DÓNDE – El lenguaje corporal que un presidente ejecutivo envía mediante señales no verbales a los empleados es muy importante y ayuda a producir cambios en la cultura laboral. También puede hacerlo la decisión de los líderes de dónde ubicar su espacio de trabajo en las oficinas y dónde se sientan durante las reuniones.
Los líderes y altos ejecutivos pueden fomentar un cambio en la cultura laboral al decidir dónde ubicar su lugar de trabajo o dónde se sientan durante las reuniones.
Así como el lenguaje corporal de un presidente ejecutivo envía señales no verbales a los empleados, también puede hacerlo la decisión de los líderes de dónde ubicar su espacio de trabajo en las oficinas y dónde se sientan durante las reuniones.
“En algunas organizaciones hay una desconexión entre las palabras que usan (los líderes) para comunicar la cultura que desean y el mensaje que su espacio está enviando”, de acuerdo con un informe de la firma Steelcase sobre áreas de trabajo.
Trabajando en el espacio abierto
Renunciar a una oficina privada y sentarse en un escritorio entre otros empleados funciona para algunos altos ejecutivos, especialmente en compañías más pequeñas.
Envía el mensaje de “soy accesible”, dice Jonathan Wasserstrum, CEO de la firma de diseño de oficinas y bienes raíces comerciales SquareFoot, que tiene menos de 100 empleados. “Cuando hacemos el proceso de inducción, lo uso como tema de conversación. Le digo a los nuevos empleados: ‘Si alguna vez tienes alguna pregunta o inquietud, ven a buscarme’”.
A Wasserstrum también le funciona de otras maneras. Él se sienta cerca de sus equipos de mercadotecnia y ventas, lo que, según él, le permite mantener sus oídos abiertos al negocio de la empresa.
“Me gusta tener a mis subalternos directos justo a mi lado”, afirma. “Reduce el tiempo para programar conversaciones”.
Cuando necesita privacidad para lidiar con asuntos confidenciales, reserva una sala de conferencias, trabaja desde su casa o va a una cafetería. Cuando necesita concentrarse, se pone unos audífonos.
Sin embargo, ese estilo de trabajo es más difícil de llevar a cabo para los CEO de grandes corporaciones. Simplemente no pueden ser accesibles de manera personal a miles de empleados. Y a menudo necesitan privacidad para las negociaciones y discusiones de alto nivel, o simplemente para tomarse un minuto, ya que ser CEO significa estar “activo” todo el tiempo.
“Es un trabajo emocional y necesitan alejarse un poco”, dice James Bailey, profesor de Administración en la Universidad George Washington.
Pero incluso en una organización más grande, un líder puede demostrar cómo quiere cambiar la cultura de la empresa según el lugar donde se sienta.
Pero incluso en una organización más grande, un líder puede demostrar cómo quiere cambiar la cultura de la empresa según el lugar donde se sienta. Un presidente ejecutivo incluido en el informe de Steelcase optó por renunciar a su gran oficina ejecutiva por una más pequeña en un piso inferior para demostrar su intención de “romper la jerarquía” y evitar que la toma de decisiones fuera tan vertical.
Los presidentes ejecutivos que desean mantener su propia oficina, pero manifiestan su deseo de una cultura más colaborativa e informal, también pueden tener un escritorio en el área abierta donde trabajen regularmente e interactúen con los empleados.
Idealmente, ese trabajo se centrará en algo que el CEO esté tratando de implementar, como una cultura más innovadora, dice Dustin York, profesor de Comunicaciones en Maryville University y experto en cómo el uso del espacio y el diseño transmite señales no verbales y afecta el comportamiento.
“Si tienes líderes dentro del grupo, viviendo y respirando ese cambio de cultura, es más probable que echen raíces”, asegura York.
Puede ser efectivo, por ejemplo, si el CEO es visto probando una nueva pieza de hardware o software que la compañía planea adoptar.
También existe el beneficio de hacer que los empleados se sientan vistos, lo que puede aumentar el compromiso. Hacer que el presidente ejecutivo trabaje en la misma habitación les dice: “Estoy contigo”, explica Bailey.
De esta manera también pueden suceder intercambios informales que ocurren estando muy cerca. “Esas conversaciones son siempre las más valiosas para construir un espíritu de equipo”, dice.
Una advertencia: los CEO que no son socialmente hábiles podrían terminar haciendo que los empleados se sientan incómodos o vigilados, por lo que los intentos de integrarse entre las filas podrían resultar contraproducentes.
Dónde sentarse en las reuniones
Por supuesto, lo único que los altos ejecutivos hacen más que cualquier otra cosa es tener reuniones.
De acuerdo con York, cuando las reuniones son con sus subalternos directos o una franja más amplia de empleados, el objetivo de la reunión determina dónde es mejor que se siente la persona principal.
Para las reuniones colaborativas, en las que el CEO es efectivamente el moderador, las mesas redondas son las mejores, detalla Pero si la única opción es una mesa rectangular u ovalada, York recomienda quitar los asientos en ambos extremos de la mesa para que no haya un asiento en la cabecera.
Pero si el punto de una reunión es, digamos, la resolución de conflictos, y se espera que el CEO sea árbitro, sería más cómodo para todos los involucrados si el jefe se sentara a la cabecera de la mesa.
“La gente quiere ver al líder estableciendo su presencia en esa situación”, agrega York.