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La conexión generará avances en nuestra relación con la tecnología que re-dibujará nuestro futuro cotidiano. La salud, nuestra vida en el hogar, en el trabajo y el transporte se verán afectados. Vamos hacia un sistema que no dependerá de máquinas, sino de la interacción entre ellas y los humanos.

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 Por Andy Stalman, autor del best seller “Brandoffon, el Branding del futuro”; Managing Director de Cato Partners Europe y Profesor y Premio a la Excelencia Académica del IE Business School.

Todo se conectará. Con todos y con todo. La conexión protagonizará avances en nuestra relación con la tecnología que re-dibujará nuestro futuro cotidiano. Desde la salud, nuestra vida en el hogar, en el trabajo y el transporte. Nos dirigimos hacia un sistema que no dependerá de máquinas, sino de la interacción entre ellas y los humanos.

En el siglo XX se inició la conquista de los hogares por parte de los electrodomésticos. Hace más de 100 años, se puso a la venta la primera nevera eléctrica en Chicago; seguida de la tostadora, la lavadora, la plancha, la radio, la TV, el lavavajillas, la secadora, el freezer, el microondas… Sin darnos cuenta, estábamos rodeados de cosas que nos facilitaban la vida, en la mayoría de los casos, pero carecían de inteligencia.

La masificación del uso de los electrodomésticos afectó de forma directa en la manera en la que hoy vivimos y a nuestra calidad de vida. La clave del éxito de estos productos, luego evolucionados a marcas, radicó en que trajeron una gran comodidad a las personas, así como la posibilidad de disponer de un mayor tiempo de ocio.

En la actualidad, la mayoría de dichas “cosas” son “inteligentes”, están conectadas, no sólo a la red de electricidad, sino también a Internet. La invasión que comenzó el siglo pasado ya no es silenciosa, y ahora hasta tiene nombre: “Internet de las cosas”, también conocida por sus siglas inglesas IoT (Internet of Things).

El IoT hará que la conexión ya sea total. Estarán conectados los hogares, las oficinas, los coches, el cuerpo humano, todo. Para el año 2020, el internet de las cosas agregará a Internet 57.000 cosas nuevas, por segundo.

Y yo me pregunto si esta segunda revolución de las cosas logrará darle al ser humano más tiempo libre y una mejor calidad de vida.

Por lo pronto, en el futuro cercano, la nevera realizará su pedido de comida y bebida directamente al supermercado. Gran parte del pedido llegará antes de la hora en que se realizó.

En 2015 Amazon ya alcanzó un acuerdo con 18 marcas para empezar a utilizar el botón Dash. El “Dash button” es un dispositivo que sólo cuesta 5 dólares y que viene identificado con la etiqueta del producto que se va a consumir regularmente. Para funcionar sólo debe estar conectado a internet y con sólo presionarlo se envía una orden de compra del producto deseado a Amazon. Ya se han incluido 255 productos de limpieza, cosméticos y alimentos: papel higiénico, toallas de papel, bolsas de basura, hojas de afeitar, crema, pañales, leche en polvo, dosis de café, alimentos para animales, barras de cereales, agua mineral, entre otros. A un click de distancia, sin un ordenador, en tiempo real y sin molestarse en ir al supermercado.

Otros de los avances que disfrutaremos serán que el medidor eléctrico vigilará el consumo local y ayudará a hacer un uso más eficiente del consumo. El termostato aprenderá sus preferencias y podrá ajustar el clima en cada habitación, a cada hora, cada día. Las sillas y sillones se adaptaran a nuestra ergonomía y a nuestra energía física. La ayuda doméstica estará robotizada. Los sensores del exterior informarán qué parte de su jardín hay que fertilizar o fumigar o que árbol necesita cuidado. Las casas inteligentes no sólo ahorrarán dinero y energía sino que serán más humanas.

El cuerpo también estará realmente conectado. Los médicos podrán comprobar los signos vitales de sus pacientes todo el día por medio de sensores diminutos. Chips de estómago controlarán la dieta de cada persona para ayudarle a perder peso. La biométrica de cada persona estará siendo monitorizada al instante, los fármacos tendrán un nivel de sofisticación que permitirá individualizar cada tratamiento, con remedios personalizados. Chips de cerebro permitirán absorber datos mientras se duerme. Viviremos mucho más. Nanobots realizarán procedimientos médicos dentro de nuestro cuerpo, generando posoperatorios menos dolorosos y recuperaciones más veloces. Seremos testigos de los trasplantes de órganos generados en impresoras 3D.

La ropa también estará conectada y los materiales evolucionarán tanto que se limpiará también sola. No hará falta abrigarse tanto en invierno ni sufriremos calor en verano. La propia indumentaria regulará la temperatura corporal y será cómoda y a la moda. Luego La tecnología móvil no será usable en la ropa o sobre el cuerpo sino que estará en la piel, sobre y debajo de ella.

La auto-conducción llegará al mercado general. Camiones, taxis, buses, coches, aviones serán conducidos por máquinas.

En un artículo del diario The Guardian ya se habla incluso de El Internet de los alimentos. Su carne podría venir de una vaca conectada, se utilizarán sensores inteligentes se utilizan para mejorar la agricultura de la agricultura desde la producción de carne hasta las plantaciones de lechuga – e incluso para la protección de las abejas-. El uso de sensores también puede mejorar el bienestar de los animales y reducir el uso de recursos cada vez más escasos, como el agua. Para la producción de alimentos, la IoT tiene sentido; no sólo tiene el potencial de reducir los costos sino de aumentar la producción de alimentos. Según un informe de Beecham la predicción de que el uso de técnicas de IoT para la agricultura podría aumentar la producción de alimentos en un 70% en el año 2050.

Las fábricas estarán casi totalmente automatizadas. Los atletas serán súper atletas. Internet será la aldea donde compramos, comunicamos, vendamos, aprendamos, interactúamos.

La educación presencial será un lujo restringido a unos pocos. Las fábricas estarán casi totalmente automatizadas. Los atletas serán súper atletas. Internet será la aldea donde compramos, comunicamos, vendamos, aprendamos, interactúamos.

Habrá apps diseñadas para las necesidades de cada ser humano. No habrá más monedas, salvo para coleccionar, el dinero será digital, y todo el manejo financiero será invisible.

Todo esto abre un nuevo debate, pero que no detiene el futuro: que tipo de legislación necesitará la sociedad conectada. Y sobretodo, que escenarios éticos presentará una sociedad en manos de máquinas y robots. Ya estamos más cerca del año 2.030 que de lo que estamos del 2.000.

Nos estamos adentrando en un escenario donde necesitamos crear nuevos futuros, pero también ser inteligentes a la hora de tomar un camino, u otro. El Internet of Things es una de las patas más sólidas de esta revolución digital y por tanto hay que darle la importancia que merece.

El Internet of Things es una de las patas más sólidas de esta revolución digital y por tanto hay que darle la importancia que merece.

Para muchos es más fácil copiar modelos existentes que crear nuevos. Por ello la creatividad y la innovación, sumados a la fuerza de voluntad y una mente abierta parecen ser características esenciales de los que están creando nuestro mañana. El resultado de cada decisión nos llevará a un futuro más humano o menos. A un escenario donde la curiosidad sea más grande que el miedo y dónde la verdadera conquista no sea sólo la de haber creado un mundo más conectado, sino un mundo mejor.

Internet está cambiando nuestra sociedad, nuestra vida, nuestra relación con las cosas, la forma en que vemos el mundo y también nuestros cerebros y nuestro corazón, de una manera que sólo podemos empezar a valorar con los años.

Internet está provocando un sinfín de cambios en otros hábitos y nuestros comportamientos impacto es muy difícil de medir de asumir y de entender todavía algunos de estos hábitos pueden ser más inmediatos y otros pueden tener un impacto a más largo plazo no solamente sobre cada una de las personas sino en las normas sociales más extendidas y compartidas.
Y es sólo el comienzo…