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Suele pensarse la tecnología china como una escena de imitadores y clones. Según dicen, Alibaba es el eBay chino, Baidu es el Google y Sina Weibo, su Twitter.

Esa reputación poco a poco va quedando anticuada, pero todavía hay una forma en que las compañías tecnológicas más grandes de China se parecen a sus contrapartes occidentales en cuanto a la enorme influencia que pueden ejercer sobre las empresas de reciente creación o start-ups de la nación, señala Sarah Mishkin para The Financial Times.

Los ingenieros de grupos que empezaron a cotizar en bolsa se han ido para fundar nuevas empresas prometedoras o para invertir y brindar asesoramiento a terceros. Entre ellos se encuentra Lei Jun, fundador del grupo de software Kingsoft, que dejó el cargo de presidente ejecutivo después de que la empresa empezara a cotizar en bolsa en 2007. Ahora se lo conoce más como líder de Xiaomi, la fabricante de teléfonos inteligentes valuada en u$s 10.000 millones apenas tres años después de su creación.

Lei y Lee Kai-Fu, el ex presidente de Google China devenido en capitalista de riesgo, son algunos de los veteranos que ayudan a que una nueva generación de empresarios saquen provecho de la aparición de Internet móvil en China.

Los smartphones baratos crearon oportunidades para una nueva generación de empresas digitales de consumo, dado que cientos de millones de chinos lograron estar en línea por primera vez.

“Lo que ví es un impulso hacia la creación de modelos de desarrollo local”, afirma Jeff Hsu, emprendedor en serie de China y EE.UU. “Sigue siendo una minoría, no me malinterpreten, pero eso es algo que hace cinco años no se veía”.

No obstante, las grandes compañías tecnológicas pueden interponer obstáculos formidables para la creación de start-ups.

En China la competencia siempre fue intensa y la protección de la propiedad intelectual, débil. Incluso hay grupos bastante grandes que pueden verse perjudicados. Xiaomi tuvo éxito al inicio, no con un teléfono sino con la primera aplicación popular de chat de China, llamada Miliao, solo para ver a WeChat de Tencent emular muchas de sus características y correrla a un rincón.

“Silicon Valley es muy idealista, el lugar más idealista sobre el planeta. Las personas dicen que quieren cambiar el mundo”, dijo Andy Tian, ex gerente general de Zynga China. “Aquí, en China, el ambiente es más duro. No se trata de cambiar el mundo, se trata de que hacer dinero o morir”.
Y algo peor que ocurre es que, si bien las empresas de Internet chinas que crecieron mucho antes podían cotizar en el Nasdaq, esto se volvió más difícil en los últimos dos años debido a las preocupaciones de los inversores estadounidenses sobre la contabilidad fraudulenta de algunas empresas chinas que cotizan en EE.UU.

Esa sequía parece llegar a su fin, con las acciones de 58.com, un sitio de comercio electrónico de China similar a Craigslist de EE.UU., que aumentaron fuertemente desde su debut a fines de octubre. Pero hizo que para muchas de las nuevas empresas de China, la venta a una compañía más grande se haya convertido en la única salida viable.

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