Alphabet – Para cualquier empresa ganar dinero es importante. Pero si además sabes que puedes cambiar el mundo eso puede llegar a ser mucho más importante y valer mucho más la pena en términos de motivación, de objetivo vital, de misión o de causa.
Por Enrique Dans, Profesor en Sistemas de Información en el IE Business School
Los resultados trimestrales de Alphabet, empresa matriz de Google bajo la que cobija todos sus proyectos, reportaron unos ingresos de 36,169 millones de dólares, algo por debajo de lo esperado debido al impacto del tipo de cambio del dólar y a la multa récord de 1,700 millones de dólares impuesta por la Unión Europea, una circunstancia sobre la que la compañía ya había emitido una advertencia previa. La compañía creció un 17% frente al 19% esperado por los analistas, lo que dio lugar a una caída del 7.34% previa a la apertura de los mercados.
Sin embargo, lo que más llama la atención no es eso, sino los resultados del capítulo “other bets”, en el que la compañía incluye a subsidiarias como la destinada al desarrollo de vehículos autónomos, Waymo; la dedicada a la investigación en ciencias de la salud, Verily; el proveedor de acceso mediante fibra, Google Fiber; y algunos proyectos más (Calico, Chronicle, DeepMind, Jigsaw, Loon, Sidewalk Labs y X): pérdidas por un total de 868 millones de dólares, frente a 571 millones del mismo trimestre del año anterior.
La estrategia parece clara: una compañía que cambió el mundo con su buscador, sigue viviendo – y muy bien – de sus resultados (la compañía vale actualmente en torno a los 900,000 millones de dólares), pero además, trabaja en proyectos con importantísimo potencial para cambiar el mundo y que tienen un ciclo de incubación como negocios enormemente largo e incierto. Cuando crearon Alphabet, el holding destinado a hacer bets (apuestas) sobre proyectos en fase alpha (temprana), lo dijeron claramente: “Google is not a conventional company. We do not intend to become one”.
Las compañías convencionales no se dedican a abrir proyectos sobre temas como la conducción autónoma, la curación de las enfermedades, la posibilidad de mejorar la vida en las ciudades o la idea de ofrecer acceso a internet mediante globos. Esos proyectos, con más vocación de cambiar el mundo tal y como lo conocemos, podrían eventualmente terminar ganando dinero y convirtiéndose en buenas inversiones, pero en el momento de plantearlos representan un riesgo tan elevado, que muy pocas compañías se decidirían a acometerlos. Es una idea de emprendimiento llevada a unos límites prácticamente imposibles o difícilmente planteables por su escala para cualquier compañía, que Google pone en marcha por una constelación de razones que van desde el interés más personal hasta el más colectivo, y que ejecuta con todo su arsenal de herramientas estratégicas.
Esos proyectos, con más vocación de cambiar el mundo, podrían eventualmente terminar convirtiéndose en buenas inversiones, pero en el momento de plantearlos representan un riesgo muy elevado.
¿Cómo calificar un proyecto que invierte cientos o miles de millones en desarrollar tecnología para que un coche conduzca solo, que una vez que obtiene una madurez razonable aún tiene que invertir bastantes más miles de millones en una flota enorme y en una fábrica propia, y que, posiblemente, cuando esté desarrollado y funcionando, tenga que enfrentarse a múltiples competidores en ese ámbito? ¿O a una compañía que desarrolla el mayor estudio longitudinal de salud de la historia, con diez mil voluntarios que se someten periódicamente a analíticas de todo tipo? Proyectos de ese tipo pueden, eventualmente, tener un potencial económico enorme… pero todo indica que esa no es la razón para ponerlos en marcha, porque desde un punto de vista de análisis de riesgos, es muy difícil encontrarles sentido. Que sí, que desde hace algún tiempo, UBS anunció que valoraba Waymo en torno a los $135,000 millones en función del importante liderazgo que había logrado obtener sobre sus competidores, pero no, el proyecto no se puso en marcha por esa razón. Es más un “alguien tiene que hacerlo”, un “aquí hay un problema importante que resolver” o un “cambio el mundo porque puedo hacerlo y porque creo en ello”, pero que no forma parte de un análisis económico estándar tomado de manera aislada.
Ganar dinero es importante. Mantener contentos a tus accionistas también lo es. Pero si además, sabes que puedes cambiar el mundo a golpe de moonshot, eso puede llegar a ser mucho más importante y valer mucho más la pena en términos de motivación, de objetivo vital, de misión o de causa. ¿Valdría más o menos Google en el mercado sin ese tipo de proyectos? Podemos criticar lo que queramos a Google o a las empresas tecnológicas en general, pero qué bueno es que pueda haber proyectos y visiones así…
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