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Político populista

Es muy preocupante el auge de gobiernos y políticos populistas por su constante ataque directo, menoscabo o afectación al sistema democrático.

 

Por Julio Ignacio Rodriguez Morano, Director & Publisher de Managementsociety.

 

El término “populismo” puede tener diferentes definiciones y connotaciones según el contexto y la región. En términos generales, se refiere a un estilo político que busca atraer el apoyo popular a través de una retórica emocional y simplificada, la promesa de cambios radicales, la denuncia de las élites o los poderes establecidos y la polarización para generar apoyo político y desacreditar a sus oponentes.

Basta mencionar sólo algunos ejemplos de gobiernos que se han caracterizado por su populismo en las últimas décadas:

  • Venezuela: el gobierno de Hugo Chávez y su sucesor Nicolás Maduro han sido identificados como populistas por su discurso antiimperialista, redistributivo y participativo y han sido criticados por su autoritarismo, corrupción y violación de derechos humanos.
  • Bolivia: el gobierno de Evo Morales ha sido considerado populista por su discurso indigenista, anticolonial y de defensa de los recursos naturales. Ha impulsado políticas de nacionalización de la industria del gas y otros sectores estratégicos, redistribución de la tierra, inclusión social y participación popular, pero también ha sido acusado de autoritarismo, corrupción y manipulación electoral.
  • Argentina: los gobiernos de Juan Domingo Perón son considerados el paradigma del populismo argentino, con un estilo muy personalista implementó políticas de protección social, aumento de salarios, nacionalización de empresas, supuestas reformas agrarias y control de precios, pero también fue criticado por su culto a la personalidad, represión a la oposición y desequilibrios económicos.
  • Estados Unidos: el gobierno de Donald Trump ha sido identificado por algunos analistas como un caso de populismo de derecha, por su discurso antiestablishment, antiinmigrante y nacionalista y ha sido criticado por su polarización política, falta de respeto a las instituciones y promoción de teorías conspirativas, entre otras acciones populistas.
  • México: El actual presidente Lopez Obrador es criticado por un populismo que se ha traducido en un enfoque excesivamente personalista en la toma de decisiones y una falta de transparencia en su gobierno. Además, algunos han señalado que su retórica anti-elitista y su uso de un lenguaje polarizante pueden exacerbar las divisiones políticas en el país.
  • El Salvador: Nayib Bukele es un político salvadoreño que se convirtió en presidente en 2019 y ha sido descrito por muchos como un líder populista. Bukele es criticado por algunos por su estilo autoritario y su poco respeto a las instituciones democráticas y el Estado de derecho. Ha sido etiquetado como un líder populista debido a su retórica y políticas que buscan desafiar el status quo y responder a las necesidades del pueblo, pero también ha generado controversia debido a su estilo de liderazgo y enfoque en el poder ejecutivo.

 

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El populismo en debate

Es importante tener en cuenta que el término “populismo” no implica necesariamente una valoración positiva o negativa de un gobierno, sino que se refiere a un estilo político con características específicas. Además, el uso del término puede ser objeto de disputa y debate según las perspectivas ideológicas y culturales de cada contexto.

Sin embargo, lo preocupante de estos gobiernos o políticos populistas es su constante ataque directo, menoscabo o afectación al sistema democrático.

En muchos países de todos los continentes las democracias se encuentran bajo fuego graneado y se están debilitando. Algunas, muriendo lentamente, como escribiéramos en un artículo anterior. Mientras eso pasa, las dictaduras y los populismos están en auge y hoy albergan al 70% de la población mundial. Según estudios del Instituto V-Dem de la Universidad de Gotemburgo, una década antes ese porcentaje de personas que vivían en dictaduras era el 49%.

 

Las dictaduras y los populismos están en auge y hoy albergan al 70% de la población mundial…

 

Y todos somos cómplices, activos o pasivos, aceptando partidos políticos o candidatos que cruzan indicadores claros que ponen en peligro nuestras democracias.

Las estadísticas, reportes y evidencias del deterioro de las democracias en el mundo son sorprendentes y preocupantes. Pero más sorprendente aun es la falta de respuestas y la inacción ante los embates de las fuerzas antidemocráticas.

Moises Naím ha escrito libros notables sobre las condiciones en las que se ejerce el poder en el siglo XXI. Destaca que “el populismo ha existido siempre, pero no se había combinado con fuerzas tan potentes como la postverdad, las plataformas tecnológicas o el grado de fragmentación que tenemos debido a la polarización”.

Polarización siempre ha habido, dice Naím, pero ahora la estamos encontrando a niveles paralizantes: en la actualidad, para fuerzas políticas que tienen visiones diferentes, es imposible siquiera colaborar, porque simplemente niegan la legitimidad del contrario y no le dan al rival el derecho de existir”. “La postverdad había existido como propaganda, pero ahora la posverdad y la propaganda no son monopolios de los gobiernos, sino que cada persona tiene acceso a divulgar información e ideas a través de las redes sociales”.

 

Los políticos populistas a menudo utilizan la postverdad para manipular la opinión pública y obtener apoyo político.

 

La postverdad y la política de la mentira

Los políticos populistas a menudo utilizan la postverdad para manipular la opinión pública y obtener apoyo político. La postverdad se refiere a la idea de que las emociones y las creencias personales son más influyentes que los hechos objetivos a la hora de moldear la opinión pública. Los políticos populistas a menudo utilizan discursos emotivos y simplistas para ganar la atención y el apoyo de sus seguidores, en lugar de presentar hechos y argumentos racionales.

Además, los políticos populistas suelen usar el discurso polarizante para dividir a la sociedad en dos grupos opuestos: “nosotros” y “ellos”. Esto crea una sensación de identidad y comunidad entre los seguidores del político, lo que les hace sentir que pertenecen a un grupo especial que lucha contra un enemigo común. Al mismo tiempo, los políticos populistas tienden a desacreditar a los medios de comunicación independientes y a los expertos, acusándolos de estar “en contra del pueblo” o de ser parte de una conspiración.

En resumen, los políticos populistas utilizan la postverdad y la polarización para generar apoyo político y desacreditar a sus oponentes, mientras promueven un discurso emotivo y simplista en lugar de argumentos racionales y basados en hechos.

 

Cada vez más común

La postverdad es un fenómeno que se ha vuelto cada vez más común en la sociedad moderna, especialmente en la era de la información y las redes sociales. Se refiere a la situación en la que la verdad objetiva es ignorada o manipulada en favor de una narrativa emocional o ideológica.

En la postverdad, las personas se sienten atraídas por la información que confirma sus creencias preexistentes, y tienden a ignorar o descartar cualquier información que las contradiga. Esto ha llevado a la creación de burbujas de información en las que las personas solo consumen noticias y opiniones que están de acuerdo con sus puntos de vista, lo que puede exacerbar las divisiones sociales y políticas.

La postverdad también se manifiesta en la difusión de información errónea o falsa, que se propaga rápidamente en línea y puede tener graves consecuencias en la vida real. Por ejemplo, la creencia errónea de que las vacunas causan autismo ha llevado a una disminución en las tasas de vacunación y un aumento en el número de enfermedades prevenibles por vacunación.

 

Para combatir la postverdad, es importante fomentar el pensamiento crítico y el análisis riguroso de la información.

 

La lucha contra la postverdad

Para combatir la postverdad, es importante fomentar el pensamiento crítico y el análisis riguroso de la información. Las personas deben ser alentadas a considerar múltiples perspectivas y buscar fuentes confiables y verificables para informarse. También es importante reconocer que nuestras propias creencias y prejuicios pueden influir en nuestra percepción de la verdad, y estar abiertos a reconsiderar y cambiar nuestras opiniones en función de nueva información.

Los medios de comunicación y las plataformas de redes sociales también tienen un papel importante que desempeñar en la lucha contra la postverdad. Deben trabajar para garantizar la precisión y la imparcialidad en su cobertura de noticias, y ser transparentes sobre cómo se produce y distribuye la información. Además, las plataformas de redes sociales deben tomar medidas enérgicas para combatir la difusión de información falsa y desinformación en sus plataformas, y hacer más para promover la educación digital y la alfabetización mediática entre sus usuarios.

La postverdad es un fenómeno preocupante que puede tener graves consecuencias en la sociedad y en la vida de las personas. Combatir la postverdad requiere un esfuerzo conjunto de individuos, medios de comunicación y plataformas de redes sociales para promover la precisión y la imparcialidad en la información, fomentar el pensamiento crítico y la educación digital, y trabajar juntos para construir una sociedad más informada y responsable.

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