El gobierno no ha escatimado esfuerzos. Recortó las tasas de interés cuatro veces en los últimos 12 meses, aumentó la cantidad de dinero que los bancos pueden prestar e inyectó fondos al mercado bursátil.
Todas estas medidas buscaron impulsar la demanda interna de la segunda economía del mundo. Al devaluar el yuan, las autoridades desempolvaron una controvertida táctica para estimular el crecimiento cuyas repercusiones serán globales.
Los efectos de la devaluación son variados y globales. Un yuan más débil representa un espaldarazo a las exportaciones chinas. También complicaría la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos acerca de cuándo comenzar a subir las tasas de interés. Los rivales comerciales de China, como Corea del Sur y Japón, sentirán presión para seguir el ejemplo y dejar que sus monedas se deprecien. La devaluación, asimismo, eleva los riesgos de una mayor volatilidad en otras economías emergentes.
En general, la decisión envía un mensaje a los inversionistas de que las autoridades económicas en China y otros países tienen problemas para encontrar herramientas con las cuales combatir el bajo crecimiento de sus economías.
“Esto refuerza el relato procedente de la reacción de pánico del mes pasado (ante la caída) del mercado bursátil de que los funcionarios chinos saben que su economía se está desacelerando más rápido que lo que los mercados habían descontado”, dice Adam Posen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional. El yuan, añade, podría caer mucho más.
El gobierno chino presentó la medida como un paso modesto en la dirección de tener una moneda más sensible a las fuerzas del mercado, algo que EE.UU., el Fondo Monetario Internacional y otros actores han estado pidiendo durante mucho tiempo. Antes de la devaluación de 2% frente al dólar anunciada el martes, China había apuntalado la divisa. En el año anterior a esta decisión, el yuan se había apreciado 14% ante una amplia canasta de monedas, lo cual ejercía presión sobre el sector exportador.
“Todos los esfuerzos para hacer que la economía se oriente más hacia el libre mercado introducen más riesgo en el sistema financiero”, señala Zhu Chaoping, economista de UOB Kay Hian Holdings Ltd. U10 1.75 % , un banco de inversión de Singapur. “Pero cada vez que empieza a intervenir, pone en juego su credibilidad”.
Posen asevera que todo el impacto global de la devaluación no se conocerá hasta que en los próximos días las autoridades chinas muestren si están dispuestas a permitir una mayor depreciación de la moneda.
De ocurrir, eso representaría un nuevo desafío para la Fed. El fortalecimiento del dólar ha puesto presión a la baja sobre los precios de las importaciones y la inflación en EE.UU. Funcionarios de la Fed han indicado que no quieren subir las tasas a corto plazo, que permanecen en cerca de cero desde hace varios años, hasta estar razonablemente seguros de que la inflación se elevará hacia la meta de 2%. Una mayor presión alcista sobre el dólar dificultará el logro de tal objetivo.
Algunos funcionarios de la Fed han señalado que están dispuestos a elevar las tasas por primera vez desde 2006 en su reunión de política monetaria del 16 y 17 de septiembre. La devaluación del yuan podría no ser suficiente para persuadirlos de esperar más tiempo, pero un mayor debilitamiento de la moneda china o signos como la reciente caída de los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense y los magros aumentos de los salarios en EE.UU. podrían combinarse para retrasar el aumento.
“La devaluación del yuan es desinflacionaria puesto que todas las importaciones procedentes de China se abaratan”, afirma Ren Zhiwei, director general y gerente de cartera de Penn Mutual Asset Management. “Ahora hay incluso menos razones para subir las tasas en septiembre”.
En los últimos años, los bancos centrales han respetado un acuerdo de caballeros: no se quejan cuando otras monedas se deprecian, siempre y cuando el descenso no sea una decisión intencional para mejorar la posición competitiva de sus países en el comercio mundial.
El bajo crecimiento ha sido un problema de muchos mercados emergentes fuera de China. Los economistas del banco de inversión J.P. Morgan JPM -1.45 % estiman que la demanda interna en las economías emergentes (que proviene del consumo y la inversión en el país, en contraste con el comercio internacional) creció menos de 2% en el primer semestre, la mitad del ritmo del año pasado y menos que en las economías desarrolladas.
En otras circunstancias, un crecimiento lento podría exigir rebajar las tasas de interés y devaluar la moneda. Pero los bancos centrales están tan preocupados por no desatar fugas de capital que no han recurrido a este tipo de medidas.
—Lingling Wei, Anjani Trivedi, Rachel Rosenthal, Kwanwoo Jun, Sara Schaefer Muñoz y Min Zeng contribuyeron a este artículo.