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Más allá del impacto que tiene la caída del precio del petróleo en la economía venezolana, ha quedado en evidencia que el modelo chavista fracasó.

El año 2014 terminó muy mal para Venezuela. El Banco Central confirmó que el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo en cada uno de los tres primeros trimestres (4,8 por ciento; 4,9 por ciento y 2,3 por ciento) con lo cual la economía entró técnicamente en recesión. La inflación, por su parte, alcanzó el 64 por ciento en los últimos 12 meses (hasta noviembre) siendo la más alta de América y una de las más elevadas del mundo, señala un informe de la revista Semana de Colombia.

El 2015, entre tanto, no luce nada halagador. El derrumbe de los precios del petróleo agravará la situación. El crudo venezolano se ha reducido a menos de 50 dólares por barril, en comparación con los 96 dólares de mediados del año anterior. Según el Banco Central, las exportaciones de Venezuela, de las cuales el petróleo representa más del 90 por ciento, cayeron en el tercer trimestre de 2014 en un 14 por ciento —totalizando 19.000 millones de dólares— y todavía el precio del crudo no había descendido a los niveles de hoy.

La firma venezolana Ecoanalítica pronostica que el 2015 será un segundo año de contracción económica, con una variación del PIB que podría llegar a -4,5 por ciento. Y las proyecciones de inflación apuntan a que el costo de vida podría aumentar aún más, superando el 90 por ciento, dependiendo de los ajustes que se hagan en materia cambiaria.

Las reservas internacionales han venido en descenso. En noviembre se situaban alrededor de los 20.000 millones de dólares (la mitad de las que tiene Colombia) un 9 por ciento menos que hace un año.

Resulta insólito que el país que tiene las mayores reservas conocidas de petróleo en el mundo (298.000 millones de barriles que alcanzan para 300 años) tenga tan precarios resultados económicos, se enfrente a un futuro tan incierto y que la escasez sea el pan de cada día de sus ciudadanos.

Aunque desde mediados del año pasado, no se divulgan cifras oficiales sobre el índice de escasez, estimaciones del sector privado presumen que al cierre de 2014 se ubicó entre el 80 y 100 por ciento. El desabastecimiento es generalizado desde la leche hasta piezas para el carro.

Para el presidente Nicolás Maduro todo es culpa de los enemigos políticos, dentro y fuera de Venezuela, que quieren hacer una guerra económica. “A veces hay toda una conspiración internacional para tratar de hacer aparecer en el mundo a Venezuela como un país quebrado”, dijo la semana pasada, tras la reunión que sostuvo en Pekín con su homólogo chino, Xi Jinping.

Por el contrario, los opositores del gobierno y muchos analistas, consideran que la crítica situación económica, que se agravó con la caída del petróleo, es consecuencia de las políticas socialistas iniciadas hace 15 años por el fallecido presidente Hugo Chávez, quien gobernó desde 1999 hasta 2013.

Expertos consideran que el modelo basado en un gasto público sin control y una omnipresencia del Estado, en todos los sectores de la economía, terminó por excluir al sector privado. Las expropiaciones y el régimen regulatorio afectaron la dinámica empresarial y le cerraron las puertas a la inversión privada, destruyendo el aparato productivo. La desindustrialización es evidente. Cuando llegó Chávez al poder, la industria representaba el 20 por ciento del PIB y hoy equivale al 12 por ciento.

La hostilidad del gobierno hacia las petroleras internacionales ocasionó que algunas compañías dejaran el país, lo que también llevó a la falta de inversión y expansión del gigante estatal Pdvsa.

Lejos de aumentar la producción de petróleo, esta ha disminuido. Mientras que las reservas de crudo de Venezuela representan entre un 15 y un 18 por ciento del total mundial, el país concentra menos del 4 por ciento de la producción global de petróleo, frente a Arabia (el segundo país con más reservas) que tiene más del 13 por ciento.

Las cuentas sobre la producción de petróleo varían dependiendo de las fuentes. Algunos estiman que se sitúa actualmente en torno a los 2,5 millones de barriles diarios, otros creen que llega a 2,8 millones. Lo cierto es que hoy Venezuela produce un millón menos de barriles de los que registraba cuando llegó Chávez a Miraflores.

Pero realmente exporta cerca de 1,7 millones de barriles. Hay que señalar que el gobierno suministra petróleo a Cuba y a los países del Caribe y tiene que destinar una parte para pagar a China. El consumo interno se calcula en unos 800.000 barriles, algo claramente motivado por el bajo precio de la gasolina que pagan los venezolanos. Se estima que el subsidio a la gasolina le cuesta al erario 12.500 millones de dólares al año.

Pdvsa ha importado desde fines de octubre unos 4 millones de barriles de crudo ligero de Argelia y más de 3 millones de productos petroleros, incluyendo gasolina y diésel.

Si la producción continua en declive y los precios internacionales siguen cayendo o se sostienen en el actual nivel, lo que impide cubrir las necesidades del país, la situación se pondrá color de hormiga. Basta con decir que para mantener el tren de gastos se requiere petróleo a 122 dólares el barril y el crudo cerró la semana pasada a 50 dólares.

Muchos piensan que el modelo chavista es insostenible en sí mismo y que con la caída del precio del petróleo se está confirmado que está llamado al fracaso.

El sistema hizo agua

Los altos ingresos petroleros que se obtuvieron entre los años 2004 y 2008 permitieron no solo subsidiar las políticas asistencialistas creadas bajo el modelo del socialismo del siglo XXI, sino asegurar el respaldo al régimen chavista por parte de las mayorías.

Sin embargo, según Asdrúbal Oliveros, director de la firma venezolana Econoanalítica, el modelo empezó a hacer agua en 2009 y explotó en 2014. “Con crudo en niveles de 50 dólares ya no es posible esconder todos los desequilibrios múltiples que tiene el modelo chavista”, afirma.

El deterioro de la economía le está pasando factura a la popularidad del presidente Maduro. Su aprobación está en el 22 por ciento, dijo el director de Datanálisis, José Antonio Gil, en entrevista a Globovisión. Este es el nivel más bajo de sus casi dos años al frente del gobierno. Después de su elección en abril de 2013 su popularidad estaba alrededor del 50 por ciento.

Una encuesta realizada por Datanálisis para septiembre-octubre reveló que el índice de confianza del consumidor se ubicó en 25,4 por ciento, lo que representa una caída con respecto a la medición anterior. De acuerdo con los resultados de la misma encuesta, únicamente el 11,3 por ciento de los consumidores está dispuesto a adquirir bienes duraderos, mientras que cerca de un tercio de los consultados se muestra pesimista sobre la situación económica para el año 2015.

Venezuela se ha llevado el título de tener la economía de peor desempeño en la región. El país ha perdido liderazgo. Ecoanalítica señala que la gira del canciller Rafael Ramírez, quien recorrió en una semana Argelia, Catar, Irán y Rusia en busca de apoyo para la posición de Venezuela de recortar la producción para frenar la caída de los precios del crudo en los últimos meses, fue infructuosa. La decisión del cartel de mantener la producción deja ver la pérdida de influencia que tiene el país en la comunidad internacional. A pesar de que entre las naciones visitadas figuran algunos de los aliados más cercanos de Venezuela, ninguna se comprometió públicamente a respaldar un recorte en el seno de la Opep.

Ahora bien, hay que reconocer que las políticas de bienestar de la era Chávez han sido durante mucho tiempo muy populares entre los más pobres de Venezuela. Según el Banco Central los indicadores sociales están mejorando a pesar de los malos datos del PIB.

Según el organismo, la pobreza extrema de los hogares se redujo a 5,4 por ciento en 2014, la mitad del nivel antes de que Chávez llegara al poder, mientras que el desempleo cayó al 5,9 por ciento. “A pesar de las protestas y la guerra económica durante 2014, los indicadores económicos de Venezuela han mejorado”, dijo Nicolás Maduro a finales del año pasado.

¿Y ahora qué viene?

Sin reconocer las graves fallas que tiene la economía venezolana, Maduro también advirtió que el 2015 será de grandes retos. Prometió un plan de recuperación económica de seis meses que incluye la reforma al control de cambiario. Venezuela tiene tres tasas de cambio: 6,30, 12 y 50 bolívares por dólar, además del mercado paralelo donde el dólar supera los 150 bolívares.

Aunque muchos analistas están recomendando la unificación de las tasas y un aumento en los precios de la gasolina, que son los más baratos del mundo, el gobierno de Maduro se resiste a esas medidas. Tal vez, por la reacción social antes de la próxima votación para un nuevo parlamento.

El economista de Bank of America Francisco Rodríguez, afirma que un proceso de “sinceración cambiaria” llevaría al mercado a un tipo de cambio de 35 bolívares por dólar. Para el analista, el subsidio al tipo de cambio equivale a 50.000 millones de dólares. Un verdadero ajuste de la economía venezolana tendrá que llevar también un freno al gasto y al consumo. Algunos economistas recomiendan la venta de la unidad de refinación Citgo.

Lo cierto es que una devaluación mayor será dolorosa. Hoy todos los productos, como alimentos, medicinas y artículos de cuidado personal, están a tasa de 6,30 bolívares por dólar y una parte no tan grade a Sicad I (12 bolívares). Es decir, si se elimina o mueve esta tasa tendrá un efecto importante en la mayoría de los bienes que consume un hogar típico venezolano.

Entre las nuevas medidas que anunció el gobierno se supone que habrá una reforma fiscal que se sumará a las 56 leyes aprobadas por el presidente Nicolás Maduro durante el periodo habilitante. El gobierno dice que este paquete llevará a que el 2015 sea “un excelente año en materia productiva”.

Ahora bien, los retos de Venezuela son de otros órdenes. Los expertos consideran que el modelo económico basado en la excesiva intervención estatal y con muestras de evidente hostilidad hacia el sector privado ha hecho mucho daño al aparato productivo y al empresariado en general.

En un mensaje sobre los retos del nuevo año, el presidente de Fedecámaras de Venezuela, Jorge Roig, sostiene que el modelo regulatorio establecido por el gobierno del presidente Maduro está ahogando la producción nacional, con lo cual la inflación y la escasez se agravan.

El incumplimiento de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) —órgano que controla el suministro de dólares— con el empresariado afecta la cadena de suministro de insumos, perjudicando la producción.Además, la intervención estatal en los precios está afectando la producción al no permitir la recuperación de los costos y la reinversión. Roig advierte que no hay ningún país que haya podido superar la pobreza y entrar en un desarrollo sostenible sin la participación del sector privado.

Algunos creen que de no dar un giro, Venezuela está abocada al colapso. El exministro de Hacienda colombiano, Rodrigo Botero, señala que incluso el viraje que ha dado el gobierno cubano puede interpretarse como la desconfianza en la estabilidad del régimen venezolano. “Para Nicolás Maduro lo que ha sucedido, además de desconcertante, es una pésima noticia. Sus mentores y aliados son conscientes de que Venezuela se encuentra al borde de la insolvencia”.

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