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La ‘start-up’ Medella está desarrollando un dispositivo para medir el nivel de glucosa en las lágrimas de pacientes con diabetes.

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El último emprendedor en sumarse a los esfuerzos por hacer lentes de contacto inteligentes que realicen el seguimiento médico de enfermedades es un desertor escolar de 22 años de edad, destaca un artículo de Caleb Garling en el MIT Technology Review.

Harry Gandhi dejará sus estudios de biotecnología y económicas en la Universidad de Waterloo para dedicarse a tiempo completo a su start-up médica, Medella. Gandhi es uno de 20 estudiantes universitarios seleccionados por la Fundación Thiel, una organización filantrópica fundada por el inversor de Sillicon Valley Peter Thiel que fomenta valores libertarios, para formar la lista de becados del 2015. La fundación premia a jóvenes emprendedores con 100.000 dólares (unos 90.000 euros) con la condición de que dejen los estudios para centrarse en sus proyectos.

Fundada en la universidad en 2013 y con una plantilla actual de siete empleados a tiempo completo, Medella pretende desarrollar unas lentillas que midan el nivel de glucosa presente en las lágrimas como método de control médico de la diabetes. En 2012, aproximadamente 29,1 millones de estadounidenses – lo que equivale al 9% de la población – padecen de diabetes, según datos de la Asociación Americana de la Diabetes. Los costos médicos asociados con esta enfermedad han ascendido a 245 mil millones de dólares (unos 220 mil millones de euros) desde los 174 mil millones de dólares (o 156 mil millones de euros) en 2007.

El dispositivo de Medella está aún en la fase “macroprototipo” – la escala corresponde más al globo ocular de un elefante que al de un humano, dice Gandhi. La idea es que un diminuto biosensor incorporado en la lentilla mida la concentración de glucosa en los fluidos presentes en la inmediación del ojo, y un circuito procese estos datos y los envíe vía antena a un pequeño dispositivo que se puede conectar al cuello de camisa, un collar o las gafas del paciente. A su vez, ese dispositivo manda la información a un dispositivo Bluetooth, como un smartphone, donde una app almacena y analiza los datos.

Actualmente las lentillas necesitan este dispositivo como intermediario para amplificar la señal, pero también como fuente de alimentación energética para la lentilla. Medella consideró la opción de aprovechar la energía generada con los propios movimientos y señales electroquímicos de la zona ocular para alimentar el dispositivo, pero según Gandhi existen demasiadas variaciones electroquímicas de una persona a otra como para depender de esto como fuente de alimentación. La empresa también sopesó incorporar una batería a la lentilla, pero esa solución sería demasiado voluminoso.

Gandhi y Medella desde luego no son los únicos que albergan esperanzas para la tecnología de lentes de contacto inteligentes. Gigantes tecnológicos como Novartis, Google y Microsoft han anunciado planes de trabajar en tecnologías similares durante los últimos años. Por ahora, Gandhi cree que su empresa se diferenciará ofreciendo un sensor que requiera menos calibración y dura más tiempo. Hasta el pasado octubre, Medella operaba en modo sigiloso, guardando su propiedad intelectual con recelo.

“Será interesante ver a dónde nos lleva esta industria durante los próximos dos o tres años”, dice Gandhi, que rehusó confirmar cuándo estará listo para comercializarse su producto.

Gandhi no es precisamente un principiante; Medella es su segunda start-up – la primera, una empresa de secuenciación genética, fracasó. “Quizás me pase de optimista, pero creo que en este juego sólo fracasas cuando dejas de intentarlo”, dice.