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Pocos países pueden igualar al gobierno “revolucionario” de Venezuela en lo que se refiere a la percepción de corrupción, abuso de poder e incompetencia absoluta. Pero tal vez no por mucho tiempo. Después de 15 años en el poder, la triste historia del “chavismo” podría estar entrando en su último acto.

FIN-CHAVISMO-VENEZUELZ
El 6 de diciembre, los venezolanos votarán para determinar la composición de la Asamblea Nacional unicameral del país. Las encuestas sistemáticamente indican que la oposición recibe más del 60% de los votos, el doble que el gobierno. Aun aceptando la existencia de la prestidigitación electoral _como la manipulación, el uso de recursos del estado para forzar el voto de los trabajadores estatales, y el encarcelamiento o la descalificación de los candidatos de la oposición_, esos números son suficientemente elevados para darle a la oposición una mayoría parlamentaria. Podrían hasta ganar una mayoría especial. Eso basta, en teoría, para cambiar la Constitución, disolver la asamblea e iniciar una transición.

El país definitivamente necesita volver a empezar. Devastado por una inflación cercana al 200%, una recesión que va a achicar 8% la economía sólo en este año y la tasa de homicidios más alta del mundo, se está volviendo un paria internacional. Hace unos días, dos sobrinos de la primera dama de Venezuela fueron trasladados a un juzgado de Nueva York acusados de contrabando de cocaína. Aunque el juicio no está ligado a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela y tío político de los acusados, es la continuación de una cadena de otras causas de contrabando de drogas en EE.UU. contra funcionarios venezolanos de alto rango. Venezuela, que está sentada sobre las mayores reservas de petróleo del mundo, es más que un petro-estado; parece cada vez más un narco-estado también.

Maduro reconoce la amenaza electoral. Ha advertido que la “revolución” se enfrenta a su mayor desafío hasta el momento. Habló de manera amenazante sobre cómo la revolución continuará, “pase lo que pase”. De hecho, aun si la oposición gana el control del parlamento, el Partido Socialista va a seguir controlando todos los demás organismos del estado. Por si fuera poco, Maduro ha llegado a sugerir que podría ignorar totalmente a la asamblea, “gobernando con el pueblo en una unión civil-militar”, aunque la evidencia sugiere que el pueblo no está con él. Una encuesta, por la reconocida encuestadora Datanalisis, revela que un increíble 67% de los venezolanos cree que Maduro no debería terminar su período.

A nivel internacional, los gobiernos deben apoyar el proceso democrático de Venezuela y hacer que el gobierno cumpla con su palabra. Por demasiado tiempo, muchos países, especialmente los latinoamericanos, han ignorado las deficiencias de Caracas y apoyado tácitamente su posición local. Esto fue un error desde el punto de vista moral y miope desde el punto de vista político. Venezuela se ha convertido en un gran lugar de transbordo de cocaína que luego se introduce en Europa y EE.UU., y en una fuente de inestabilidad regional.

Sin embargo, los tiempos han cambiado. Una hiriente reprimenda de la Organización de Estados Americanos les brinda cobertura política a países como Brasil, Colombia, Chile y México para presionar a Caracas. Esta semana podría también incluirse Argentina con el triunfo electoral del candidato de centro-derecha de la oposición Mauricio Macri. Europa y EE.UU. deben agregar sus voces. El chavismo se creyó que era una fuerza revolucionaria mundial. El día de hoy, la incompetencia y la corrupción revelaron que era simplemente una cínica farsa. Aunque una fuerte derrota el 6 de diciembre no signifique el fin del chavismo, podría marcar el principio de su fin. Mientras más influya la comunidad internacional, más segura será la transición de Venezuela para convertirse en un Estado más feliz y próspero.