Estamos viviendo una auténtica explosión del fenómeno startup, El artículo completo puede leerlo en la edición impresa de INCompany que ya se encuentra a la venta en Supermercados WONG, librerías, kioscos, aeropuertos y grifos Repsol y Primax.
Aquí les dejamos un resumen del artículo…
Starbucks, Tous, Apple, Google, o Ikea, fueron un día jóvenes startup contestatarias. Empresas adolescentes que desafiaron la realidad. Y es que una startup es el vehículo organizativo para inyectar innovación de ruptura en el mercado. Y estamos viviendo una auténtica explosión del fenómeno startup, dice Xavier Ferràs Hernàndez, Decano de la Facultad de Empresa y Comunicación de la Universidad de Vic, especial para INCompany.
Estamos inmersos en el boom de las famosas startup’s. Por definición, una startup es una iniciativa empresarial de alto riesgo y elevado potencial de crecimiento, bien porque se sustente en una nueva tecnología, bien porque incorpora un modelo de negocio revolucionario, o ambas cosas. Las startup’s tienen vocación de innovación disruptiva. No se trata de simple innovación generada por la demanda de mercado (market-pull), sino que una startup irrumpe en el mercado y lo transforma.
La innovación market-pull, la más conservadora y tradicional, parte de la proximidad al mercado, del estudio de las necesidades de los clientes, y de la voluntad de satisfacerlos. Sin embargo, hay que tener cuidado: un cliente, generalmente, pedirá mejoras sobre lo preexistente. Querrá lo mismo más barato, más rápido, más pequeño, más eficiente… pero básicamente, lo mismo. Difícilmente demandará un cambio radical de paradigma, o un rediseño completo de la arquitectura dominante del producto o servicio que le estamos sirviendo, pues no es su trabajo imaginarse otra realidad completamente diferente. Por eso, la innovación market-pull es esencialmente incrementalista y de bajo riesgo. Paradójicamente, cuanto mayor es una empresa, más tiende a caer en la inercia de la innovación incremental, perdiendo de vista la innovación radical. Nokia, Microsoft o Kodak son ejemplos de esta dinámica.
La innovación technology-push, el ADN de una startup, por el contrario, surge de la existencia de tecnologías que no tienen un destino o un uso claro. El trayecto al mercado, entonces, puede ser errático. Es un camino de experimentación, donde la interacción rápida con los primeros clientes potenciales es esencial para refinar el producto y llevarlo al diseño que el mercado nos aceptará. Hay que experimentar mediante maquetas y prototipos, de la forma más barata y veloz posible, hasta dar con el mercado ideal. En la medida en que el propio desarrollo tecnológico tiene dosis de incertidumbre (no sabemos si superaremos todos los hitos tecnológicos esperados, no sabemos si la tecnología que estamos desarrollando será fiable, reproducible y escalable), y que no existe un mercado inicial ni parte de demanda alguna, la innovación technology-push tiene una naturaleza mucho más arriesgada y rupturista que la market-pull. Una startup es siempre una iniciativa incierta.
Así, mientras la dinámica market-pull es de simple adaptación al entorno (escuchamos a los clientes y perfeccionamos productos y servicios, aproximándonos con mayor fidelidad a lo que desean), una startup disruptiva persigue una innovación de transformación. Transformamos la realidad preexistente. Así, los primeros aparatos de televisión o radio irrumpieron en los hogares y transformaron su realidad. El automóvil transformó nuestro modo de relacionarnos, como lo hace internet. El walkman de Sony cambió la manera de escuchar música (y no había nadie que lo demandara, simplemente la tecnología lo hizo posible). El iPhone rompió del diseño dominante en el sector de telefonía celular. Una impresora 3D transforma la cadena de valor del manufacturing tradicional, o la cirugía por laparoscopia transforma el modo de operar de los cirujanos. La innovación por impulso de la tecnología es una innovación mucho más arriesgada, disruptiva y transformadora que la simple innovación de arrastre y escucha de mercado.
Existe, sin embargo, un híbrido: la innovación en modelo de negocio. Innovar en modelo de negocio es una innovación disruptiva que, sin embargo, no tiene el riesgo inherente al desarrollo tecnológico. Podemos transformar la realidad sin un exceso de riesgo. Es el caso de Tous (industrializando la creatividad), Zara (imponiendo un modelo de moda ultrarrápido), Ikea (introduciendo la posibilidad de adquirir muebles de diseño a precio razonable), McDonalds (importando la idea de cadena productiva al sector de la restauración) o Starbucks (ofreciendo inicialmente el placer “italiano” de un café espumoso en Estados Unidos).