“Descargas eléctricas” y “experimentos con soldados” son dos conceptos que no deberían estar en la misma frase.
El primero trae reminiscencias de los siquiátricos de hace no mucho (por ejemplo, las sacudidas de Nicholson en el nido del cuco) y el segundo algunas de los prácticas más oscuras de los Estados Unidos con sus soldados, reflejados en películas como La escalera de Jacob que trajo de calle a Tim Robbins hasta Los hombres que miraban fijamente a las cabras.
Quizá por ello el Pentágono, cuando habla de técnicas para ampliar el periodo de máxima atención de los soldados y reducir sus tiempos de respuesta, se refiere a las descargas eléctricas como “estimulación cerebral no invasiva”. Las primeras pruebas, realizadas a decenas de voluntarios en el Air Force Research Laboratory de la base de Ohio Wright-Patterson Air Force, arrojan una mejora en la capacidad de alerta y la agudeza mental. Más eficaz que una potente mezcla de café y Red Bull.
Las descargas son pequeñas dosis de corriente y se dirigen únicamente a determinadas zonas del cerebro. En las pruebas mencionadas, se aplicó a voluntarios una corriente eléctrica de 1 miliamperio durante diez minutos. La técnica no está libre de efectos secundarios, aunque una leve irritación en la piel por los electrodos y algunos dolores de cabeza pueden ser menos peligrosos que una taquicardia causada por el exceso de cafeína y taurina.
Los efectos a largo plazo
Eso sí, habrá que ver si los efectos a largo plazo sobre el cerebro son tan nimios. El doctor William “Scott” Killgore, citado por The Boston Globe, indica que la técnica todavía no es muy precisa. Entre otras cosas, este profesor de la Harvard Medical School, señala que estimular ciertas partes del cerebro reduce la actividad en otras. Quizá por eso, el ejército de Estados Unidos ha realizado ya cinco estudios diferentes sobre esta técnica, y todavía está jugando con ella antes de decidirse a emplearla.
En todo caso, el Pentágono parece tener claro que en la guerra futura la capacidad de respuesta cerebral será clave, más allá de la falta de sueño y la necesidad de permanecer alerta habituales en cualquier conflicto bélico. Así lo ve, al menos, Alan Shaffer, el secretario asistente de defensa para investigación e ingeniería: “La gente que ganaba el pulso solía ser la gente que ganaba la guerra. En el futuro será quien pueda procesar información de forma más rápida y reaccionar a ella. Si no puedes darle sentido a toda la información que te llega y tomar una decisión, no tiene mucho valor.”
En resumen: nerds del mundo, son buenas noticias. Puede que acabéis con algún temblequeo de más cuando lleguéis a viejos, pero el futuro del mundo será vuestro, no de los más fuertes.
(Fuente: Rafael Claudín de TICbeat)