Cuando Donald J. Trump llegue a la presidencia de EE.UU. — como promete él mismo que lo hará — la atención se centrará en hacer que Estados Unidos sea «grande otra vez». (Make America Great Again, dice su slogan). «Queremos ganar, ganar, ganar», dijo el candidato republicano durante un discurso el lunes en la Universidad Liberty en Virginia.
Esto incluirá un largo e impenetrable muro en la frontera, un montón de expulsiones y deportaciones, y enormes aranceles sobre las mercancías que vienen de, por ejemplo, China.
Pero, ¿qué puede significar esto para las fabricantes de gadgets?
Trump hizo una promesa solemne: «Vamos a hacer que Apple construya sus malditos equipos y cosas en este país y no en otros países», resalta Chris Matyszczyk.
Actualmente, Apple sólo fabrica su Mac Pro en EE.UU. (específicamente en Austin, Texas). En su sitio Web sobre creación de puestos de trabajo, Apple insiste en que, a fines de 2015, ya era responsable de la creación y el apoyo de 1.9 millones de empleos en Estados Unidos. También afirma que «treinta y uno de los 50 estados proporcionan piezas, materiales o equipo para hacer los productos de Apple».
Pero a todas luces las condiciones no son óptimas. Es muy posible que la cartulina con que se hacen las hermosas tarjetas con la tipografía de Apple venga de Wisconsin, pero la imagen de cientos de miles de trabajadores chinos trabajando en condiciones difíciles en China para hacer iPhones es más potente.
No es del todo claro cómo Trump lograría su cometido. ¿Se aparecerá en Cupertino irrumpiendo en la oficina de Cook para hablar con él acerca de los valores neoyorquinos? ¿Lo convocará a Washington o simplemente le enviará un texto? ¿Celebrará una edición especial de The Celebrity Apprentice para que todos los principales jefes de empresas estadounidenses compitan por sus puestos de trabajo?
Trump también dijo que forzaría al presidente ejecutivo de Ford, Mark Fields, diciéndole que le cobraría un impuesto especial del 35 por ciento si continuaba la producción de coches en países como México. Presumiblemente, Apple también estaría sujeto a una sanción tan draconiana.
Curiosamente, Trump también dijo que ser un amante del libre comercio. Sin embargo, no parece creer que las empresas estadounidenses tienen la libertad de fabricar donde quieran. «El libre comercio es bueno. Pero tenemos que hacerlo [obligarlos a que fabriquen de vuelta en EE.UU.] o nos vamos a quedar sin país», dijo, sin dramatismo.
Inmediatamente después de su discurso sobre Apple, Trump dijo que no sólo haría a EE.UU. más grande de nuevo, sino que la haría «más grande que nunca jamás».
Algunos podrían creer que, si gana las elecciones, Trump será una especie de Berlusconi –que no acabó por hacer de Italia un gran nuevo país. Otros podrían alegar que dice muchas cosas verdaderas acerca de la forma en que funciona el gobierno (o no funciona) en la actualidad.
Lo que es interesante es que Trump parece estar pensando diferente. En 2012, estaba promoviendo su su libro Crippled America (algo así como EE.UU. lisiada) y luego dijo que lamentaba la presencia de Apple en China. Trump dijo:. «Tenemos que traer a Apple – y a otras compañías como Apple – de vuelta a Estados Unidos. Tenemos que hacerlo y ése es uno de mis sueños reales para este país … que regresen.. Tenemos una gran capacidad en este