Las ventas de McDonald’s, el gigante del fast food norteamericano, se han visto fuertemente dañadas por el escándalo de la carne en mal estado en China hasta el punto de registrar una caída intermensual del 2,5% en julio, la peor actuación de la cadena en la última década.
En este importante descenso han jugado un especial protagonismo tres regiones: Asía, Oriente Medio y África, donde las ventas han sufrido un descalabro del 7,3%.
Desde que las autoridades chinas destaparan el trasfondo de lo que ocurría en la fábrica de producción de carne Shanghai Husi Food, donde las medidas de seguridad alimentaria y de higiene brillaban por su ausencia llegando a representar un auténtico peligro para la salud pública, McDonald’s ha tenido que afrontar una de las peores crisis de su historia.
OSI Group, uno de los mayores distribuidores de carne en Estaos Unidos para este tipo de cadenas de comida rápida, entre las que se encuentran también KFC o Pizza Hut, es el propietario de la fábrica de Shanghai implicada en el escándalo, donde se suministraba carne caducada y donde, según ha trascendido, algunos de los empleados llegaron a recoger carne del suelo para volverla a depositar en las máquinas procesadoras.
McDonald’s, con más de 35.000 locales en todo el mundo, advirtió en un documento oficial hace pocos días que el incidente ponía “en riesgo” sus cálculos de ventas para el 2014, pese a que previamente había advertido que las ventas permanecerían “relativamente sin variación”.
Finalmente y tras conocer los resultados de la compañía, ésta ha explicado que “en China, Japón y otros grandes mercados el impacto negativo ha sido significativo” y que “los mercados afectados representan un 10% de las ventas globales”. Incluso las ventas en Estados Unidos han caído un 3,2%.
La crisis de reputación de McDonald’s no parece que vaya a resolverse de la noche a la mañana. Mientras tanto, la compañía busca a marchas forzadas nuevas estrategias con las que recuperar la confianza del consumidor.
