Pide la disolución de la Unión Europea y de las negociaciones sobre la nacionalización de los bancos.
Considera a Estados Unidos como proveedor de políticas peligrosas y a Rusia como un amigo más adecuado. Quiere poner fin a la inmigración y cree que la república está bajo un ataque islámico, reseñan Anne-Sylvaine Chassany y R. Halaf en el Financial Times.
Por más radical que sea la visión para Francia que tiene Marine Le Pen, la posibilidad de que las políticas de su Frente Nacional (FN) se conviertan en realidad ya no es pura fantasía. “Es el momento del Frente”, declaró Le Pen en una entrevista con Financial Times.
Dos meses después de la masacre terrorista en la revista francesa Charlie Hebdo y en un supermercado judío de París, el partido de extrema derecha fortaleció su posición como la fuerza política más dinámica en un país asustando y frustrado. Su líder de 46 años ahora es una posible ganadora de las elecciones presidenciales de 2017. Las encuestas colocan al FN por delante del Partido Socialista gobernante y del UMP de centroderecha en la primera ronda de las elecciones locales de este mes; y un sondeo le da cerca de 33% de los votos.
La mayor popularidad de un partido que durante décadas parecía consignado a la periferia hizo sonar las alarmas en todo el espectro político. El presidente François Hollande habló esta semana de la necesidad de “quitarle” votos al FN, y en una entrevista con Le Parisien aseguró que el crecimiento de ese partido es “un fracaso colectivo”.
Gran parte del mérito por ese avance del FN pertenece a Le Pen por sus esfuerzos por ampliar sus bases desde que asumió el partido en 2011, pero también se debe al malestar que sufre una Francia cuya economía se estancó en los últimos tres años mientras que el desempleo subió a más de 10%.
Al fin de cuentas, abandonar el euro es la única solución, afirmó Le Pen: “Nos dicen que va a ser catastrófico, que lloverán sapos, que el Sena se convertirá en un río de sangre. No hay tantos problemas prácticos”.
Para desintoxicar la marca FN, se distanció de los comentarios antisemitas que hizo su padre y fundador del partido, Jean-Marie Le Pen, quien describió las cámaras de gas como “un detalle” de la Segunda Guerra Mundial. Hay ocasiones en que ella y su padre no están de acuerdo, aseguró. “Pero yo soy la presidenta del Frente Nacional y él es el presidente honorario. Yo determino cuál es la línea”.
En una pequeña oficina de un edificio moderno ubicado en el suburbio parisino de Nanterre, Le Pen se muestra como una política decidida, cómoda con todos los temas mientras resta importancia a los desafíos o contradicciones de sus políticas: “No estoy acá para atender una boutique, estoy acá para alcanzar el poder y devolvérselo al pueblo francés”.
Con apariencia de apurada, tiende a sentarse en el borde de su asiento, juega con su lapicera, se peina con sus dedos o inhala su cigarrillo electrónico.
Gran parte de la clase política todavía considera al FN como un partido xenofóbico que difunde la política del miedo y que ha suavizado su fachada pero no su sustancia.
Se burla cuando le piden que opine sobre el plan del gobierno para abordar el yihadismo local; recita su lista de medidas de línea dura, incluyendo una política de tolerancia cero hacia los ataques al laicismo francés, la imposición de predicadores de habla francesa en las mezquitas y quitar la ciudadanía francesa a los yihadistas con doble nacionalidad que combaten en el exterior.
Le Pen también quiere un cambio radical de la política exterior para revisar las relaciones con el régimen sirio de Bashar al-Assad y con los de Qatar y Turquía, que según ella apoyan el terrorismo.
Para ampliar sus base entre la clase trabajadora, no dudó en tomar prestados temas de la izquierda. Defiende los servicios públicos y se presenta como protectora de los trabajadores y agricultores frente a la “salvaje y anárquica globalización”.
¿Está listo el FN para gobernar? Le Pen se encoge de hombros. No es experiencia lo que se necesita, “hay que salir del sistema. Estamos en un sistema que está un poco podrido. Necesita mos un nuevo par de ojos”.