Si todo va según lo previsto en los próximos meses, el representante de Comercio de Estados Unidos Mike Froman, logrará lo que sin duda será el premio más importante en la historia económica del país.
El Acuerdo Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) de 12 países, a punto de firmarse casi siete años después de que EE.UU. se incorporara a las negociaciones, es de enorme magnitud en tamaño y alcance y empequeñece el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta) con Canadá y México que entró en vigor hace dos décadas, destaca Shawn Dohhan en el Financial Times.
El TPP abarca alrededor del 40% de la producción mundial, incluyendo dos de las tres principales economías del mundo (EE.UU. y Japón). Bajará significativamente los aranceles y otras barreras comerciales en los países de la costa del Pacífico sobre todo tipo de mercadería, desde arroz y carne hasta automóviles y productos químicos. Incluirá normas obligatorias relacionadas con el trabajo y el medio ambiente. Establecerá nuevas referencia porque define normas que regirán a las empresas estatales de países en desarrollo y a la economía digital.
Las negociaciones comenzaron en el año 2010, a partir de la ejecución de la cláusula evolutiva del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, conocido como P4, suscrito el año 2005 entre Chile, Brunei Darussalam, Nueva Zelanda y Singapur. En el año 2010 se incorporaron a la negociación Australia, Estados Unidos, Malasia, Perú y Vietnam. Luego, en el 2012, se sumaron Canadá y México y en el año 2013, Japón.
Sin embargo, el TPP ya está recibe muchas críticas dentro del Partido Demócrata del presidente Barack Obama y también entre los sindicatos que tanto lo votan. En momentos en que Obama está aplicando una nueva “economía de clase media” y ubica la lucha contra la desigualdad en el corazón de su agenda, su empuje para obtener nuevos acuerdos comerciales hace que sufran muchos que pertenecen a su arco político.
Así es la política de Comercio en EE.UU. El consenso entre muchos demócratas en cuanto a los acuerdos comerciales y la globalización es que no han favorecido a la clase media, porque contribuyeron a que empleos bien remunerados del sector manufacturero se trasladen al exterior y se estanquen los salarios.
Economistas como Joseph Stiglitz y Paul Krugman han planteado dudas con respecto al TPP. A pesar de haberse mostrado receptiva, Nancy Pelosi, la líder demócrata en la Cámara de Representantes, ha sido contundente sobre el desafío que encara la administración.
Pero Froman se mantiene firme: “Estamos haciendo esto para proteger los empleos estadounidenses y los trabajadores estadounidenses”, le aseguró al Financial Times en una entrevista.
El TPP es, dice, la manera de abrir más mercados para los productos y servicios de EE.UU. en un continente de rápido crecimiento como Asia y de crear empleos bien remunerados en el país. Es también una manera de nivelar el campo de juego para los trabajadores norteamericanos mediante la inclusión de normas laborales y medioambientales más rígidas que podrán hacerse cumplir por medio de sanciones comerciales. Y al incluir a Canadá y México, cumplirá la promesa de campaña del presidente Obama de renegociar el Nafta, algo que el ala progresista del Partido Demócrata pide hace mucho tiempo.
“Hay mucha gente que tiene temores justificados en cuanto al impacto de la globalización en los patrones de producción, en empleos y en los salarios. Pero creo que es importante no confundir la globalización con los acuerdos comerciales”, afirmó Froman.
EE.UU., según él, tiene que tomar las riendas definiendo las reglas globales del comercio. Países como China están ocupados armando sus propios bloques regionales de comercio que excluyen a EE.UU. y no incluyen el tipo de normas que EE.UU. busca para regir el trabajo, la propiedad intelectual o Internet.