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EUROPA-MOON

Puede que la máxima prioridad actual de la NASA sea llevar al hombre hasta Marte, pero la agencia no se olvida de que hay vida más allá.

O de que podría haber vida más allá, en particular en Europa, uno de los cuerpos celestes que desde hace décadas ha fascinado a los científicos por sus posibilidades de albergar vida en sus estados más primitivos. No en vano, Europa es una de las protagonistas indiscutibles de la odisea espacial de Arthur C. Clarke.

El año pasado, sin ir más lejos, cuenta Rafael Claudín en TICbeat, el telescopio Hubble identificó grandes chorros de agua líquida que salían de la superficie como géiseres alienígenas. Incluso se cree, como recuerda Dvice, que hay en Europa más agua que en todos los océanos de la Tierra juntos. Es tan probable la existencia de microorganismos en la luna de Júpiter que cuando la nave Galileo finalizó su misión en la zona, la estrellaron contra Júpiter para que no contaminase Europa con microorganismos terráqueos.

Pues bien, no será una prioridad, pero la NASA quiere viajar hasta el segundo satélite de Júpiter y estudiarlo a fondo, aunque no necesariamente aterrizar en él. No tiene mucho dinero para ello: 1,000 millones de dólares que quizá te resuelvan el mes, pero son poco para una misión espacial de semejante calibre. No queda otra que buscar ideas originales que permitan llevar a cabo esta proeza.
Un programa abierto a todo el mundo.

Si crees que tienes algo que aportar, puedes rellenar el Request for Information que ha publicado la agencia en su web. Naturalmente, esperan que seas un científico o un ingeniero. No basta con proponer llevar allá un monolito gigante, por ejemplo, que es lo único que se me ha ocurrido a mí, no sé de dónde me habrá venido la idea. El presupuesto, además, lo incluye todo, desde la nave hasta todo el instrumental científico y técnico necesario para estudiar el planeta.

No sólo eso: las propuestas tienen que tener en cuenta cinco aspectos fundamentales. La misión debe determinar el tamaño de los océanos de Europa y cómo se relacionan con el interior del satélite; identificar la composición de esos océanos, mapear la superficie helada y estudiar la atmósfera y la magnetosfera de la luna. Soportando, de camino, los fuertes niveles de radiación y las complejas fuerzas gravitacionales que hay en las proximidades de Júpiter.

El año pasado pudimos ver los devastadores efectos de una misión tripulada a Europa en Europa report, una producción casi de serie B de la que tampoco sugiero que se saquen ideas para la NASA. Los científicos de la agencia eran el público objetivo de esa película y, aún así, siguen teniendo Europa en la cabeza, así que mucha mella no les ha hecho.

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