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Un casco conectado permite a los pacientes de ELA comunicarse con el mundo exterior y representa la tendencia del IoT hacia usos sanitarios, señala Carlos Corominas en el MIT Technology Review.

WEREABLES
Mark Zuckerberg, Lady Gaga e incluso el expresidente de EEUU George W. Bush se tiraron un cubo de agua con hielo a la cabeza el año pasado, lo grabaron el vídeo y lo colgaron en internet. Miles de personas en todo el mundo también participaron en este extraño ritual, conocido como el reto del cubo de agua helada que trataba de concienciar a la sociedad sobre la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Fue internet el que logró la espectacularidad de la campaña, pero su utilidad para esta enfermedad no se limita a ser un mero vehículo conductor de vídeos virales. La red también puede servir para ayudar a estos enfermos gracias a este wearable.

La ELA es una enfermedad degenerativa que paraliza los músculos progresivamente. Poco a poco, los enfermos pierden su movilidad, su capacidad de comunicarse y sus funciones fisiológicas hasta la muerte. Para mejorar su calidad de vida, Accenture y Phillips han desarrollado Emotiv, un portable para la cabeza que transforma las ondas cerebrales del paciente en órdenes. Dichas órdenes le permiten comunicarse con el exterior gracias a su conexión a internet.

Emotiv ha sido presentado en el IoT World Solution Congress, que se celebró la semana pasada en Barcelona (España). El dispositivo aporta una utilidad más al universo de internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés). “Lo más importante es que el paciente pueda comunicarse con el mundo exterior de una manera sencilla”, explica el director de Tecnología Wearable de Accenture, Erik Jacobson.

Gracias a esta comunicación, el enfermo puede encender y apagar la luz, cambiar el canal de la televisión, escribir un email, llamar a sus familiares y avisar a emergencias si hay algún incidente. “Dispositivos como este ofrecen mayor autonomía y seguridad a los pacientes y a los familiares que, además, ven reducida su carga de trabajo”, explica el jefe de servicio de Neurología del Hospital Univesitario de la Paz, Exuperio Díaz Tejedor, y destaca la importancia de que “el paciente no se sienta aislado” del mundo.

Con esta estrategia, internet de las cosas se aleja de servicios como el entretenimiento y la ubicuidad, más característicos de otros objetos conectados como teléfonos móviles y relojes inteligentes. Emplear las posibilidades del IoT en el ámbito sanitario “afectarán completamente a los servicios médicos, a la forma en que entendemos la salud y a la investigación”, indica el director de la división de Internet de las Cosas para la Salud de Accenture, Gustavo Talavera. De hecho, según un informe de McKinsey&Company, en 2025 el mercado de IoT para la salud será superior a 170.000 millones de euros (unos 150.000 millones de euros).

Pero los wereables conectados no sólo sirven para mejorar la vida de los pacientes, también pueden ayudar a comprender mejor al ser humano y a mejorar la salud. El psiquiatra del Hospital General de Massachusetts (EEUU), John Denninger, los utiliza para monitorizar a un grupo de voluntarios para investigar si la meditación puede bloquear y desbloquear algunos genes causantes del estrés crónico y responsables de funciones inmunológicas.

“No se trata de modificar genes o hacer terapias genéticas, consiste en cambiar las expresiones de los genes con meditación: es algo espectacular”, afirma Denninger. Aunque sus primeras investigaciones eran prometedoras, “había que ampliar la información para estar seguros de cómo afecta el estrés y la vida cotidiana”.

Para ello se han servido de una serie de smartwatches que registran la actividad del grupo de control para conocer sus hábitos y registrar todos los cambios que se producen en el organismo. El proyecto se encuentra en una fase de recogida de datos que más adelante procesarán para determinar cómo los hábitos pueden influir sobre el estrés. “Lo más relevante de los wereables es que no mienten”, indica Denninger, que señala que siempre se ha tenido que fiar de lo que decían los pacientes, sin poder comprobar si era cierto.

Ya no engañas a tu médico
El estudio de Denninger muestra la relevancia de los datos de dispositivos médicos conectados para mejorar la medicina, pero también puede servir para impulsar la prevención y unos hábitos más sanos. “Se está pasando del hogar conectado al hogar de la salud”, indica Talavera. Un ejemplo puede encontrarse en la cocina: “Tu nevera puede conectarse con tu smartwatch o tu pulsera de fitness para que tu dieta se adapte al ejercicio que has hecho”. La explosión de estos dispositivos conectados puede hacer que se pase de los 130 millones wearable de fitness conectados hoy en día a los 1.300 millones que se prevén para 2025, según McKinsey&Company.

Esta conexión de dispositivos no sólo sirve para que la nevera te regañe por comer chocolate de más. “Lo importante de internet de las cosas es que permite que la salud y los cuidados estén en todas partes”, indica Talavera. Pone el ejemplo de los familiares de personas mayores: “Puedes saber a qué hora se ha levantado, si ha tomado la medicación, si ha seguido sus rutinas o incluso si ha sufrido una caída y no puede levantarse”.

Los wereables sirven para medir todo lo que hacemos, para tenernos conectados todo el tiempo. Eso sí, también lo controlan todo. Así que cada vez va a ser más difícil engañar al médico sobre la dieta o el ejercicio que hemos realizado. Puede que internet de las cosas haga que las mentiras en medicina sean cosa del pasado.