Telefónica SA estaba a punto de sellar la adquisición del operador celular mexicano Grupo Iusacell SA de CV cuando un mensaje en Twitter le aguó la fiesta.
“Telefónica dice y desea comprar la participación de Grupo Salinas en Iusacell. No está a la venta”, tuiteó en julio Ricardo Salinas, presidente de Grupo Salinas y accionista de Iusacell, a sus más de 300.000 seguidores.
El rechazo representó un revés en los esfuerzos del gigante español de las telecomunicaciones por obtener más escala en menos mercados, señala Christopher Bjork en The Wall Street.
Salinas vendió este mes Iusacell a la estadounidense AT&T Inc. por US$2.500 millones, más de lo que había ofrecido Telefónica, y dejó a la española con una operación que sigue ocupando un distante segundo lugar en un mercado donde quiere ser primero.
En el último año, Telefónica ha enfrentado situaciones similares al reorganizar partes de su imperio, que se extiende por casi toda América Latina y tres de las cinco principales economías en Europa. Ha elevado sus apuestas en Brasil y Europa, donde ha invertido US$20.000 millones en grandes adquisiciones. Se ha replegado en países donde carece de escala, como Irlanda y la República Checa, y vendido la mayoría de sus acciones en un operador chino.
Telefónica negó una solicitud de entrevista para ahondar en sus planes de reconfiguración de activos, que podrían estar detrás de su anuncio el lunes de que negocia la venta de su división celular en el Reino Unido, O2, a la local BT PLC. En un mercado británico competitivo donde los rivales han empezado a ofrecer paquetes de Internet de alta velocidad, planes celulares y televisión digital, O2 podría pasar apuros a menos que reduzca o aumente su tamaño.
“Es la tendencia europea, pasar de tener amplitud a más escala en menos mercados”, dijo Jonathan Dann, analista de Royal Bank of Canada.
Por ejemplo, la británica Vodafone Group PLC vendió su participación en Verizon Wireless en Estados Unidos y expandió sus operaciones en Alemania y España. Dann dijo que Telefónica seguramente utilizará los fondos que recaude de una venta en el Reino Unido en el fortalecimiento de su posición en los mercados latinoamericanos más importantes. Los analistas valoran O2 en cerca de US$14.000 millones.
BT, ex monopolio telefónico británico, también está en conversaciones con un segundo operador móvil, EE, una empresa conjunta entre Orange SA y Deutsche Telekom AG , y ha advertido que las negociaciones están en una etapa preliminar.
Asociarse con BT, que posee la mayor parte de la infraestructura de línea fija en el Reino Unido, pero que no ofrece servicio celular, le convendría a ambas firmas y liberaría efectivo que Telefónica podría usar para reducir su deuda, dice Isaac Chebar, gestor de fondos de DNCA Finance SA, que posee acciones en Telefónica y otras compañías de telecomunicaciones.
La empresa española se quedó al margen de una reciente ola de fusiones en España que redujo el número de operadores de redes de tres a cinco. Aunque las ventas en su país han caído en los últimos años, la empresa prevé que subirán en 2015. El ex monopolio español ha instalado cables de fibra óptica por todo el país, lo que le ha permitido atender una creciente demanda de paquetes de productos. Hace poco, adquirió el principal operador de televisión paga, una operación que impulsará aún más sus productos digitales.
La expansión de Telefónica en Brasil y Alemania puso fin a un período de precaución y reducción de deuda. La firma ha asumido más de 50.000 millones de euros en deuda para financiar una seguidilla de adquisiciones durante los años de auge previos a la recesión de la zona euro en 2008 y la posterior crisis de deuda que disparó los costos del crédito. Telefónica compró O2 en 2005 por 17.700 millones de libras esterlinas (US$27.800 millones).
Aunque Telefónica ha pagado parte de su deuda, sus obligaciones siguen preocupando a los inversionistas.
“Claro que preferiría que Telefónica venda en el Reino Unido, siempre y cuando obtenga un buen precio”, dice Norbert Janisch, gestor de fondos de Raiffeisen Capital Management de Austria, que administra 30.000 millones de euros, incluyendo 7 millones de euros en acciones de Telefónica. “Si decidieran quedarse, tendrían que invertir muchísimo. Preferiría que redujeran deuda”, agrega.
Analistas dicen que Telefónica aún tiene trabajo por hacer en América Latina, que representó poco más de la mitad de sus ingresos de 13.000 millones de euros en el tercer trimestre. Este año, acordó comprar el proveedor de banda ancha brasileño GVT, con lo que Brasil reemplazó a España como su principal mercado.
Observadores esperan que los operadores celulares brasileños se reduzcan a futuro de cuatro a tres, y Telefónica será uno de ellos.
La empresa podría tener menos oportunidades en México, un mercado donde ha tenido dificultades para ganar suficiente escala desde que invirtió por primera vez en 2001. La industria mexicana está dominada por América Móvil, de Carlos Slim, que controla casi 70% del mercado.
Este año, América Móvil decidió vender activos para reducir su dominio a menos de 50% y adherirse a las nuevas regulaciones de competencia que se derivan de la reforma de las telecomunicaciones en México.
José María Álvarez, director operativo de Telefónica, dijo este mes que los cambios regulatorios en México “ofrecen un campo de juego mucho más nivelado” que le da a la empresa “una perspectiva mucho más positiva”.
Pero los bancos involucrados en la planeada venta de activos de América Móvil dicen que AT&T lleva la delantera. John Stankey, jefe de estrategia de AT&T, ha indicado que la empresa será “muy agresiva” a la hora de cortejar a los clientes de América Móvil, una estrategia que obligará a Telefónica a invertir más en México.
—Santiago Pérez y Anthony Harrup contribuyeron a este artículo.