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Los magnates que simbolizaron el auge de la economía brasileña cayeron en desgracia. Sus imperios se desinflaron, como le sucedió al país que iba a ser la quinta potencia mundial antes de 2015.

BRASIL-SE-DERRUMBA
En 2011, varios analistas, incluidos los del Fondo Monetario Internacional (FMI), vaticinaron que en 2015 Brasil sería la quinta potencia económica del mundo. En ese momento el país suramericano subía a la sexta posición desplazando a Gran Bretaña. Un estudio del Centro de Investigaciones en Economía y Negocios (CEBR), con sede en Londres, publicado por el diario The Guardian, indicaba que Brasil se encontraba solo detrás de Estados Unidos, China, Japón, Alemania y Francia, recuerda un informe de la revista Semana.

Muy complacido por los pronósticos, el ministro de Hacienda brasileño de entonces, Guido Mantega, aseguró que el ascenso se produciría antes de ese año, aunque no se atrevió a definir si llegaría en 2013 o 2014.

La verdad es que el producto interno bruto (PIB) de Brasil iba a gran velocidad. Entre 2003 y 2010 la economía creció en promedio 4,5 por ciento, con picos del 7 por ciento, lo que ubicaba al coloso entre las economías emergentes más importantes del mundo, agrupadas en el Bric con Rusia, India y China. “La velocidad de crecimiento de Brasil supera a la de las naciones de Europa. Por eso es inexorable superar a Francia próximamente, y tal vez hasta podamos pasar a Alemania”, declaró Mantega a finales de 2011.

Pero el momento mágico del que hablaba el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ya pasó. Cuando la economía china perdió aliento y el ciclo del auge de los commodities llegó a su fin, Brasil se quedó sin sustento. Los ingresos públicos, que crecieron extraordinariamente gracias al boom externo, se quedaron cortos para financiar el gasto y muchas debilidades de su economía quedaron al desnudo.

Luego llegó el desplome del precio del petróleo y la situación se complicó aún más. En un análisis para CNN, el economista Paulo Vieira da Cunha dijo que todo había sido consecuencia de “un mal manejo de la política económica y de un diagnóstico equivocado”.

Hoy la economía de Brasil vive su peor recesión de los últimos 25 años. El FMI estima que cerrará 2016 con una contracción del 3,5 por ciento, y el pronóstico de que se convertiría en la quinta potencia se disipó en el aire. Basado en cifras del año pasado, cuando se estimaba que Brasil caería 1 por ciento, el fondo había calculado que el país suramericano se ubicaría en el puesto número ocho entre las mayores economías del mundo. Pero con la contracción esperada para 2016, muchos analistas creen que varios países lo superarán.

A la par con el desinfle de la economía brasileña, también se han derrumbado los imperios de los magnates que simbolizaron el auge de la potencia suramericana. Han resultado afectados no solo por el escenario económico, sino por investigaciones de corrupción que han escandalizado a la opinión pública dentro y fuera de Brasil. Estos son los casos más significativos.

Fin de una leyenda
El nombre de Eike Batista era hasta hace unos años sinónimo de emprendimiento y opulencia. Con una fortuna estimada en 34.000 millones de dólares, llegó a convertirse en el hombre más rico de Brasil y uno de los siete grandes millonarios del planeta según la revista Forbes.

El empresario escaló tan alto que, en pleno apogeo de sus negocios y haciendo gala de su riqueza, le advirtió al multimillonario mexicano Carlos Slim que lo iba a desplazar del primer lugar de los hombres más ricos del mundo.

Tenía motivos para decirlo. Era dueño de un imperio de negocios en el sector petrolero con su compañía de crudo y gas OGX, así como en astilleros, energía, logística y recursos naturales. Sus inversiones llegaban a varios países, entre ellos Colombia, donde adquirió las minas de carbón Cañaverales, Papayal y San Juan, en la costa Atlántica, que posteriormente vendió a una firma turca por 450 millones de dólares.

Batista se desplazaba a cualquier lugar del planeta en su avión o en su yate y se le veía en permanente compañía de mujeres hermosas, entre ellas su esposa de entonces, Luma de Oliveira, una famosa exmodelo de Playboy. Sentía una gran pasión por los deportes náuticos y llegó a ser campeón mundial en varias competencias.

Esos lujos estaban al alcance de un hombre que demostró desde muy joven su garra para los negocios, en los que incursionó a los 18 años vendiendo seguros en Alemania, el país de su madre. A los 21 años fundó su primera empresa, una comercializadora de oro, que sería el plante de su fortuna, pues en menos de dos años ganó 6 millones de dólares. De ahí en adelante comenzó a adquirir minas de oro en Brasil y Canadá.

Pero la vida le dio un vuelco a mediados de 2012 cuando la petrolera OGX, joya de la Corona, sufrió un revés cuando reconoció públicamente que no iba a producir los millones de barriles de crudo que había anunciado. Entonces comenzó la debacle. Los mercados internacionales le dieron la espalda y el valor de las compañías se vino a pique en las plazas bursátiles.

En octubre de 2013 se declaró en quiebra, con deudas por 5.000 millones de dólares, la mayor bancarrota de América Latina. Estuvo a un paso de ir a la cárcel acusado de manipular el mercado bursátil, falsedad y lavado de activos. Y como al caído caerle, perdió sus principales propiedades y sus lujosos autos, como el Lamborghini que exhibía en un salón de su apartamento en Río de Janeiro. Sus cuentas, la de su tercera esposa y la de sus hijos terminaron embargadas.

Hoy, a sus 59 años, Batista afronta un proceso penal, que ha sufrido varios retrasos, y que según los analistas implicaría una pena de cuatro años de cárcel que podría ser conmutable por servicios a la comunidad.

Cae el Príncipe de los contratistas
Desde su celda en la cárcel de Curitiba, donde se encuentra desde junio de 2015, renunció a su cargo en diciembre el presidente ejecutivo de Odebrecht, la mayor compañía de ingeniería de América Latina. Esta fue una de las más recientes decisiones que Marcelo Odebrecht ha adoptado para preparar su defensa, luego de ser acusado por las autoridades de su país de corrupción y lavado de dinero.

Nunca en su vida había recibido un golpe tan duro la cabeza más visible de una de las dinastías empresariales de mayor trayectoria y poder en esta nación suramericana. Marcelo, un ingeniero civil de 47 años con un MBA en Lausana (Suiza), ingresó a trabajar en la compañía en 1992 y a partir de 2008 se convirtió en su presidente ejecutivo. En las últimas dos décadas la firma logró su mayor expansión gracias, entre otras cosas, al trabajo y la visión para los negocios de este empresario que tenía gran cercanía con los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff y a quien los medios de comunicación llamaban el Príncipe de los Contratistas.

Pero su fama de hombre fuerte de los negocios se vino al piso cuando salió a la luz su participación en el mayor escándalo de corrupción que ha sacudido a Brasil, relacionado con los sobornos pagados a funcionarios de la gigante petrolera estatal Petrobrás. Según las investigaciones, las principales firmas de ingeniería de Brasil se aliaron para manipular y ganar las licitaciones de esa megaempresa. La diferencia de precios era distribuida entre funcionarios de la petrolera y dirigentes políticos.

Por eso, su detención causó un tsunami en el sector empresarial del país ya que era el más alto ejecutivo brasileño jamás arrestado. No era para menos. La firma es el goliat de los contratistas de Brasil, responsable de varias de las grandes obras del Mundial de Fútbol de 2014 y de los juegos olímpicos de este año. Fundada en 1944 por Norberto Odebrecth, abuelo de Marcelo, factura más de 45.000 millones de dólares, tiene alrededor de 180.00 empleados y presencia en 21 países entre ellos Colombia, donde ha construido varios proyectos viales.

Golpe a la estrella
El 25 de noviembre del año pasado, la vida de André Esteves, presidente de BTG Pactual y una de las estrellas más fulgurantes del mundo empresarial brasileño de la primera década del siglo XXI, dio un giro sorprendente. Las autoridades lo arrestaron en su casa de Río de Janeiro, supuestamente por intentar obstruir la investigación de la Justicia. Según la Procuraduría General, el banquero y el senador Delcídio do Amaral (también preso) querían evitar que el exdirector de operaciones internacionales de Petrobrás Nestor Cerveró, uno de los condenados en el proceso de corrupción de la petrolera, llegara a un acuerdo con la Fiscalía.

Aunque antes de finalizar 2015 logró cambiar la cárcel por la detención domiciliaria, sus problemas no han terminado. Hoy, las autoridades investigan “si Esteves tomó atajos éticos para acelerar su ascenso”, dice el diario The Wall Street Journal.

La detención de quien se había convertido en un ícono de los mercados emergentes hizo que perdiera el control sobre la entidad que fundó años atrás, a la que quería convertir en el principal banco de inversión de Brasil.

Como dice el prestigioso diario económico de Estados Unidos, esta es la historia del empresario que armó y luego perdió un imperio bancario. Sin cumplir los 40 años, Esteves llegó a ser el multimillonario más joven de Brasil, y según la revista Forbes ocupó el puesto 329 en el mundo, con una fortuna estimada en 4.000 millones de dólares.

Esteves no nació rico, pero más de una vez dijo que le gustaba hacer dinero. “Soy bueno haciendo dinero. Es emocionante crear riqueza”, dijo a la prensa en varias entrevistas. Su historia en el mundo de los negocios comenzó en 1989, cuando todavía era estudiante, como corredor en la firma de bolsa Pactual en Río de Janeiro, donde se convirtió en el principal operador. Era ambicioso y tenía tanto potencial que rápidamente ascendió a socio gerente de la compañía.

Dio el gran salto en 2006, cuando el banco suizo UBS compró a Pactual por cerca de 3.000 millones de dólares y pasó a ser el director global de renta fija. Desde Londres, a donde trasladó su residencia, Esteves comenzó a brillar.

Pero sin duda despegó realmente en el mundo financiero cuando se retiró de Pactual para crear su propia firma de banca de inversión que llamó BTG, siglas sobre las que bromeaba al señalar que significaban “Better than Goldman” (Mejor que Goldman Sachs). Aprovechando la crisis financiera de 2009, Esteves y sus socios le compraron Pactual a UBS por menos de lo que tres años atrás la había adquirido el banco suizo.

Comenzó entonces un periodo de expansión. Abrió oficinas de Londres a Hong Kong. Desde 2012, BTG Pactual venía consolidando su presencia en América Latina. Colombia, Chile y Perú fueron sus más recientes adquisiciones.

En Brasil, la crítica no siempre le fue favorable, pues algunos lo veían demasiado ambicioso. Hoy muchos recuerdan lo que dijo en una entrevista con el Financial Times: “Yo era un Ph. D.… pobre, hambriento y desesperado por convertirme en un rico”.

Ahora, el mayor desafío del banquero es defenderse de un proceso judicial que podría durar años. Esteves pasó de ser un símbolo de un país en auge a una de las figuras más prominentes, acusada de participar en actos de corrupción, algo que él persiste en negar.