Más de 40 compañías tecnológicas no cotizantes están valuadas en más de u$s 1.000 millones, marca que superan gracias a la inyección de capital que hacen los inversores.
Sin embargo, un nuevo grupo de emprendedores está estableciendo un nuevo estándar: recaudar más de u$s 1.000 millones en capital fresco -a veces en un sola ronda de recaudación- y valuaciones que superan los u$s 10.000 millones. Apenas un puñado de empresas nacientes (las llamadas startups) logró eso en los últimos cinco años, entre ellas Facebook y Groupon, antes de que esas compañías de Internet salieran a bolsa. Ahora los inversores se pelean por quedarse con alguna porción de las tecnológicas nuevas más atractivas, destacan Tim Bradshaw y Richard Waters en The Wall Street Joirnal.
Las apuestas subieron la última semana. Uber, la aplicación de taxis que ya había recaudado u$s 1.200 millones en junio, está buscando recaudar al menos u$s 1.000 millones más, comentan algunas fuentes, con una valuación que algunos predicen podría superar los u$s 25.000 millones, casi 50% más que hace apenas cinco meses.
Mientras tanto, Flipkart, el fenómeno de comercio electrónico recaudó u$s 1.000 millones en julio y estaría buscando más fondos. Y Xiaomi, el fabricante chino de teléfonos inteligentes que está compitiendo con Apple y Samsung en Asia y América Latina, y también está buscando captar u$s 1.500 millones en una operación que la convertiría en la compañía no cotizante más valiosa del mundo, valuada en más de u$s 40.000 millones, comentan fuentes familiarizadas con sus planes. Cada una de ellas tiene un diferente modelo de negocios pero todas tienen algo en común: les dan a los inversores una manera de apostar en el crecimiento continuo del Internet móvil, una oportunidad bastante difícil de encontrar en los mercados públicos.
El hecho de que estas únicas rondas de recaudación superen los u$s 1.000 millones se debe a una reciente ley de EE.UU. conocida como la Jobs Act, que hace permite a las compañías ampliar su base de inversores sin tener que cotizar en Bolsa, Lise Buyer, que trabajó para Google cuando ésta hizo su salida a la Bolsa.
El resultado ha sido un cambio estructural significativo en los mercados de capital. Los fondos mutuos y otros que normalmente sólo invierten en acciones públicas se vieron forzados a apoyar compañías no cotizantes con la esperanza de poder entrar antes de que las valuaciones se disparen. Los fondos de inversión tradicionales, hedge funds, fondos soberanos de inversión y las familias adineradas están pendientes de no perderse el siguiente Facebook o Alibaba, permitiendo que las compañías populares recauden miles de millones de dólares de capital privado y puedan diferir una oferta pública inicial para más adelante en su desarrollo corporativo.