Compartir

Bastian Obermayer, de 38 años y Frederik Obermaier, de 32, son sin duda los periodistas del momento.

PANAMA-PAPERS
Y es que los “Panama Papers“, esos de los que hablan hoy medios de comunicación de todos los rincones del planeta, pasaron en primer lugar por las manos de estos sagaces periodistas de investigación del diario alemán Süddeustche Zeitung.

El “soplo” que ha originado la mayor filtración de datos de la historia les llegó primero a ellos, que tuvieron a bien compartir tan jugosa (y comprometida) información con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y trabajaron después codo con codo junto con otros 400 periodistas de 100 medios y 80 países distintos para desenmascarar las sociedades offshore (aquellas constituidas y registradas en países diferentes de aquel en el que operan) de nombres de muchos quilates y procedentes de todos los ámbitos, desde la política al deporte, pasando por las finanzas.

En una entrevista concedida recientemente a Falter.at, Obermayer y Obermaier afirman que los suculentos “Panama Papers” les llegaron a través de una fuente anónima, que puso después en sus manos 11,5 millones de documentos que tienen en estos momentos tiritando de miedo a los más poderosos.

Ambos periodistas aseguran que en ningún momento tuvieron encuentros cara a cara con su informante. Sus conversaciones e intercambios de información tuvieron siempre lugar a través de medios electrónicos, desde el tradicional email al mucho más moderno Snapchat.

Cuando Obermayer y Obermaier tuvieron frente a frente los documentos facilitados por su particular “garganta profunda”, procedentes del estudio legal panameño Mossack Fonseca, ambos supieron al instante que estaban ante algo muy “gordo” que iba levantar muchísimas ampollas.

Un primer vistazo a los “Panama Papers” destapó que había “peces muy gordos” vinculados a sociedades en paraísos fiscales: desde Vladimir Putin al presidente argentino Mauricio Macri, pasando por la todopoderosa multinacional alemana Siemens.

Los periodistas de Süddeutsche Zeitung sabían que tenían algo muy grande entre manos y eso que en ningún momento llegaron a conocer la identidad de la fuente. “No conocíamos su identidad y no podíamos confiar en ella al 100%, pero sí en los datos que nos facilitó porque estos sí que podíamos verificarlos”, explican.

Conscientes de que para dos personas escudriñar 2,6 teras de datos iba a ser imposible (a menos que quisieran demorar la publicación de lo que tenían entre manos otros 10 años), Obermayer y Obermaier buscaron pronto el apoyo del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), que les ayudaría además a dar mayor publicidad a la información.

Y poco después, con el respaldo del ICIJ y de otros 400 periodistas, comenzaron a desmenuzar los datos que obraban en su poder, a atar cabos y a destapar nombres de personas muy poderosas ligadas a sociedades offshore y también de ciudadanos anónimos (y aparentemente respetables).

Obermayer y Obermaier aseguran que los últimos meses de trabajo han sido para ellos tan agotadores como enriquecedores. No en vano, han trabajado simultáneamente con otros 400 colegas de profesión y han tenido que ir con pies de plomo (cifrando todos y cada uno de sus emails), pero se las han ingeniado para alumbrar una investigación periodística que tiene visos, por su magnitud, de convertirse en histórica.