La última portada del semanario estadounidense Bloomberg Businessweek es no sólo extremadamente vistosa sino también una auténtica “patada en la boca” a una marca que hace no mucho se jactaba de ser el epítome de lo “cool”.
Nos referimos a la firma de moda Abercrombie & Fitch. Un hombre sin camisa, con los tejanos desabrochados y con los pulgares estratégicamente situados en la pelvis, quizás demasiado visible, protagoniza la nueva portada de Bloomberg Businessweek. Si no fuera porque el hombre retratado en la fotografía no está precisamente en la flor de la vida, estaríamos probablemente ante el típico anuncio de Abercrombie & Fitch. Sin embargo, cuando leemos el titular que acompaña la imagen, “The Aging of Abercrombie & Fitch” (El envejecimiento de Abercrombie & Fitch), queda a las claras que no estamos ni mucho menos ante un anuncio de la famosa firma sino más bien ante un “puñetazo” en toda regla contra ella.
Durante los últimos años Abercrombie & Fitch no levanta cabeza. Las ventas a la baja, los desafortunados comentarios del que fuera su CEO, Michael Jeffries, la excesiva pequeñez de sus tallas y su facilidad para meterse en todo tipo de polémicas han puesto a una marca de antaño extremadamente lozana a los pies de los caballos. Aunque brutal, la imagen de portada del último número de Bloomberg Businessweek condesa a la perfección la debacle de la marca Abercrombie & Fitch. Obsesionada con la juventud y la belleza, la marca se ha convertido en víctima de su mayor temor: la decrepitud. El mundo de fantasía creado en su día por Abercrombie & Fitch y en el que sólo había espacio para jóvenes de cuerpos absolutamente perfectos se ha quedado en agua de borrajas. Si quiere volver a conectar con sus clientes, a la compañía no le quedará más remedio que decir adiós a ese mundo de fantasía y crear un “mundo de realidad”. ¿Lo hará?