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Las apuestas de Ford por los nuevos sistemas de movilidad

Ford adquiere la compañía de gestión de flotas de patinetes eléctricos Spin por cien millones de dólares, y reafirma su cada vez más fuerte apuesta por la evolución hacia los modelos de transporte o movilidad como servicio (TaaS o MaaS). La compañía automovilística lanzó hace algunos meses Jelly, una empresa de patinetes eléctricos siguiendo el modelo dockless con base en el campus de Purdue University, una más de las muchas que han llenado de patinetes todas las grandes ciudades norteamericanas, y ahora adquiere Spin, que tiene un contrato con Ninebot (propiedad de Segway) para adquirir 30,000 patinetes al mes, aparentemente como forma de escalar en ese tipo de operaciones.

Por Enrique Dans, profesor en Sistemas de Información en el IE Business School

Anteriormente, Ford ha adquirido Chariot, un servicio de lanzaderas pensadas para el desplazamiento del hogar al trabajo y viceversa, y también Autonomic y TransLoc, compañías tecnológicas que desarrollan arquitecturas de transporte para servicios de microtránsito, término que engloba servicios de tránsito habilitados con tecnología para ofrecer sistemas de enrutamiento y programación flexible de vehículos habitualmente de tipo minibús. Las adquisiciones se llevan a cabo desde la subsidiaria Ford X, una incubadora pensada para estudiar el papel de Ford en un futuro que va más allá de la era de la posesión de automóviles y se extiende al desarrollo de la movilidad como servicio.

Las adquisiciones se llevan a cabo desde la subsidiaria Ford X, una incubadora pensada para estudiar el papel de Ford en un futuro que va más allá de la era de la posesión de automóviles y se extiende al desarrollo de la movilidad como servicio.

 

En el mismo sentido, la española Cabify comunica hoy mismo su inversión en la compañía de moto-sharing Movo, otro servicio de micro-movilidad, para reforzar las alternativas al uso del vehículo particular en las ciudades. Movo pretende desplegar más de 20.000 patinetes eléctricos con autonomía de carga de 35 kms disponibles en España, Chile, Colombia, Perú y México inicialmente, y en el resto de Latinoamérica durante el año 2019, que se unirán a la propuesta de movilidad multimodal de Cabify.

La adquisición de Ford o la inversión de Cabify dejan claras dos cosas: la primera es la evidente transición de la movilidad desde la fase actual de producto que adquirimos y utilizamos de manera completamente ineficiente y ecológicamente insostenible, hasta la de servicio que contratamos puntualmente y utilizamos en el momento en que lo necesitamos. Tras varias generaciones entendiendo la movilidad como adquisición de un bien durable y que, en muchas ocasiones, tenía además una fuerte connotación social, la transición hacia un modelo de servicio tendrá, sin dudas, sus resistencias, pero pocos cambios tienen, en el momento actual, más sentido que ese.

El segundo concepto que queda claramente patente es el futuro de los patinetes eléctricos como vehículos para la micromovilidad, para desplazamientos pequeños de alrededor de unos cinco kilómetros, que componen una parte muy significativa de los desplazamientos que se producen diariamente utilizando automóviles. Evitar esos desplazamientos, que generan congestiones de tráfico, escasez en el espacio de aparcamiento y polución atmosférica, es algo a lo que los patinetes eléctricos pueden contribuir en gran medida. El desarrollo de cada vez más compañías fuertemente capitalizadas en ese segmento prueba que el fenómeno está muy lejos de ser una moda, que está aquí para quedarse, y que las ciudades deben ir diseñando maneras de acomodarlo, planteándolo además preferentemente como una reducción progresiva del espacio disponible para el automóvil particular y una creciente instalación de cada vez más áreas pensadas para la circulación de vehículos de dos ruedas no contaminantes como bicicletas y patinetes.

La situación actual deja muy poco espacio para el conservadurismo y el intento de mantener situaciones a todas luces insostenibles. Es fundamental que los ayuntamientos entiendan la necesidad de esa transición y se comprometan con ella de manera decidida, para generar un cambio de mentalidad en unos ciudadanos acostumbrados a modelos de transporte que, simplemente, se han convertido en una amenaza para todos.

Pedir más tiempo es simplemente prolongar una situación absurda. El futuro del transporte es el cambio radical, y quien no lo entienda y se dedique a pedir más tiempo o a criticar la incomodidad que presuntamente genera, que no deja de ser simplemente una cuestión de cambio de hábitos, pasará a ser el enemigo de todos.

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