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(TECNOLOGÍA  – ENERGÍA – DISPONIBILIDAD) Por 43 votos frente a 32, la Asamblea del estado de California ha aprobado una medida que obligará a que la totalidad de la energía consumida en su territorio provenga del viento, el sol, el agua y otras fuentes renovables antes del año 2045. En la actualidad, el 44% de la energía proviene de esas fuentes, a las que se unen un 9% de energía nuclear, un 34% de gas natural y un 13% de carbón y otros hidrocarburos.

Por Enrique Dans, Profesor en Sistemas de Información en el IE Business School.

Lo interesante del análisis llevado a cabo por California es que tiene claramente en cuenta el hecho que escapa al intelecto de la gran mayoría desinformada que considera este tipo de metas imposibles: que las energías renovables son tecnologías, no combustibles, y están sujetas, por tanto, la evolución de su precio está sujeta a la curva de la experiencia. Como ocurre con la ley de Swanson, que lleva a que cada vez que se duplica el número de paneles solares producidos, su precio descienda un 28% y su eficiencia se incremente hasta el punto de haber convertido ya a la energía solar en la forma de generación de energía más barata disponible, y con recorrido todavía disponible para hacer bajar su precio aún más.

Sin embargo, por baratas que lleguen a ser las energías renovables, su precio no evita un inconveniente claro: la disponibilidad. El hecho evidente de que las energías renovables son discrecionales, es decir, que el sol no brilla por la noche o que hay momentos en los que el viento no sopla. La única manera de evitar este problema es expandiendo la capacidad de almacenaje mediante baterías. Esas baterías, hoy, se utilizan en una cantidad minúscula de instalaciones en el mundo, debido fundamentalmente a su precio. Con los precios actuales de las baterías, las previsiones dicen que en el año 2040, únicamente el 3% de la energía producida en el mundo se almacenaría regularmente en ellas.

Lo importante, sin embargo, es que las baterías, de nuevo, son como tal una tecnología, y por tanto, su fabricación está sometida al mismo tipo de economías que las placas solares, lo que permite anticipar una revolución de las baterías que algunos están capitalizando ya. Las sucesivas megafactorías ya construidas por Tesla o por compañías chinas tienen en cuenta precisamente estas economías de aprendizaje derivadas de la curva de la experiencia, y prevén caídas en el precio de las baterías, a medida que se multiplica el número de baterías producidas gracias a usos como el almacenamiento doméstico o los vehículos eléctricos, superiores al 50% del precio actual – todo ello teniendo en cuenta que ese coste ya ha caído un 80% a lo largo de la última década. Con esos precios, la sustitución de las plantas que queman hidrocarburos por plantas de energías renovables más baterías no sería simplemente una cuestión de ecología y de voluntad de lucha contra el cambio climático, sino que se convertiría en la mejor opción desde un punto de vista puramente económico.

Planificar el futuro

Para planificar el futuro, tenemos que ver la totalidad de la ecuación, una aproximación holística, teniendo en cuenta todos sus componentes y todas las piezas implicadas. La fabricación de baterías depende de su demanda, y la demanda depende, lógicamente, de los usos. Anticipar el fin del motor de explosión no es una frivolidad, sino que implica que se vendan muchos más vehículos eléctricos, lo que supone mucha más fabricación de baterías, que consecuentemente, serán capaces de alcanzar antes sus economías de escala y aprendizaje, y de reducir consecuentemente sus precios. Son los mismos efectos que California persigue convirtiendo en obligatoria la instalación de placas solares en todas vivienda nueva construida a partir del año 2020: no solo abaratar el precio de esas placas solares, sino además, promover la instalación de baterías domésticas en esos hogares, lo que permite utilizarlos, como se está haciendo ya actualmente, como sistemas de baterías distribuidas cuando las condiciones lo demandan. Australia ha puesto en marcha también un plan semejante de cara a su parque de vivienda pública, con la instalación de placas solares y baterías en cincuenta mil viviendas en el plazo de cuatro años.

Australia ha puesto en marcha también un plan semejante de cara a su parque de vivienda pública, con la instalación de placas solares y baterías en cincuenta mil viviendas en el plazo de cuatro años.

 

Con la aprobación de una iniciativa así, California está teniendo en cuenta que alcanzar esa meta mítica de la generación del 100% de su energía a partir de fuentes renovables podría, si se apunta a 2045, obtenerse algunos años antes gracias a factores como el incremento de la demanda de vehículos eléctricos o de placas y baterías para nuevas viviendas. Eso permitiría al estado, el tercero más grande, el más poblado de los Estados Unidos, y con un PIB superior al de dos veces España, convertirse en el segundo territorio norteamericano en conseguir algo así tras la muchísimo más pequeña y no comparable Hawai. Una auténtica referencia para el país y para el mundo en la lucha contra el cambio climático, a niveles similares al de las metas de países como Noruega.

Nos estamos jugando mucho, muchísimo. ¿Podemos, por favor, actualizar lo que creíamos saber sobre generación de energía y asumir que el futuro podría ser diferente si hacemos lo que tenemos que hacer y abandonamos los argumentos fáciles y el negacionismo?

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