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El Reino Unido anunció sorpresivamente un gravamen a las bebidas azucaradas, creando un nuevo campo de batalla entre la industria global de refrescos y los responsables de políticas públicas que buscan limitar el consumo de azúcar, destacan Saabira Chaudhuri, en Londres, y Mike Esterl para The Wall Street Journal

 GUERRA-CONTRA-GASEOSAS

Si bien el Reino Unido es un mercado relativamente pequeño para los fabricantes de bebidas, los ejecutivos del sector están preocupados de que esta medida pueda crear un precedente para otros países. Francia, México y Chile han lanzado gravámenes similares, mientras que India, Indonesia, Filipinas y Sudáfrica consideran impuestos similares. En tanto, varios estados y ciudades de Estados Unidos han evaluado la idea.

El jefe del Tesoro del Reino Unido, George Osborne, anunció el nuevo impuesto, que se aplicará en dos años, en su informe de presupuesto de 2016. Estimó que durante el primer año, el tributo recaudará 520 millones de libras esterlinas (US$735,8 millones) y que en los años siguientes la recaudación caerá, a medida que los fabricantes reduzcan el contenido de azúcar.

Agrupaciones del sector criticaron duramente la medida. “Estamos muy decepcionados por el anuncio de hoy”, dijo Ian Wright, director general de la Federación de Alimentos y Bebidas del Reino Unido. “La imposición de este impuesto resultará, por desgracia, en una menor innovación y una reformulación de productos, y para algunos fabricantes seguramente costará empleos”.

“Nuestras medidas están haciendo más por reducir el consumo de azúcar y calorías que un impuesto”, dijo Jon Woods, gerente general de Coca-Cola en Gran Bretaña.

Una comisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó en enero que los gobiernos consideraran gravámenes especiales a las bebidas azucaradas. El organismo aconsejó el año pasado que los adultos y los niños mantengan el azúcar añadida por debajo de 10% de su ingesta diaria de calorías, ligeramente más que el contenido de una lata de gaseosa. La comisión estimó que 41 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso, casi la mitad de ellos en Asia y un cuarto en África.

La industria de bebidas sostiene que es injusto gravar con impuestos especiales a las bebidas azucaradas y desde 2009 ha gastado más de US$100 millones sólo en EE.UU. para derrotar propuestas de este tipo en más de 20 ciudades y estados.

De todos modos, la tendencia regulatoria es clara, y avanza en todo el mundo. Legisladores del estado de Nueva York han propuesto etiquetas de advertencia de salud en los envases y los de California quieren poner un impuesto especial a las bebidas azucaradas.

Este mes, el alcalde de Filadelfia propuso gravar las bebidas azucaradas con un impuesto de tres centavos por onza (casi 30 mililitros). Esto es el triple del impuesto que se cobra en Berkeley, California, que a finales de 2014 se convirtió en la primera ciudad de EE.UU. en aprobar una medida de este tipo.

En total, 39 estados de EE.UU y las ciudades de Chicago y Washington cobran impuestos sobre las bebidas azucaradas. De todos modos, estos impuestos son en general demasiado bajos como para afectar el consumo, según el Centro de Ciencia de Interés Público, un grupo crítico del sector de bebidas.

Aun así, el volumen de ventas de gaseosas en EE.UU. ha caído durante 10 años consecutivos, según la publicación Beverage Digest, conforme los consumidores optan por alternativas como el agua embotellada.

En 2014, México aplicó un impuesto de cerca de 10% sobre las gaseosas. Según un estudio publicado este año en BMJ (antes conocido como British Medical Journal), dicho gravamen ayudó a reducir el consumo de estas bebidas en ese país. La medida, según el informe, redujo en 6% las ventas en 2014 frente al promedio de los dos años previos.

A diferencia de lo que sucede en otros países, muchos consumidores británicos ya se han pasado a gaseosas de bajas o cero calorías, que contienen poco o nada de azúcar. Las ventas de bebidas carbonatadas fueron de US$4.640 millones el año pasado, o 2,8% del total mundial. Coca-Cola, el líder del sector, tenía 59% de cuota de mercado en el Reino Unido, por delante de PepsiCo, con 16%, según la firma de datos Euromonitor International.

El gobierno del Reino Unido había dicho previamente que no tenía pensado introducir un impuesto a las bebidas azucaradas. En enero, el primer ministro David Cameron se mostró reticente a considerar dicho gravamen, aunque destacó la necesidad de actuar contra la obesidad. El gobierno había defendido otras medidas, como la concientización de la población sobre los peligros de consumir demasiado azúcar y un mejor etiquetado de los alimentos.

El anuncio del miércoles de Osborne refleja un cambio profundo. “No estoy dispuesto a mirar hacia atrás a mi período aquí en este Parlamento, haciendo este trabajo y decirle a la generación de mis hijos: ‘Lo siento, sabíamos que había un problema con las bebidas azucaradas, sabíamos que causaban enfermedades, pero esquivamos las decisiones difíciles y no hicimos nada’”, observó.

Con el fin de darles a las empresas tiempo suficiente para que cambien la composición de sus productos, el gravamen se hará efectivo dentro de dos años. Será determinado en función del volumen de bebidas endulzadas con azúcar que las compañías fabriquen o importen y se aplicará a dos bandas: una para el contenido de azúcar superior a 5 gramos por cada 100 mililitros y otro para las bebidas con más de 8 gramos por cada 100 mililitros. Osborne dijo que los jugos de fruta puros y las bebidas a base de leche serán excluidas del gravamen y que el gobierno se asegurará de que “los productores más pequeños queden fuera del alcance” del impuesto.

— Nicholas Winning en Londres y Tripp Mickle en Atlanta contribuyeron a este artículo.

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