Por Enrique Dans, Profesor de Sistemas de Información en el IE Business School.
Tras muchos años de perderse todas las últimas revoluciones (código abierto, búsqueda, movilidad, social y nube), de criticar patéticamente a los que lo hacían mejor que ella, de hacer el ridículo creando algunos de los peores productos de la historia de la tecnología y de desaparecer de las portadas de las principales revistas que hablaban del futuro, todo indica que Microsoft, tras algo más de un año desde que Satya Nadella fue nombrado CEO, vuelve a ser una empresa interesante.
Ha bastado con quitar del medio a un payaso impresentable, apalancar el abundante talento interno, eliminar barreras culturales a la innovación y hacer unas pocas adquisiciones y alianzas estratégicas. A los seis meses del nombramiento, aún quedaban algunas dudas. Pero hoy, tras un año de desarrollo del ambicioso plan de transformación de Nadella, Microsoft es una compañía completamente diferente a la que era hace un año, mucho más centrada en el futuro, con mucha mejor imagen, y decididamente más interesante.
En lugar de enrocarse como hacía antes en la venta de productos en cajas de cartón y cubiertos de celofán, la compañía esta desarrollando firmemente su estrategia para convertirse en un proveedor significativo de servicios en la nube (segundo proveedor en este momento con un 10% del mercado), además de cambiar completamente su cultura desagradable y agresiva por una mucho más consciente de la realidad del mundo que la rodea. Microsoft ya no odia absurda e irracionalmente a Linux, e incluso llega al punto de afirmar a través de alguno de sus ingenieros más reputados que un Windows open source es algo “definitivamente posible”, un titular que habría sido completamente imposible con un Ballmer que entendía la tecnología como quien entiende el apoyo a un equipo deportivo (no es casualidad que se haya retirado precisamente a esa industria, donde hay tantos ultras irracionales como él).
La vía de la apertura ha permitido a Microsoft iniciar vías tan interesantes como la adquisición de Mojang, creadores de Minecraft, en principio por una razón tan interesante como que “es el juego que los padres quieren ver a sus hijos jugar“, pero en la práctica para utilizar su tecnología en proyectos tan interesantes y visionarios como HoloLens. Sí, en Microsoft hemos visto muchos vídeos atractivos y visionarios, pero con Ballmer, eran simplemente eso, vídeos, separados de la realidad tangible de la compañía y reducidos a ser una simple demostración. Ahora hablamos decididamente de otra cosa:
El mismo cambio de orientación que permite a la compañía aproximarse a organizaciones tan comprometidas con lo abierto como Arduino y llevar Windows 10 a su sistema utilizando librerías open source, o a la Raspberry Pi Foundation con una versión de Windows 10 para la internet de las cosas. Proyectos que tienen obviamente un impacto muy pequeño sobre la facturación de la compañía, pero que juegan un papel fundamental en las percepciones que la industria tiene sobre ella, y la convierten en un posible aliado, en un jugador con el que se puede contar, en una parte integrante del ecosistema.
Después de haber sido, en el año 1991, una de las personas más implicadas en traer a España a Bill Gates para otorgarle el MBA Honoris Causa de IE Business School, me he pasado más de una década criticando implacablemente la estrategia de la compañía bajo la dirección del que considero el peor directivo del mundo. Ahora, tras algo más de un año con Satya Nadella como CEO de la compañía, Microsoft vuelve a ser una empresa interesante. Y no, no soy el único que lo dice. Y la vuelta de Microsoft no es solo buena para Microsoft: más opciones y más diversidad en el ecosistema es algo bueno para todos. Un gusto verlos de nuevo por aquí.