos constituyen el cerebro global o el amplio potencial creativo que se encuentra fuera de los límites de las empresas. Le recomiendo la lectura de The Global Brain, un excelente libro de Satish Nambisan y Mohanbir, que le ofrecerá un testimonio argumentado sobre lo que estamos hablando. Expresiones y términos como comunidades de creación, redes de innovación, innovación de mercado abierto o ingenio de aficionados o subcontratación voluntaria (crowdsourcing) se utilizan para hablar del futuro de la innovación en un mundo de globalización 3.0. Los directivos de las empresas consideran una prioridad expandir el horizonte de la innovación para sus organizaciones con la ayuda del capital intelectual externo. Ejemplos de compañías como P&G, BM, Boeing, Apple, 3M, Dupont, y un largo etcétera demuestran que la innovación desde el exterior adquiere múltiples formas y se impone como solucionadora de problemas.

V. Lucha por el talento. Se está produciendo también un crecimiento y globalización del talento de mercados emergentes, que incluso comienza a estar mejor formado, es mucho más barato (se dice que formar un ingeniero, en India o China, cuesta un 10% menos de lo que cuesta en los países desarrollados) y con una actitud ante el trabajo radicalmente distinta (60 horas a la semana es una jornada a tiempo parcial en China o la India) Pero si quieren más datos, sólo añadirle que el precio medio de la hora en países desarrollados oscila entre 25 a 30 dólares y, sin embargo, en China o India no supera el 0,5 centavos de dólar. Mientras que los países occidentales o desarrollados se llenan de canas, los países emergentes como India, Irán, Pakistán, Brasil, Vietnam, Sudáfrica, entre otros, exhiben casi ostentosamente una cara alegre y llena de espinillas de juventud acostumbrada al esfuerzo e instruida por un sistema educacional basado en el sacrificio y un entendimiento prematuro de las ciencias en vez de las letras del mundo occidental.

El individuo como protagonista de su propia vida
Hace poco tiempo escribía un artículo para la Harvard Deusto Review que titulaba
«El Imperio de los Tatas (talento y talante)», en el que sostenía que las personas extraordinarias, con talento (aptitud o saber) y talante (ganas y disposición), serían los artífices del futuro. ¿Por que decimos que los Tatas son los dueños del porvenir? Ni más ni menos, porque es el individuo el que toma protagonismo en esta nueva era.
Como ya señalábamos, estamos en una nueva era en la que cada persona es quien tiene la batuta y la responsabilidad de su propia vida, que es su principal empresa, y es la que debe decir qué hacer, cuándo, cómo y dónde.
Aquí y ahora es el individuo, concretamente el talento y talante (Tata), los que marcan lo que quiere y cómo lo quiere. Si en el pasado los países fueron protagonistas y en una segunda fase de la globalización dejaron paso a las empresas, y ahora son éstas las que comienzan a entregar el testigo de la responsabilidad de la acción a los individuos.
Intentaré explicarme con más detalles: algunos expertos sostienen que el fenómeno de la globalización se ha ido conformando por etapas y en estos momentos, siguiendo las tesis del tres veces reconocido premio Pulitzer, Thomas Friedam6, vivimos la Globalización 3.0., en la que el papel prominente corresponde a la persona o al individuo. Pero, ¿cuáles son las fases de la globalización y por qué se caracterizan?

Globalización 1.0. Abarcaría el período que va de 1492 a 1800. Cuando Colón descubrió
América y se abrió el comercio entre el Viejo y el Nuevo Mundo. En esa época el conductor o controlador del progreso era la fuerza y el músculo y la competitividad que se producía entre países. Durante este período de tiempo el mundo encogió de talla y cambió de grande a mediana. La fuerza dinámica que impulsó la globalización y prosperidad fue la cantidad de fuerza (músculo, caballos, fuerza eólica, después el vapor) que tenía un país. Los países y los gobiernos estaban motivados por la religión o el imperialismo. Las preguntas eran: ¿cómo puede mi país competir con otros?, ¿Cómo globalizarme y colaborar a través de mi país?

Globalización 2.0. Comprendería desde 1800 al año 2000, con interrupciones debidas a la Primera y Segunda Guerras mundiales. La talla del mundo siguió con su dieta de adelgazamiento y reducción y pasó de mediana a pequeña. El principal agente de transformación de la globalización fue la empresa multinacional. Durante la primera mitad de esta era, la integración global se vio favorecida por el ahorro de costos de transporte, motivados por la irrupción de la máquina de vapor y la aparición del ferrocarril, que acabó con las distancias y acercó a los pueblos y a sus hombres. El historiador Marc Levinson, en su libro The Box, asegura que «sin contenedor no habría habido globalización». Algo aparentemente tan poco importante, inventado por el norteamericano Malcom McLean en 1956, ha reducido los precios del transporte en 36 veces.
Asimismo, durante la segunda mitad de esta fase, el ahorro vino propiciado también por la caída de los costos de las telecomunicaciones, gracias al telégrafo, los teléfonos, los ordenadores personales, de los satélites, del cable de fibra óptica y la primera versión de la World Wide Web, que erradicó, al igual que lo hiciera el ferrocarril con la distancia, el tiempo. En esta fase 2.0, la pregunta era: ¿cómo puede mi empresa ser más eficiente en competir con otras multinacionales en liza a nivel global?

Globalización 3.0. Abarca lo que va de siglo XXI. La talla pasa de pequeña a diminuta, se aplana el terreno de la competitividad y la tierra del mundo se hace líquida.
De pronto, distancia y tiempo están encima de la mesa de nuestros despachos y comienzan a medirse con un clic de ratón. De la noche a la mañana, el poder pasa de las empresas al individuo que posee el capital del conocimiento, y éste es el que tiene la capacidad para colaborar y competir. El valor de lo intangible vapulea al de los recursos propios y el valor de los países y empresa comienza a medirse por neuronas. Además, esta globalización hace posible que mucha más gente entre en juego, apareciendo un arco iris humano muy diverso. El mundo pierde su textura y su solidez y se transforma en un líquido capaz de conducir la energía de la empresa de manera electrizante por los mercados.
Pero, además, este individuo es el forjador de un porvenir, fruto de la acumulación de una serie de cambios gigantescos, que presenta señas de identidad hasta ahora desconocidas, en el que el gran imperio norteamericano comienza a dejar el testigo a otros territorios hasta ahora casi ignorados por insignificantes.

En definitiva, es ahora, en este mundo interconectado, plano y líquido, cuando el progreso del mundo y su competitividad dependen, como nunca antes en la historia, de los individuos. Competitividad es uno de los términos que más se usa y de los que más se abusa en la economía moderna. Hace tres décadas el término competitividad prácticamente no existía, hoy, en cambio, si usted hace una búsqueda en
Google más de 35 millones de citas aparecen, quizá el hecho nimio de que sin competitividad no hay porvenir, haya conferido a este término tan exultante popularidad.
Aunque algunos dirán que esto del rol crucial del individuo como responsable del futuro y del progreso es pura moda, la mayoría estará de acuerdo en que se sitúa a la personas en un lugar principal porque hasta la competitividad del mundo depende del individuo. Sí, sí, del mundo, aunque pueda parecerle demasiado ampuloso. Así lo expresa el profesor Stephane Garelli, del IMD (El Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial) y de la Universidad de Lausanne, ambos en Suiza. Según explica este experto en competitividad, en su reciente libro Top Class. Competitiveness, ésta depende de tres elementos fundamentales:
a. Competitividad de los países persiguiendo la prosperidad.
b. Competitividad de las empresas intentado conseguir la rentabilidad y el beneficio.
c. Competitividad de los individuos procurando alcanzar el mejor bienestar.
Esta excelente obra, que dicho sea de paso rezuma sabiduría y ofrece las claves de la competitividad de nuestros días, sitúa al individuo como el baluarte crítico de dicha competitividad y establece claramente cómo los países, las empresas y los individuos han cambiado de roles. Además estamos aterrizando en lo que se está comenzando a denominar como capitalismo creativo, natural o distribuido. Shoshana Zuboff, distinguida profesora de la Harvard Business School, también considera que la nueva etapa capitalista viene determinada por la preponderancia del individualismo hoy en día. Sugiere que se ha producido un cambio del capitalismo gerencial a un capitalismo distributivo, que es capaz de cubrir de manera más eficaz las necesidades del individuo. Afirma que el abismo que actualmente separa las organizaciones, que no satisfacen las necesidades del individuo, es una gran oportunidad para la creación de riqueza a escala global. Prueba de ello son las relaciones de internauta a internauta (P2P, peer to peer), en las que las partes son individuos que conforman una red social capaz de ofrecer servicios a la misma escala que las multinacionales.

En definitiva, si en el pasado fueron los países los protagonistas y en una segunda fase de globalización dejaron paso a las empresas; ahora son las empresas las que comienzan a entregar el testigo de la responsabilidad y protagonismo a los individuos.
¿A quién cree que nombró personaje del año la revista Time en el año 2006? A ti, al individuo; que es el verdadero protagonista de una novela, con un guión escrito en renglones tecnológicos, y representada en un escenario global.

Trabajadores intocables
Los avances tecnológicos han llegado para quedarse y por fin el trabajo comienza a hacerse como siempre auguraron los economistas clásicos: en el sitio en que el que pueda hacerse más eficientemente. En esta situación, qué debe preguntarse cada trabajador. ¿Qué debo hacer hoy para seguir teniendo mañana valor como profesional?
Mi consejo es que cada uno de nosotros debe comenzar a cultivar su mejor tesoro, su marca personal, y convertirse en un profesional intocable. Pero no se preocupe, no le voy a hablar de esa magnífica película titulada Los intocables, de Eliot Ness, dirigida por Brian de Palma y protagonizada por Kevin Costner, Sean Connery, Robert de Niro y Andy García; le voy a hablar de los trabajos intocables; de ese tipo de trabajo que, pase lo que pase, no es intercambiable. Cuando hablamos de trabajo intercambiable nos referimos a ese que puede digitalizarse fácilmente y transferirse a cualquier lugar del mundo, a cualquier hora del día o de la noche. Podríamos decir que son intercambiables, por ejemplo, la investigación, la redacción, la interpretación radiológica, elaborar la declaración de la renta, etcétera; pero no es intercambiable una operación de apendicitis, el corte de pelo a navaja o servir una excelente comida. Hoy, cuando casi todo trabajo es susceptible de ser realizado en cualquier lugar del mundo en el que éste se pueda hacer más eficientemente, existe una amenaza evidente para el trabajador que no tenga algo que le haga diferente. Las preguntas que cada uno de nosotros debemos hacernos son: ¿poseo algo diferente y que haga intocable mi trabajo en el sitio que estoy hoy? ¿Tengo alguna característica que sea diferencial, algo que asegure mi trabajo aquí y ahora y que garantice que lo que hago no puede ser subcontratado fuera?
Como dicen algunos expertos: ¿es mi trabajo intocable? Los tipos de trabajadores intocables podríamos clasificarlos en tres categorías de «es»: estrellas, especializados pero especiales y espaciales. Los trabajadores estrellas cuentan con un mercado global para sus servicios, y sus emolumentos no tienen comparación. Rafael Nadal, Fernando Alonso, Julio Iglesias, Clint Estwood, Julia Roberts, Michael Porter, o incluso Jack Welchs, podrían ser ejemplos extremos de este tipo de trabajadores especiales.
Por otra parte, existirían los trabajadores especializados pero especiales; son los que sin ser especiales, tienen una serie de habilidades y conocimientos que les hacen que tengan una gran demanda y no sean intercambiables. Son trabajadores, sobre todo, de conocimiento, desde abogados, consultores, anestesistas, arquitectos, ingenieros, informáticos, hasta contables especialistas que destacan por poseer ciertas habilidades muy apreciadas y que son distintas y de más valor que las de sus colegas. Por último, existirían los trabajadores espaciales, esos que siempre se necesitarán porque hacen su trabajo en un espacio físico en el que interactúan con un cliente o paciente para prestar un servicio. Enfermeras, camareros, electricistas o, incluso, señoras de la limpieza serían un buen ejemplo de este grupo. Ahora piense un momento: ¿en qué categoría me encuentro yo? ¿En qué grupo se enclava el trabajo que hago? Sería ideal estar en la primera categoría y ser estrella, porque entre otras cosas tendría mucha demanda de trabajo y cobraría mucho por ello, pero lo que sí tiene que hacer es estar, como sea, entre los especializados pero especiales.
No obstante, y aún estado en alguna de las dos primeras categorías, hay algo que no debe olvidar y es que, por encima de todo, usted debe de ser flexible y tener capacidad para aprender de manera permanente; es decir, debe adquirir continuamente conocimientos y desarrollar competencias que puedan crear constantemente más valor. Y este, querido amigo, es el único secreto para que su trabajo no sea intercambiable y usted sea uno de los protagonistas intocables en esta película escrita en clave laboral global.

Me distingo o me extingo
Se lleva, y mucho, lo Gig. Lo Gig está de moda, hasta el punto que se ha acuñado el término Gigonomics para describir la realidad de un nuevo mercado de trabajo en la que el individuo, más que los países y las empresas, es el que decide sobre su propio futuro. Esta realidad, unida a la situación coyuntural de crisis, está haciendo que los tipos de trabajo estén cambiando radicalmente. En unos casos, como consecuencia de la situación, y en otros porque los mejores profesionales aprovechan la situación para transformarla en oportunidad y hacer realidad sus sueños, se está creando un mercado Gig que poco tiene que ver con el mercado de trabajo del pasado. Gigonomics viene a representar el cambio de la economía estadounidense compuesto por un trabajador por cuenta propia (freelance), proyectos Gigs y trabajos a tiempo parcial combinados con reducción de los prepuestos corporativos, la externalización de servicios o subcontratación y el fin de la lealtad a las empresas. La mayoría de las organizaciones son como tribus o pueblos verticales en lo que, como dice D´Alessandro, lo que realmente cuenta es «el nombre que te haces en la calle principal de esa aldea». La antigua lealtad era vertical, a una jerarquía, ibas saltando de escalón en escalón, pisoteando a quien te encontrases en el ascenso de una carrera profesional constituida por peldaños de una escalera de esclavitud de los cubículos empresariales, en los que Dilbert se inspiró para su humor. Ahora la lealtad es al oficio, al sector… es una lealtad a uno mismo. Comienza a conformarse una economía en la que casi nadie tendrá un trabajo real; en la que cada trabajador es un Gigs; es decir, un profesional que colabora a corto plazo con las empresas mediante contratos para hacer proyectos concretos y el trabajo se convierte en un popurrí de colaboraciones con distintas y diversas empresas a la vez. Gigonomics es una evolución natural que permite al profesional ser su propio dueño y organizar su trabajo y a la vez dotar a la empresa de una mayor flexibilidad al poder disponer del talento especializado para proyectos concretos, sin tener que tenerlo en su plantilla. Y esto será cada vez más importante en aquellas organizaciones de conocimiento que trabajen por proyectos, como por ejemplo, despachos de abogados, consultorías o ingenierías de proyectos.

Por otra parte, las estadísticas demuestran que la expectativa de vida de las empresas es ya menor a los 20 años, Es más, algún estudio reciente amenaza aseverando que la esperanza media de vida de una organización es de doce años y medio. Peor todavía hay más: apenas una cuarta parte de las empresas que aparecían en 1980, en Fortune 500, siguen existiendo en 2010, y la gran mayoría de las compañías que, en su obra cumbre de los años ochenta En busca de la excelencia, Tom Peters señalaba como excelente, han pasado a mejor vida. Pero, además, y para entender el cambio de paradigma, podríamos añadir el hecho de que, tras la crisis, las grandes empresas en Estados Unidos han destruido más de 5.000.000 de puestos de trabajos, pero las pequeñas empresas han creado ya casi el mismo número de oportunidades. Algo parecido ocurrió en 2002 cuando, ante la recesión, las grandes compañías destruyeron más de 4.000.000 de puestos de trabajo, pero las pequeñas compañías crearon más de 6.000.000, con una particularidad añadida: la retribución de las pequeñas empresas superó a las de las grandes.
Para muestra un botón: ¿sabe cuántos trabajadores tenía ATT o AT&T (Corporación estadounidense de Teléfono y Telégrafo) en 1983?; ni más ni menos que 1.100.000 trabajadores; pero ¿sabe cuántos tiene ahora? No llega a los 70.000.

¿Qué le parece? Aún hay más: ¿sabe cuál es la empresa que más gente contrata en el mundo?: Manpower. Y para rizar el rizo, deberíamos añadir que todos los fenómenos de fusiones, adquisiciones, colaboraciones, empresas conjuntas (joint ventures) de las grandes compañías, lo que pretenden es mejorar la eficiencia de las empresas, o lo que es lo mismo hacer más con menos, a base de reducir el gasto y aumentar los ingresos. En este sentido, en el futuro no creo que las grandes compañías vayan a incrementar sus plantillas; tenderán a que, por fuera de su estructura y sin depender de ella, pequeñas empresas colaboren con la matriz y les hagan cosas que, en principio, no formen parte de su competencia de empresa (core competence); es decir, de aquello que es distinto y que ellas hacen mucho mejor que sus competidores. Pero hasta esto último está cambiando, puesto que cada vez más, muchas organizaciones intensivas en conocimiento son conscientes de que no pueden tener entre sus filas a los mejores y con más experiencia porque muchas veces no los necesitan a tiempo completo (full time), otras no pueden pagarlos y otras porque el profesional excelente es cada vez menos proclive a portar los grilletes de ninguna empresa que ya sabe que, cuando no lo necesite, prescindirá de él. Sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que el empleo de por vida ha terminado.
De un empleo para toda una vida, hemos pasado a una vida para muchos empleos.
El trabajo estable en las grandes corporaciones es un capítulo que forma parte del pasado. Las carreras promedios se están configurando en torno a tres o cuatro ocupaciones.
La mayor parte de las personas pasaremos períodos profesionales más o menos largos que alternaremos con fórmulas alternativas de autoempleo. El número de trabajadores por cuenta propia, agentes libres, crece exponencialmente y ya se sitúa en torno a los 50.000.000 la cantidad de prestadores de servicios profesionales individuales. Como dice Tina Brown, directora de la revista Daily Beast, y como antes ya subrayábamos, estamos en una era en la que el trabajo es un Gig; es decir, como si de una estrella se tratará trabajaremos en distintos proyectos que comenzarán y terminarán en un período relativamente corto de tiempo; un fenómeno que está conformando una economía cuya productividad principal proviene de los proyectos Gigs.
El mercado de trabajo seguirá el modelo de Hollywood, en el cual cada artista profesional va de una productora a otra (en este caso empresa), en ocasiones trabajando con personas que conoce o no y cuando acabe la película o proyecto buscará un nuevo rodaje con nuevo director, nuevo productor y nuevos actores. En esta situación dependemos sólo y exclusivamente de nosotros mismos. Cada uno de nosotros es el artífice y único protagonista de escribir su propia historia. El final del trabajo ha llegado. Ha finalizado la normalidad y se ha terminado la autocomplacencia. Como si de una empresa se tratara, cada individuo, como ser especial y único, se está convirtiendo en el elemento fundamental para garantizar su propio futuro. En definitiva, vivimos tiempos en que los que cada individuo debe abrazar la proactividad en el sentido de interpretar que somos responsables de nuestras propias vidas. Se acabó la época de echar la culpa de lo que nos pasa a los gobiernos, a las empresas, a nuestros padres o a nuestros abuelos, en clara referencia a un mal interpretado determinismo genético. Es el momento de pasar del debo al quiero, del no puedo al elijo; es la hora de aceptar la nueva situación y ser conscientes de que cada persona tiene la obligación y la responsabilidad de hacer que las cosas pasen. La pregunta de nuestro tiempo debe girar en torno a qué hago yo como individuo único y diferente para ser mejor y distinto, porque o me distingo o me extingo. A pesar de la que está cayendo, el conocimiento es ya el capital y su único propietario es el profesional que cuanto más talento tenga, más autónomo y dueño de su propio destino deseará ser.
Y ésta es una tendencia que no tiene marcha atrás. Ya lo sabe, o se distingue de los demás o se extingue del mercado, y para distinguirse sin duda debe cultivar su propia marca porque será la que trasmitirá tranquilidad y confianza a aquellos que se acuerden de usted para emprender, colaborar o trabajar.

Fuente: Libro “PERSONAL BRANDING.…hacia la excelencia y la empleabilidad por la marca personal”.