Al gobierno le cuesta cada vez más dar explicaciones sobre la hiperinflación, la escasez de alimentos, la inseguridad y la crisis sanitaria; el FMI alertó que el país corre el riesgo de “implosionar“, señala Daniel Lozano en el Diario La Nación de Argentina.
La Venezuela revolucionaria descarrila a toda velocidad, la misma que ha llevado al piloto Pastor Maldonado a abandonar la escudería Renault al no contar con el respaldo millonario del chavismo. Pdvsa lo sostuvo durante años pese a ser uno de los peores del circo de la Fórmula 1.
El Fondo Monetario Internacional avisa que el país corre el riesgo de “implosionar”. Y no le faltan razones: hiperinflación (30% en enero, según fuentes extraoficiales) y escasez aguda de medicamentos; enormes colas, con trifulcas incluidas, en busca de alimentos y productos básicos; el país más corrupto de América latina y uno de los mayores del mundo, sólo superado por Afganistán o Corea del Norte; violencia desorbitada, y la irrupción del virus zika en un sistema sanitario declarado en “crisis humanitaria” golpean todos los días y a todas horas, pese a las recetas pintorescas puestas en marcha por el chavismo.
El último sondeo de Hinterlaces, encuestadora ligada a la revolución, confirma la hecatombe: el 79% de los venezolanos cree que la situación empeoró en 2015.
La realidad se empeña en golpear sin descanso, deshaciendo sin contemplaciones las cortinas de humo oficialistas. Ayer mismo el dólar paralelo, en su imparable ascenso, rompió la barrera de los 1000 bolívares por billete norteamericano, cuando el cambio oficial para alimentos y medicinas está fijado en 6,30 bolívares. Las redes sociales y la oposición castigaron sin desmayo a Maduro, que en 2014 anunció a bombo y platillo que aniquilaría el dólar blue. Hace un año se cotizaba a menos de 200 bolívares.
El chavismo ha olvidado que el sol no se tapa con un dedo: enero ha cerrado con 15 homicidios diarios en Caracas, la cifra más alta de la década, pese a la intensa campaña propagandística tras hacerse público que se trata de la ciudad más violenta del planeta. Sólo en el Gran Caracas mataron a 14 policías y a 13 mujeres. También asesinaron a los escoltas de la ex diputada María Corina Machado y del ex alcalde Freddy Bernal.
El venezolano siente que todo se resquebraja a su alrededor y Nicolás Maduro, su presidente, no contribuye ni mucho menos a la calma. “Vamos a retomar el concepto del conuco, como un elemento que tiene su raíz desde nuestros pueblos originarios. Y tiene que ir transformándose hasta el día de hoy”, sostuvo el presidente, que pese a las turbulencias extremas mantiene que el país vive “la última revolución del siglo XX, que se convirtió en la primera revolución socialista del siglo XXI”.
La propuesta cayó como una pequeña bomba. Los conucos son una especie de chozas, con un pequeño terreno cultivable, que proliferaron en el país en siglos pasados.
“Aquí no fracasó el chavismo, fracasó la renta petrolera”, balbuceó Aristóbulo Istúriz, el nuevo vicepresidente chavista. El “rentismo” es el eufemismo con el que la revolución se defiende ante la evidencia de la debacle económica.
“Lo peor no es la crisis, sino la absoluta falta de responsabilidad para enfrentarla, atacando sus causas y asumiendo sus responsabilidades”, resumió Luis Vicente León, presidente de Datanálisis.
“Lamento que se pierda el tiempo en la retórica, el gobierno no puede seguir aferrado a fundamentalismos ideológicos mientras la crisis se agudiza y la incertidumbre se dispara”, concluyó el gobernador opositor Henri Falcón.
“Estamos en una severa crisis económica”, dijo ayer Lorenzo Mendoza, presidente de Polar, la mayor empresa del país, y al que el gobierno considera uno de los gestores de la guerra económica en la que pretende escudarse. “El ciudadano de a pie no quiere más blablablá”, insistió.
Sus declaraciones fueron seguidas con expectativa por una parte del país. La otra, la oficial, celebraba la llegada al poder del “comandante supremo” hace 17 años, se congratulaba por los 73 años trascurridos desde la liberación de Stalingrado, lloraba la retirada de los cuadros del propio Chávez de la Casa Rosada y se preparaba para el Día de la Dignidad Nacional, que se celebra hoy.