“A medida que las personas utilizan cada vez más los medios sociales para su convivencia social, estos son, cada vez más, una plataforma a la que los investigadores recurren para entender las tendencias sociales, psicológicas, así como las amenazas para la salud pública”.
Por Wharton University of Pennsylvania
Los medios sociales pueden parecer un mar revuelto de caras sonrientes, selfies y actualización de estatus, pero cuando los científicos lanzan sus redes, obtienen una cantidad de datos que organiza empíricamente el caos.
Investigadores de la Universidad de Pensilvania y de otras instituciones están descubriendo que el bienestar de una comunidad se puede determinar a través de los datos obtenidos sobre sus miembros. Las informaciones procedentes de los datos tienen aplicaciones prácticas en una amplia gama de disciplinas, desde el marketing a la medicina y también en la seguridad nacional.
“A medida que las personas utilizan cada vez más los medios sociales para su convivencia social, los medios sociales son, cada vez más, una plataforma a la que los investigadores recurren para entender las tendencias sociales, psicológicas, así como las amenazas para la salud pública”, dijo Johannes Eichstaedt, estudiante del doctorado del departamento de psicología de la Universidad de Pensilvania y científica investigadora y fundadora del Proyecto Mundial de Bienestar (World Well-Being Project). El proyecto está introduciendo nuevas técnicas de uso del lenguaje en los medios sociales para la medición del bienestar general.
El poder de las palabras
Eichstaedt y sus compañeros descubrieron que las palabras, tanto positivas como negativas, son fuertes indicadores de la personalidad. Al usar algoritmos para filtrar mensajes publicados en los medios sociales, los científicos descubrieron patrones que están comenzando a surgir.
En primer lugar, los investigadores tuvieron que “cosechar” los datos. La muestra resultante tuvo su origen en 100.000 usuarios de Facebook que aceptaron participar en el estudio. A continuación, se borró la identidad de los usuarios y se reunieron sus publicaciones a través de una aplicación. En la etapa siguiente, los usuarios recibieron un cuestionario de personalidad estandarizado. Los científicos analizaron Twitter tomando como base el volumen de datos, concentrándose a continuación en el contenido de mil millones de tuits, y no en usuarios individuales.
Respecto al lenguaje, una de las palabras más comunes usadas por los extrovertidos fue “fiesta”. Los introvertidos recurrieron con más frecuencia a palabras como “ordenador” o “Internet” en sus posts. “El introvertido versado en Facebook es un sujeto que pasa mucho tiempo en el computador y después escribe al respeto”, dijo Eichstaedt.
Los emoticones —símbolos tipográficos usados para transmitir emoción— también formaron parte del estudio. “Los emoticones permiten adivinar ciertas cosas con alto grado de acierto”, dijo Eichstaedt. “Las caras enfadadas están, en general, en términos de pronóstico de población, asociadas a la neurosis. La neurosis es la tendencia a una emoción negativa, a reacciones negativas típicas de una persona irritada, con quien es difícil convivir. Esas personas usan de forma exagerada las caras enfadadas”.
Es interesante observar que una de las características más predictivas del lenguaje encontradas en los datos es el símbolo del corazón, o <3. La presencia de ese símbolo casi siempre indica que el usuario es del sexo femenino. “Hasta tal punto que si alguien tuviera sólo esa información para identificar el sexo del usuario, tan solo tendría que saber cuántas veces utilizó el símbolo del corazón”, dijo Eichstaedt.
El lenguaje de los medios sociales también es un indicador de la estabilidad emocional. Los investigadores descubrieron que las personas más estables desde el punto de vista emocional publican sobre deportes, tanto espectadores como participantes, y hacen referencias a la religión. “La estabilidad emocional es lo opuesto a la neurosis”, dijo Eichstaedt. “Es característica de personas que viven una vida tranquila y muy ajustada. Se trata de conectarse a algo superior que uno mismo”.
Medios sociales y PIB
Eichstaedt y otros están insistiendo a los gobiernos para que usen los datos obtenidos en los medios sociales debido a su potencial de costo-beneficio para la medición del bienestar de una sociedad, y no exclusivamente el PIB. Esa fue una de las primeras intenciones del proyecto.
“El PIB no se preocupa por la naturaleza de las transacciones en la sociedad”, dijo Eichstaedt. “Es un índice entre muchos otros. Estamos trabajando —y otros también— para convencer a los gobiernos de que tomen en cuenta esos otros índices”.
En términos prácticos, Eichstaedt no cree que las agencias, que trabajan con grandes volúmenes de datos, como es el caso de la Oficina de Estadísticas del Trabajo de EEUU, o de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, empiecen a utilizar muestras de los medios sociales para la implementación de sus políticas. Pero las informaciones obtenidas por medio de la interacción social han formado parte desde hace años de las preocupaciones relacionadas con la seguridad nacional.
“Es un grano de arena para la comunidad de inteligencia”, dijo Eichstaedt. “El presupuesto que dedica a la vigilancia de la población a través de esos medios es del orden de cientos o miles de veces lo que gastaríamos en este proyecto”.
La búsqueda de aceptación
A igual que en toda investigación empírica, los científicos del Proyecto de Bienestar Mundial están preocupados por las respuestas inducidas. En los medios sociales, la parcialidad no se produce de la misma manera que en las investigaciones a través de cuestionarios, en que hay un sujeto que siempre marca la cuarta opción.
El problema de los medios sociales, dijo Eichstaedt, es que las personas, en general, están buscando aceptación.
“El individuo quiere la aprobación de sus iguales, de las personas con las cuales está conectado en Facebook”, dijo Eichstaedt. “Por lo tanto, como consecuencia de eso, él puede escoger las informaciones sobre su vida que hará públicas para los amigos, de tal manera que ellos respondan de forma favorable”. Eso significa que los usuarios podrán suprimir sus emociones negativas o publicar actualizaciones de estatus positivas que encubran lo que pasa en su vida.
“La dificultad de gestionar una identidad social es que ella existe en la interfaz entre esos dos mundos diferentes, y algunas personas prefieren seguir el camino seguro. Así, transforman su Facebook en LinkedIn, es decir, ellas publican las actualizaciones sobre el trabajo y los logros de una manera muy previsible y genérica”, dijo Eichstaedt. Por tanto, Facebook pierde parte de su función social, añadió.
A pesar de esas desventajas, los datos cosechados en los medios sociales han mostrado ser preciosos para los investigadores. Como más de la mitad de la población de EEUU usa Facebook por lo menos una vez al mes, y con el tráfico de Twitter alcanzando la marca de los miles de millones, Eichstaedt ve en el crecimiento del uso de los datos de las redes sociales un factor de progreso para la ciencia social. Actualmente, él está evaluando de qué manera los datos pueden ser usados para detectar síntomas de depresión.
“Fue increíble la penetración de los medios sociales en el transcurso de los últimos años”, dijo Eichstaedt. “Hace diez años, era una novedad. Hace cinco años, era una especie de trastorno para los investigadores. Ahora, es más evidente que la próxima generación de conjuntos de datos que será utilizado en las investigaciones sobre la salud de la población procederá de esas fuentes”.