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El establishment republicano está espantado con Donald Trump y busca desesperadamente maneras de evitar que se convierta en el candidato presidencial del partido, destaca Geoff Dyer en el Financial Times.

EVITAR-NOMINACION-TRUMP
Trump ganó Florida, Illinois y Carolina del Norte en el súper martes 2, dejando fuera de combate a su rival Marco Rubio, que era el favorito del establishment.

Pero el magnate de las propiedades perdió Ohio, uno de los mayores premios de la carrera de las primarias, lo que hace menos seguro que obtenga la cantidad de delegados que necesita para conseguir la nominación. Eso significa que la última esperanza del establishment estaría puesta en el esfuerzo por bloquearlo en la convención republicana que tendrá lugar en Cleveland en julio.

¿Qué es la convención negociada?
Durante las primarias, los candidatos son delegados designados en base a su desempeño (si bien cada estado tiene su propias normas sobre cómo se distribuyen esos delegados). Si ningún candidato alcanza el mágico número de 1.273 delegados en la primera votación en Cleveland, la convención decide quien será el candidato. Desde la segunda votación en adelante, los delegados tienen libertad para cambiar su lealtad. Siguen votando hasta que alguno consiga una mayoría. En 1924, a los demócratas les llevó 103 votaciones para elegir a su candidato.

¿Son habituales las convenciones negociadas?
Son mayormente fantasías de la política. En 1976, Gerald Ford recién se garantizó una mayoría de los delegados republicanos apenas antes de la primera votación en el recinto. Pero la última verdadera convención negociada fue en 1952 para los demócratas, cuando Adlai Stevenson ganó en la tercera votación, y 1948 para los republicanos cuando Thomas Dewey también triunfó en el tercer intento. Una razón por la que se amplió el sistema de primarias en los años setenta fue para reducir las probabilidades de una convención negociada –para que los votantes en vez de elegir miembros del partido en definitiva elijan al nominado.

¿Cuáles son probabilidades de que en esta vez haya una?
Con 58% de los delegados ya designados en las primarias, quedan pocas dudas de que Donald Trump llegará a Cleveland como el candidato más fuerte. Tiene 621 delegados y su rival más cercano Ted Cruz cuenta con 395. Cruz tendría que ganar el 70% de los delegados restantes. John Kasich, el gobernador de Ohio obtuvo su única victoria en su estado natal, tiene apenas 138 y no es factible que alcance a Trump.

Pero puede ocurrir que el multimillonario de Nueva York no llegue al número mágico de 1.237. Sólo seis de las 21 restantes contiendas se rigen por la modalidad winner take-all (el candidato con más votos se lleva todos los delegados), si bien entre ellos se encuentra Arizona y Nueva Jersey donde el apoyo a Trump es fuerte. Si llega a Cleveland con sólo 20 o 30 delegados menos de los requeridos, probablemente elija las votaciones necesarias con bastante facilidad. Pero si le faltaran 200, enfrentará una batalla en la convención.

¿Cómo se podría derrotar a Trump en la convención?
Impedir que Trump alcance los 1.237 delegados es recién la primera parte de la batalla. Luego los líderes del partido deberían convencer a una mayoría de los delegados para que respalden a un candidato diferente. Cruz casi seguramente quede en el segundo lugar, pero gran parte del establishment del partido no le tiene confianza.

Ha habido rumores de que se presentaría un nuevo candidato en la convención después de la primera votación, como el nominado de 2012 Mitt Romney o el presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan, pero ambos carecerían de legitimidad. Nadie sabe cómo funcionaría una convención negociada en un era en la que los delegados llevaran consigo iPhone.

¿Cómo reaccionaría Trump?
El gran problema de los líderes del partido no son las matemáticas, por supuesto, sino la política. Si de alguna manera se las ingenian para evitar que Trump sea nominado en la convención, podría hacer trizas el partido. Trump buscará vengarse –quizás lanzando una candidatura por afuera del partido o anunciando un boicot en noviembre. Sus seguidores no perdonarían enseguida al establishment.

Dirían que una campaña electoral republicana marcada por la insurgencia de las bases terminó con una sutura de la elite. En 1968, en el pico de la guerra de Vietnam, los demócratas eligieron a Hubert Humphrey como su candidato, si bien no había competido en ninguna de las 14 primarias de ese año –había obtenido delegados en los caucuses que estaban dominados por líderes locales del partido. Fuera de la sala en Chicago se produjo una revuelta mientras la policía se enfrentaba con manifestantes que se oponían a la guerra. Más que cualquier otro acontecimiento, la convención demócrata de 1968 convenció a los líderes del partido de los peligros de cerrar acuerdos detrás de escena para elegir a un candidato.