Casi cualquier negocio en problemas puede ser rescatado si se aplica la estrategia adecuada y se tiene un poco de paciencia. Aquí te compartimos siete consejos para lograrlo de la mano de Karsten Strauss de Forbes Magazine.
A veces las empresas se encuentran en el camino equivocado. Ya sea debido a una estrategia fallida, un cuerpo administrativo incompetente o incluso un puñado de pequeños fallos que alentan a toda la empresa; algunas compañías sólo necesitan a alguien para que tome grandes decisiones y las haga cambiar de rumbo.
Gabriel Bristol ha enfrentado ese tipo de situaciones un par de veces. Bristol, cuyo currículum incluye temporadas al frente de los equipos de ventas y marketing para el diario Los Angeles Times y MetLife, y un puesto como presidente y consejero delegado en Russell & Miller Acquisitions, es actualmente CEO de Desert Call Connection. Él me ha confiado algunas de sus experiencias y lo que ha aprendido de ellas.
1. Conviértete en una hoja en blanco
“Cuando tienes contacto por primera vez con una empresa puedes escuchar a todo el mundo hablar sobre sus problemas y cómo enfrentarlos. Me parece que la gente a menudo analizará un negocio y ofrecerá respuestas o soluciones sin conocerlo íntimamente”. Si ahogas el ruido tendrás más probabilidades de escuchar los verdaderos problemas de la empresa.
2. Enfócate en las personas
“Muchas personas cometen el error de buscar el software mirando el hardware, examinado sus informes, mirando todos los activos y no el activo más importante al principio, que es el capital humano. Todos esos sistemas, procedimientos y protocolos son sólo tan buenos como la gente que los opera, y que es infinitamente más importante”.
Aunque la sabiduría popular puede mostrar que algunas personas son estrellas y otras para mediocres, Bristol afirma que ha descubierto que tales suposiciones son falsas, señalando su primera regla de acercarse a una empresa en dificultades con una mentalidad abierta, porque todos los empleados y directivos internos tienen algún tipo de agenda.
3. Actúe rápido pero no de forma estúpida
Cuando los cambios rápidos son necesarios para corregir a una empresa en problemas, esos cambios podrían ser pequeños e inteligentes o grandes y tontos. “Eliminar o modificar procesos que comprometan la calidad del producto podría dar lugar a un ahorro inicial de costos, pero a la larga podría motivar un deterioro del negocio. “En otras palabras, evita entrar en modo de pánico”.
4. No te escondas de la verdad
Cuando estás planeando una misión de respuesta tienes que ser realista sobre el calendario al que te apegarás para darte cuenta de si tus planes están funcionando y el negocio hecho está dando un giro. Si no eres realista acerca de los problemas que enfrenta la empresa, tu calendario se retrasará y tu nueva estrategia estará viciada. Bristol se encontró de frente con una falta de comunicación así durante su paso por Russell & Miller.
“El consejo de administración y el director general saliente no me informaron de la gravedad de los problemas, y lo que yo sabía sobre ellos era bastante grave. Mi primer día allí me enteré de que la crisis era mucho más profunda de lo que nadie se había preocupado de compartir y estaban a punto de cerrar las puertas o ir a la quiebra”. La empresa debía productos a un millón de clientes, algunos habían estado esperando durante cuatro meses para la entrega, pero no tenían el capital para la producción y mucho menos para la entrega. “Empecé la reorganización el día que comencé a trabajar”. Después de hacer recortes a nómina, utilidades, reorganizar el calendario y hablar con los vendedores y los acreedores, Russell & Miller fue capaz de salir adelante.
5. Recuerda que un director general debe tranquilizar, no alterar
Ser reservado, evasivo y opaco es una buena manera de subir el volumen a los rumores que los empleados ya están generando. “Cuando la dirección celebra reuniones secretas dentro y fuera de la oficina, o dice una cosa a un grupo y otra a otro, sólo acelera el colapso del negocio”.
6. No te conduzcas por orgullo o miedo
Cuando las cosas van mal siempre hay alguien a quien culpar. Con demasiada frecuencia, los directores ejecutivos o altos directivos tienen demasiado orgullo como para admitir sus errores y toda la organización resiente eso. Una naturaleza obstinada puede ser un agujero en la proa de un barco que se hunde. “Para mí es uno de los criterios que utilizo para decidir si voy a trabajar con una empresa o no”, dice Bristol. “Si el propietario o director general es muy beligerante y parece incapaz o no está dispuesto a cambiar de verdad, comete un gran error”. Pero a veces la imposibilidad de cambiar surge del miedo, no del orgullo.
7. Da a la gente la oportunidad de mejorar para el bien de la empresa (y déjala ir si no lo hace)
Bristol dice que durante una misión de salvamento, cuando ve a un gerente o empleado comportarse de una manera que no está en sintonía con la cultura y los valores corporativos de la empresa, se reúne con ellos en privado y les dice de una manera cálida y amable que su forma de pensar tiene que cambiar. Lamentablemente, algunas personas tienen dificultades para cambiar con las mareas. “Hablé con un VP sobre mejorar la situación en que la que estaba en vez de empeorarla, y comenzó a llorar”, dijo Bristol. “Él me dijo que comprendía lo que le estaba diciendo. Cuando me iba, estaba a punto de darle la mano y él quería darme un abrazo”. Pero el cambio que Bristol esperaba en el directivo no llegó nunca. “Efectivamente, dos horas más tarde, cometió la misma falta”, recuerda. “Esa compañía no podía darse el lujo de darle tiempo a una persona para que aprendiera un comportamiento ético, cómo ser un buen hombre de negocios, cómo ser parte del equipo que reconstruirá el negocio, no desmantelarlo. Así que lo dejé ir”.