Obviamente si has ganado la lotería no estás leyendo este artículo.
Estás embadurnándote en champagne. Comiendo caviar con las manos. Riendo. Estás borracho. Estás por los aires, tus amigos ganadores te están haciendo saltar. No has hecho nada especial, sólo has ganado la lotería. Ahora tienes dinero para hacer muchas cosas. Una de ellas es despedirte. Empezar una vida nueva como autónomo independiente y sentirte emprendedor. De momento (y antes de pasar por Hacienda) todo va bien. Te sientes como el Tío Gilito y estás dispuesto a irte de tu empresa con estilo y gracia. Luis Tejedor nos enseña como en la revista Esquire de España
No vuelvas. Nunca. Ni recojas tus cosas, ¿para qué las necesitas? Él llegará de sus vacaciones de Navidad, probablemente con esos kilos de más que le hacen portar una bolsa con raquetas de pádel para nada. Verá tu sitio vacío. Día tras día vacío. Enhorabuena, estás despedido.
– Otra opción es que te vuelvas asquerosamente rico y compres la empresa en la que estabas trabajando (no vale comprar Apple, nadie se lo cree) y entonces y sólo entonces le despides con estilo y savoir faire. Enfundado en un bonito traje a medida, a ser posible por el sastre de su familia.
– Esta forma no es nada elegante. De hecho es lo menos elegante que se nos ocurre pero aquí va. Vas a salir en televisión. Perdón, vas a salir borracho en televisión, casi llorando y vestido sin el traje de domingo. Entonces te acercarás a la cámara y gritarás. Señor X, no me espere el lunes.
– Puedes llegar al trabajo el lunes como si no hubiera pasado nada. Con una sonrisa tú invitas al café, comentas alegremente lo feliz que ha sido tu fin de semana sin comentar que tu décimo era el elegido. Entonces haces una fotocopia de ese pequeño trozo de papel que te ha hecho tan feliz y lo dejas a tu jefe en su mesa. Con tu firma. Deja que él entienda el resto.
– También puedes conservar tu trabajo sabiendo que pronto tu mujer acabará con ese dinero que tanto (ironía) te costo juntar. Entonces tu vida volverá a ser normal.