¿Y tú qué opinas? ¿Crees que en el mercado actual se puede ser competitivo sólo por producto o con una excelente estructura de costos? Yo creo que no. ¡Qué no digo que esos aspectos no sean importantes! Pero en un mercado donde prácticamente la totalidad de los productos son commodities, creo que no es suficiente. Y me explico. Si los productos que tenemos, por muy tecnológicos e innovadores que sean, pueden ser replicados en cuestión de meses ¿cómo podemos marcar diferencia con la competencia? Pues muy sencillo con lo único que no pueden copiar, nuestras personas.
Publicado originalmente en la edición No 6 de marzo – abril de 2013 de INCompany
Por Eugenio de Andrés Rivero, Socio Director de Tatum Consulting de España
Hace unas semanas, mis buenos amigos de Interban Network, quienes organizan unos magníficos eventos empresariales, me invitaron a clausurar el Congreso Nacional de Pymes en su primera edición del año que se celebró en Murcia.
Tras un estupendo plantel de ponencias financieras, la organización quería ofrecerles un enfoque complementario, y la intervención que me propusieron realizar se titulaba “Claves de la competitividad basada en personas”.
Y a pesar de tener un foro repleto de empresarios, directores generales y directores financieros de pequeñas y medianas empresas, que llevaba todo el día hablando y debatiendo sobre financiación, tesorería y reducción de costos, no tuve por menos que empezar preguntándoles si pensaban que era posible hoy en día que una empresa fuera competitiva sin contar realmente con sus personas.
¿Y tú qué opinas? ¿Crees que en el mercado actual se puede ser competitivo sólo por producto o con una excelente estructura de costos? Yo creo que no. ¡Qué no digo que esos aspectos no sean importantes! Pero en un mercado donde prácticamente la totalidad de los productos son commodities, creo que no es suficiente. Y me explico. Si los productos que tenemos, por muy tecnológicos e innovadores que sean, pueden ser replicados en cuestión de meses ¿cómo podemos marcar diferencia con la competencia? Pues muy sencillo con lo único que no pueden copiar, nuestras personas.
¿Has ido alguna vez a tomar un café a Starbucks? Sí es así, sabrás que un café allí vale casi tres veces más que en una cafetería normal. ¿Y por qué tiene tantos clientes si su competencia ofrece lo mismo mucho más barato? Por la experiencia que ofrece: por cómo nos tratan, por lo confortable del local, por cómo personalizan nuestros gustos… ¡Si hasta el vaso de café lleva nuestro nombre!
Las experiencias dignas de ser contadas las diseñan las personas, las construyen las personas y nos las hacen vivir las personas. Por eso no creo que hoy en día haya una organización que quiera ser verdaderamente competitiva que lo pueda hacer sin contar muy mucho con ellas.
Y eso ¿cómo se hace?, se preguntará el lector interesado. Pues a mi modo de ver utilizando tres claves:
• Aprovechar el talento de nuestras personas. Primero liberándole, sin coartar, ayudándole a desarrollarse, dejando que se equivoque sin penar su error, logrando que disfrute, que crezca, que aporte. Después, creando diferencias positivas entre los buenos y los malos profesionales. Algo que en la mayoría de las empresas utilizamos mal porque ante dos personas que hacen el mismo trabajo, a la mejor la solemos premiar… ¡Con más trabajo! ¡No puede dar igual hacer bien o mal las cosas! Y por último alineando a las personas con la estrategia de la compañía. Según un reciente estudio de la Universidad de Harvard, sólo el 5% de los profesionales conoce la estrategia de su compañía. Seguro que muchos de ustedes para seguir navegando en el mercado actual os habéis propuesto el ser más baratos, el mejorar la calidad del producto o el ofrecer una experiencia diferente… Pero ¿de qué sirven las estrategias si no alineamos a las personas, sus objetivos y sus comportamientos con ellas?
• Buscando el compromiso. Parafraseando el clásico anuncio de neumáticos “la potencia sin control no vale de nada”, podríamos decir que la capacidad sin compromiso tampoco. Dave Ulrich definió que talento era igual a capacidad por compromiso, ya que sin él ni el mejor profesional es capaz de aportar valor de formar sostenible a su organización. Muchos son los ejemplos de esto en el mundo deportivo, con futbolistas que podrían haber sido auténticos números uno, pero su falta de compromiso con sus clubs, y con ellos mismos se lo impidió. Muy similar, aunque más trágico, es el reciente caso de Amy Winehouse quien decían estaba llamada a ser una de las mejores voces de la historia…
• Desarrollando el liderazgo. Estamos en un tiempo de líderes, no de gestores. De personas que sean capaces de aunar una visión y de llevar a su grupo hacia ellas con autoexigencia, decisión y optimismo. A Javier Fernández Aguado, el mejor exponente del management español, le gusta decir, y yo coincido plenamente con él, que uno de los factores que conforman a un verdadero líder es la ética, porque no podemos poner al mismo nivel a Gandhi y a Hitler, aunque ambos fueron capaces de movilizar a todo un país. Un líder sin ética es un alborotador, y de estos ya tenemos demasiados en nuestra maltrecha política.
En conclusión, las personas son la llave de la competitividad, y por ello es una responsabilidad que debe ocupar y preocupar a todos los directivos, no sólo a los de recursos humanos. Quienes así lo ven, poco a poco van encontrando su sitio en este nuevo escenario. Los que no, muchos se han quedado ya en el camino, y otros tantos seguirán pronto su ejemplo atestando el cementerio empresarial.