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La élite insomne aprovecha mejor sus horas porque se cree que su sueño concentra mejor la fase REM.

¿Te imaginas dormir entre dos y cuatro horas menos cada noche sin consecuencias? ¿Poder ganar entre 30 y 60 días de tiempo extra al año? Dormir ocupa cerca de un tercio de nuestras vidas, y no es algo que uno se pueda saltar a la ligera: un par de días con menos horas de sueño de las que te pide el cuerpo tiene consecuencias inmediatas, desde el “empeoramiento cognitivo” (te vuelves más tonto, vaya) hasta una serie de riesgos a largo plazo que incluyen hipertensión, obesidad, diabetes, cáncer y muerte, destaca Javi Sánchez en GQ España.

Riesgos ajenos a ese número de individuos que pueden dormir entre cuatro y seis horas con todos los beneficios que tú y yo sacamos de ocho horas de sueño, y que se calculan entre el 1% y el 5% de la población, según la primera científica del sueño que les investigó a fondo, la doctora Ying-Hui Fu. Seres capaces de disfrutar un ciclo de sueño más corto y despertar siempre alerta, sin somnolencia.

¿Cómo es “la élite de los insomnes”?

No necesitan café ni estimulantes y, de paso, suelen contar con un metabolismo más eficaz. Son más delgados, activos y resistentes al dolor. “Como anécdota, son más enérgicos y optimistas, aunque no estamos seguros de si está relacionado”, contaba la doctora Fu a la BBC. ¿Quieres ser como ellos?

Malas noticias: no puedes. De momento, porque su origen es genético, una mutación localizada en el represor transcripcional DEC2 que regula los genes del ritmo circadiano, nuestro reloj del sueño. Esa “élite de los insomnes”, como les denominó hace cinco años Melinda Beck en el Wall Street Journal son, simplemente, más eficaces durmiendo.

Y fueron descubiertos por accidente, cuando en una de las investigaciones de la doctora Fu dos de los sujetos resultaron ser madre e hija, capaces de dormir poco más de seis horas como un clavo, sin ninguna de las desventajas del poco sueño. La sorpresa vino cuando se comprobó que ambas eran únicas incluso en su familia, que necesitaba esas ocho horas habituales. Eran mutantes, posibles miembros de los X-Men.

La segunda parte de la investigación abrió las puertas a soñar: la mutación detectada en madre e hija -ese DEC2 distinto presente en todos los insomnes prodigiosos- se replicó en ratones a los que les pusieron deberes en compañía de otros dos grupos de ratones sin modificar. Unos dormían todo lo que duermen los ratones, a los otros se les sometió a una privación del sueño igual a la de nuestros roedores mutantes. El resultado es que los ratones que dormían lo normal y los mutantes rendían igual en las tareas físicas y cognitivas, mientras que los privados de sueño rendían como tú en la mañana de un juernes cualquiera.

Yo también quiero dormir seis horas

¿Significa eso que podríamos replicar esa mutación en seres humanos y obtener una raza de élite capaz de ver del tirón más capítulos de Netflix sin arrepentirse al día siguiente? Algún día, porque de momento tenemos tres problemas, el primero de ellos explicado por la doctora Fu: “sabemos que necesitamos dormir para sobrevivr, pero no tenemos ni idea de cómo está regulado”. Podría haber más genes implicados, además.

Para los humanos de a pie el único truco es tener muy clara la hora a la que nos despertamos, porque nuestro cuerpo empieza a prepararse para despertarse una hora y media antes de hacerlo.

 

El segundo es que suponemos qué pasa cuando dormimos y por qué lo necesitamos, pero no estamos seguros de qué partes habría que modificar. Para los humanos de a pie el único truco es tener muy clara la hora a la que nos despertamos, porque nuestro cuerpo empieza a prepararse para despertarse una hora y media antes de hacerlo. Por eso el madrugón siempre es peor que irse a la cama pronto: tu cuerpo se toma despertarse a destiempo como una alerta, un generador de estrés.

Y por último, la clave está en saber cómo los privilegiados son más eficientes que nosotros a la hora de dormir. Dormir en realidad es una chapuza biológica: sólo nos sirven como reparación y descanso las fases REM, mínimas y mal repartidas a lo largo de esas horas. La élite insomne aprovecha mejor sus horas porque se cree que su sueño concentra mejor la fase REM. Si descubriésemos ese mecanismo, entonces habría una posibilidad de replicarlo en los demás.

O eso, o tirar directamente a algo que ahora mismo es tabú ético: la aumentación humana mediante modificación genética. Un tabú que, en este caso, te está robando seis años de vigilia extra a lo largo de tu vida. Seis años menos de sueño sin consecuencias.

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