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La mediocridad de la política
Por Julio Ignacio Rodriguez Morano, Director & Publisher de Managementsociety.

 

“En todo el mundo, las democracias se enfrentan a un enemigo nuevo e implacable que no tiene ejército ni armada; no procede de ningún país que podamos señalar en un mapa, porque no viene de ahí fuera, sino de aquí dentro”. “En lugar de desafiar a las sociedades libres con la destrucción desde el exterior, amenaza con corroerlas desde el interior”.

¿Qué es este nuevo enemigo que atenta contra nuestra libertad, nuestra prosperidad y hasta nuestra supervivencia como sociedades democráticas? La respuesta es el poder, en una forma nueva y maligna. En todas las épocas ha habido una o más formas de maldad política; la que estamos viviendo hoy es una variante vengativa que imita la democracia al tiempo que la socava y desprecia cualquier limitación. Parece que el poder haya estudiado todos los controles concebidos por las sociedades libres durante siglos para eludirlos y, después, contraatacar. “Por eso puedo afirmar que estamos ante la revancha de los poderosos”. Lo anteriormente escrito es una reseña del libro “La revancha de los poderosos” de Moisés Naím, uno de los observados más agudos de la política mundial.

 

“Es brutal ver cómo un país se degrada, se deshace, y sentir que no podemos hacer nada, que nuestra generación ya no hace nada bueno, que la siguiente no parece mejor…”

 

Ya lo hemos dicho. Las democracias y sus instituciones se encuentran en peligro, bajo fuego. Los ejemplos sobran. Los populismos de Petro en Colombia o López Obrador en México; la improvisada izquierda de Boric en Chile; la debacle política en Perú, luego de años de crecimiento y de ser uno de los ejemplos latinoamericanos, son sólo algunos de ellos.

Otro ejemplo contundente es el de una casi inexplicable Argentina. “Es brutal ver cómo un país se degrada, se deshacey sentir que no podemos hacer nada, que nuestra generación ya no hace nada bueno, que la siguiente no parece mejor, que nadie o casi nadie quiere o puede hacer nada por ahora, que millones se desesperan por lo que hacen sus dirigentes y los siguen votando y todo cae”, escribió hace unos días el periodista argentino Martín Caparrós en una durísima columna sobre su tierra natal publicada el diario español El País.

Es patético ver cómo la política latinoamericana se ha enrumbado, hace ya bastante tiempo, hacia una mediocridad total, por decir lo menos.

Janan Ganesh, escribía recientemente en el Financial Times un artículo titulado “Las democracias occidentales tienen un problema de talento”. Ahí argumenta que las personas con capacidad no entran a la política en cantidades adecuadas. Y las razones para esto son bastante sencillas, entre ellas la brecha salarial, la exposición personal que sufren los políticos, riesgos legales o interrupción de sus carreras profesionales en el sector privado.

En el caso de América Latina, la mediocridad en la política puede atribuirse a una serie de factores complejos y multifacéticos. Aquí hay algunas posibles razones:

 

  • Clientelismo y populismo: En muchos países latinoamericanos, los políticos han recurrido al clientelismo y al populismo para ganar y mantener el poder. Estas prácticas a menudo se enfocan en la distribución de beneficios a corto plazo en lugar de abordar los problemas estructurales a largo plazo. Esto conduce a políticas poco sólidas y decisiones basadas en la popularidad en lugar de en la eficiencia y el bienestar general.
  • Corrupción: La corrupción es un problema generalizado en muchos países latinoamericanos. La falta de transparencia, el soborno y el nepotismo han socavado la confianza de los ciudadanos en sus líderes políticos y han debilitado las instituciones democráticas. La corrupción también desvía los recursos que podrían destinarse al desarrollo y al bienestar social.
  • Inestabilidad política: Muchos países latinoamericanos han experimentado períodos de inestabilidad política, con cambios frecuentes de liderazgo y gobiernos que no logran cumplir sus promesas. La falta de continuidad en las políticas y la falta de consensos duraderos dificultan el progreso y el desarrollo sostenible.
  • Falta de educación y capacitación política: La falta de educación política adecuada y la escasez de líderes capacitados son desafíos en muchos países latinoamericanos. La formación insuficiente de los políticos puede dificultar su capacidad para abordar los problemas complejos y tomar decisiones informadas. La falta de participación ciudadana activa también puede contribuir a la mediocridad política.

 

Pero lo más grave es que el futuro no es alentador. Al contrario, si observamos lo acontecido durante los últimos años se observa que no aparece en el horizonte una nueva clase política que pueda cambiar el rumbo y modificar un panorama tan desalentador.

 

Los mejores ciudadanos no se involucran en la política y siguen siendo los mediocres quienes continúan al frente y ganan las elecciones.

 

Los mejores ciudadanos no se involucran en la política y siguen siendo los mediocres quienes continúan al frente y ganan las elecciones.

Hay varias razones por las cuales los mejores ciudadanos latinoamericanos optan por no participar en la política.

 

  • Desencanto con la política: Muchas personas pueden sentir desencanto o desilusión hacia el sistema político debido a la corrupción, la falta de transparencia y la ineficiencia que a menudo se observan en algunos países latinoamericanos. Esto puede hacer que algunos ciudadanos se alejen de la política y prefieran enfocarse en otras áreas de la sociedad en las que sientan que pueden hacer un cambio más significativo.
  • Falta de confianza en los partidos políticos: En algunos casos, los ciudadanos pueden percibir a los partidos políticos como entidades poco confiables o manipuladoras. Esto puede hacer que los individuos más capacitados y éticos prefieran evitar la política y buscar formas alternativas de contribuir al desarrollo y al bienestar de sus comunidades.
  • Obstáculos y riesgos asociados a la participación política: Participar en la política puede requerir una gran cantidad de tiempo, energía y recursos. Además, en algunos países, la política puede estar asociada con riesgos para la seguridad personal, como la violencia política o la persecución. Esto puede disuadir a las personas talentosas y bien intencionadas de involucrarse activamente en el ámbito político.
  • Enfoque en otros campos de acción: Algunos ciudadanos pueden creer que pueden tener un impacto más directo y tangible en sus comunidades al trabajar en otras áreas, como la educación, la salud, el emprendimiento o la sociedad civil. Pueden preferir abordar los problemas sociales y contribuir al desarrollo desde fuera del ámbito político.

 

Como verán, un futuro nada promisorio para nuestros países de América Latina es lo que se percibe en el horizonte.

 

 

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