Todos hablan de Thomas Piketty. Este economista francés, especializado en el estudio de la desigualdad económica, es el autor de “El Capital en el siglo XXI”.
Su libro publicado en marzo ya es “best seller”. La obra tiene unas 650 páginas, fue publicado en inglés el 10 de marzo, trepó al puesto número uno de la lista de best sellers de Amazon en Estados Unidos en abril y su impacto ha sido comparado con el que tuvo Adam Smith en el siglo XVIII, Karl Marx en el XIX y John Maynard Keynes en el XX.
“Llevarlo debajo del brazo se ha convertido en la nueva herramienta de conexión social en ciertas latitudes de Manhattan” ha dicho The Guardian del libro.
El New York Times lo ha mencionado hasta en seis artículos distintos en un solo domingo. El New York Magazine publicó la semana pasada un reportaje sobre su desenfrenado tour mediático y tanto se ha dicho sobre Piketty y su Capital que el Washington Post se burla con una pieza titulada: “Cómo escribir tu propio artículo de Piketty en diez cómodos pasos”.
Uno de los seis artículos que The New York Times dedicaba a su nuevo hijo predilecto colocaba a Piketty en la genealogía de “intelectuales superstar”, esas figuras que sólo se dan una vez cada década y que consiguen aunar máximo rigor académico con una popularidad mainstream normalmente sólo asequible para una estrella del pop, destaca el diario El País de España. Los sesenta tuvieron a Susan Sontag, los setenta a Christopher Lasch, los ochenta a Allan Bloom –“la versión universitaria de Gordon Gekko, el protagonista de Wall Street de Oliver Stone”– y los noventa a Francis Fukuyama. Según el Times, el siglo XXI estaba huérfano de figuras totémicas y se había conformado con divulgadores meramente espabilados, como Malcolm Gladwell, hasta que llegó Piketty. Lo que todos estos pensadores tendrían en común es que no sólo defienden una gran tesis, sino que además “capturan el zeitgeist y de alguna manera lo personifican”.
La investigación de las estadísticas históricas realizada por Thomas Piketty estableció que la proporción de los ingresos de capital en el ingreso nacional fue de 6 o 7 en el siglo XIX, cayó a 2 después de la Segunda Guerra Mundial y en el siglo XXI volvió a un nivel cercano al siglo XIX, con un valor de 5 o 6. Por otra parte encontró que en el largo plazo, el retorno promedio sobre el capital supera la tasa de crecimiento de la economía, lo cual implica que los propietarios del capital son cada vez más ricos más rápido que el resto de la población.
La BBC destaca que ha sido elogiado por los premios Nobel de Economía, Paul Krugman y Joseph Stiglitz, encomiado por el influyente editor del diario Financial Times, Martin Wolf, y analizado en profundidad por el semanario The Economist. “Capital in the 21st Century”, de Piketty, contiene un duro ataque al capitalismo y un rasgo que considera inherente a su funcionamiento: una creciente desigualdad que tarde o temprano será “intolerable”.
El mensaje recuerda (al igual que el título de la obra) las predicciones de Karl Marx sobre el inevitable antagonismo entre una minoría cada vez más rica y una mayoría cada vez más relegada. No en vano The Economist apodó a Piketty “el moderno Marx”, pero entre las sorpresas de este supuesto heredero del autor de Das Kapital y el “Manifiesto Comunista” está el hecho de que fue recibido simultáneamente por la Casa Blanca y el Fondo Monetario Internacional para que explicara sus tesis.
En su reseña para The New York Review Paul Krugman buscó sintetizar el interés que despierta el libro. “Presenta un nuevo modelo que integra el concepto de crecimiento económico con el de distribución de ingresos salariales y riqueza. Cambiará el modo en que pensamos sobre la sociedad y la economía”, escribió Krugman.
Esta radiografía completa del capitalismo patrimonial se encuentra en el imponente último libro de Thomas Piketty, “Le capital au XXIe siècle”. Sin haber sido todavía traducido a ningún otro idioma, esta obra se ha convertido inmediatamente en una referencia de las ciencias sociales. Ya antes de su publicación, Thomas Piketty, un brillante economista francés de 41 años, era un referente mundial en el estudio de las desigualdades de renta. Junto con Emmanuel Saez, de la Universidad de Berkeley, y Anthony Atkinson, de la Universidad de Oxford, han construido una base de datos monumental sobre las rentas altas, la World Top Incomes Database, en la que también ha colaborado el joven economista argentino Facundo Alvaredo.
Fuerte impacto
El fuerte impacto del libro de Piketty se explica por varias razones. La primera es el carácter inédito y exhaustivo de un estudio del capital, tanto de las rentas como del patrimonio, en los países desarrollados en la mayor escala temporal que permiten los archivos, es decir, prácticamente, desde la Revolución Francesa, la Revolución Industrial en Reino Unido y la independencia en Estados Unidos. Sobre otros países, como Alemania, Japón, Canadá o Suecia, las estadísticas fiables disponibles empiezan a finales del siglo XIX. Todos estos datos se pueden consultar en un anexo técnico en internet que constituye una auténtica mina documental. La segunda razón son las conclusiones empíricas que se extraen de este estudio y que contradicen axiomas de la teoría económica hasta ahora inamovibles. La tercera son las nuevas leyes del capitalismo que se deducen del análisis de los datos. Por último, Piketty, que pertenece a la estirpe de los intelectuales franceses preocupados por el devenir político del mundo en el que viven, ofrece una perspectiva inquietante sobre la evolución previsible del capitalismo patrimonial en el siglo XXI y va más allá al proponer soluciones.
Las críticas
El libro de Piketty ha sido criticado desde dos perspectivas, reseña la BBC. Desde la derecha se ha reconocido la “extraordinaria magnitud de los datos acopiados y comparados”, pero se ha disentido con la tesis principal y con la “pobreza” de los remedios propuestos.
El semanario The Economist sintetizó en su última edición las críticas. “Muchos piensan que Piketty se equivoca al creer que el futuro será como el pasado, el siglo XXI como el XVIII y XIX. Otros agregan que, en realidad, es cada vez más difícil obtener una buena rentabilidad del capital invertido. Y, además, la mayoría de los super-ricos de hoy ha conseguido su riqueza gracias a su esfuerzo y no por herencia“, señala el semanario.
Desde una perspectiva de centro izquierda, también se ha criticado a Piketty porque su tesis se mantendría dentro de los límites de la economía “neoclásica”.
El autor de “Post Keynesian Economics: Debt, Distribution and the Macro Economy”, el académico estadounidense Thomas I. Palley señala que esta limitación hace posible “cambiar algo para que no cambie nada”, vieja técnica del gatopardismo.
“Piketty suministra una explicación de la creciente desigualdad en el marco neoclásico y centra el problema en la diferencia entre la rentabilidad del capital y el crecimiento. Este esquema neoclásico le hace enfocar el tema impositivo como el remedio sin prestar atención a las estructuras del poder económico”, señala Palley.