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Por Enrique Dans, Profesor en Sistemas de Información en el IE Business School

APUESTA-PRODUCCION-ROBOTIZADA
En la imagen, una bota de fútbol Adidas. Pronto, si te compras cualquier calzado de la marca, es muy posible no solo que haya sido fabricado en Alemania, revirtiendo una política de varias décadas de fabricación totalmente manual en países de bajos costes laborales en el sudeste asiático, sino que además haya sido producido por robots.

La compañía ha construido una fábrica prototipo de 4,600 metros cuadrados en Ansbach, en pleno Baviera, denominada Speedfactory y diseñada para la producción casi totalmente robotizada. Al reducir el peso de los costes laborales, volver a traer la producción al país de origen de la multinacional pasa a tener todo el sentido del mundo. El principal rival de Adidas, Nike, que lleva ya algunos años reduciendo el volumen de trabajadores en sus fábricas a cambio de inversiones en automatización, también ha anunciado el desarrollo de una fábrica robotizada, aunque sus planes parecen avanzar con más lentitud.

Pero Alemania no es, ni con mucho, el país que más rápido parece estar yendo en el camino de la robotización. Hace dos días, el mayor fabricante de productos electrónicos del mundo y mayor exportador de China, Foxconn, anunció que eliminaba 60,000 trabajadores de una de sus fábricas para sustituirlos por robots. La factoría, que reduce su plantilla de 110,000 a 50,000 personas, es tan solo una de las muchas que tiene la compañía, pero se prevé que la iniciativa se extienda al resto y sea también adoptada por sus competidores, en un movimiento que se inició con una colaboración con Google y que termine por alcanzar a millones de trabajadores del gigante asiático.

Por mucho que en los artículos anteriormente citados se afirme que Adidas o Foxconn no pretenden una sustitución radical de sus trabajadores en pro de una automatización total, que el gobierno chino ve la robotización como una oportunidad para cualificar más a sus trabajadores, o que los robots no pueden sustituirnos tan fácilmente porque les falta empatía, parece claro que los humanos vamos a tener que buscar nuestro sitio en unas cadenas de valor completamente redefinidas. Y vamos a tener que hacerlo porque esos procesos de sustitución ya no afectan únicamente a trabajos de cadena de producción, de fabricación o de ensamblaje, sino a tareas de cualquier otro tipo. Ya tenemos ejemplos de sustitución de personas que se dedican a poner cafés en Starbucks, a mover artículos en almacenes de Amazon, a resolver preguntas en un curso en Georgia Tech, a gestionar fondos de inversión, a hacer y servir hamburguesas en McDonalds o hasta a trabajar como abogados en un bufete. Los escasísimos ejemplos en sentido inverso, como la noticia que afirmaba que Mercedes Benz había sustituido robots por humanos en algunas de sus cadenas de montaje, son excepciones derivadas de la fabricación de series más cortas y de la dificultad de reprogramar robots para las mismas, un problema que afecta en mucho menor grado a medida que incorporamos y desarrollamos machine learning en esos robots.

Es la incorporación de machine learning, de hecho, lo que realmente está marcando la diferencia en los procesos de robotización. Los robots han pasado de representar la mera mecanización de tareas repetitivas, a dotarse de la capacidad de tomar decisiones en tiempo real y con más y más precisa información del entorno que un ser humano. Conducir es una tarea compleja, y un robot lo hace infinitamente mejor que un humano, sean cuales sean las circunstancias, hasta el punto de tener el potencial de reducir los accidentes de tráfico en un porcentaje muy elevado. Es el desarrollo del machine learning lo que, progresivamente, determina más oportunidades de sustitución de trabajadores por máquinas. Y a partir del momento en que los robots desarrollan una habilidad determinada, pretender que siga siendo un humano quien la lleve a cabo resulta simplemente absurdo.

La revolución industrial eliminó numerosos puestos de trabajo, y sin embargo, su balance final resultó en la mayor generación de productividad y riqueza de la historia de la humanidad. Sí, es más que posible que la robotización termine creando más puestos de los que amenaza con destruir. Pero esa transición y el desarrollo de habilidades que va a tener que conllevar va a representar un auténtico reta.